La temporada ha concluido para el Atlético de Madrid. Es ahora, y no antes, cuando toca hacer balance de la trayectoria del equipo. Es ahora también cuando me doy cuenta de lo difícil que es. El fútbol actual camina a tanta velocidad y se vive con un sentido tan distorsionado de la perspectiva, que resulta francamente complicado hacer un análisis sensato, que no esté contaminado por la inquina, la condescendencia o la superstición. Partiendo de lo anterior, asumiendo que todos tenemos condicionantes y prejuicios (yo también), así es cómo lo veo.
Eliminando cualquier tipo de carga emocional y limitándonos a los números, el Atleti gira sobre una realidad incuestionable. Una que no siempre aparece en el debate, pero que es probablemente más importante que cualquier título: poder jugar cada año la Champions League. Algo que algún aficionado olvidadizo dará por descontado (sin estarlo) y que a algún otro le parecerá una estupidez (sin serlo). Y no, no es un tema moral, ni de prestigio. Es simplemente algo que tiene que ver con el peculio. Queramos o no, la viabilidad económica de un club como el Atleti contemporáneo, construido sobre el funambulismo contable, el oscurantismo y una deuda histórica de geometría variable, pasa irremisiblemente por poder jugar regularmente en Champions. Algo que, dicho sea de paso, sólo ocurre desde que Simeone aterrizó en la ribera del Manzanares. Es decir, atendiendo a la fría realidad, la única que se puede tocar, el Atleti ha cumplido su principal objetivo.
Otra evidencia es que el club rojiblanco maneja el tercer mayor presupuesto del fútbol español. Es decir, técnicamente, está obligado a mantener esa tercera posición en la competición regular. Todo lo que estuviese por debajo de ese número sería incumplir las expectativas y todo lo que esté por encima sería superarlas. Por mucho que lo repita cualquier enemigo con micrófono, es absurdo pensar que el Atleti tiene el objetivo, y mucho menos la obligación, de ganar la Liga. Tiene la esperanza, el sueño, el anhelo y está obligado a pelear por ganar todos los partidos, pero es estúpido (y tramposo) pensar que el Atleti está obligado a quedar por encima de Madrid y Barça. El segundo puesto, para mí (y más allá de otros condicionantes), es un éxito. No mayúsculo, evidentemente, pero sí es un éxito. Basta echar un vistazo a los equipos con los que compite y las veces que el club ha conseguido lo mismo en 116 años de historia.
Atendiendo a lo que llevo escrito, parecería que la temporada del Atleti ha sido exitosa. Curiosamente no es esa mi sensación. Es más, creo que es prácticamente imposible encontrar un solo colchonero que piense que lo ha sido. ¿Por qué? Pues porque el fútbol, afortunadamente, no es sólo una cuestión de números protagonizada por profesionales que quieren ganar más y vista por un puñado de creyentes en las teorías de Adam Smith. Es otra cosa mucho más interesante. Mi sensación pesimista de la temporada no está construida sobre el resultado final o sobre los números, sino sobre el camino. El cómo. El por qué. Sería muy largo de explicar, pero lo reduciré a tres puntos.
1/ Planificación. No se puede hacer peor. Condicionada por el Mundial, los compromisos absurdos de la dirigencia y la renovación de Griezmann, la planificación de la temporada (física y técnica) ha sido un completo desastre. Aparte de una plantilla corta y desequilibrada (se ha visto), el número de lesiones musculares, suficientemente alto como para pensar que pueda responder a la mala suerte, ha impedido cualquier tipo de crecimiento, solidez y continuidad. Terrible. Jamás conoceremos el nivel de influencia que esto ha tenido en los resultados, pero en mi cabeza es muy alto. Algo muy serio y de lo que habría que aprender. ¿Quién tiene la responsabilidad? Para mí, dirección deportiva (Simeone/Ortega) y gerencia del club (M. A. Gil). Sin paños calientes.
2/ Partidos importantes. Siempre que el Atleti ha necesitado ganar un partido clave, terminó perdiéndolo. En Liga, en Copa y en Champions. Se hicieron buenas actuaciones dentro de la zona de confort (especialmente contra BVB y Juventus en casa), pero el equipo fracasó preocupantemente en cada partido clave, cuando las condiciones eran hostiles. Y sí, empleo la palabra fracasar (que no me gusta) porque, más allá de un resultado adverso, el equipo perdió sin gloria, que es lo que no se puede permitir. No, porque eso es lo que les había hecho especiales en los últimos años y porque eso duele en el corazón colchonero. Caer sin personalidad, sin intensidad y sin carácter. Un fenómeno, concretado en su versión más visceral (la noche de Turín), que ha planeado, con mayor o menor intensidad, a lo largo de toda la temporada. Esa pérdida de identidad es lo que más me preocupa. De lejos. Mucho más que la estupidez del estilo del juego y mucho más que el resto de fábulas para estudiantes de tertuliano sobre las que parece girar la actualidad rojiblanca.
3/Griezmann. El Atleti hizo un esfuerzo sobrehumano por retener al futbolista francés. Uno que va más allá de lo económico. Con esa renovación, la confección de la plantilla, la preparación y la forma de jugar del equipo pasaban a estar condicionadas por la presencia de un jugador concreto. TODO giraba a su alrededor. Los riesgos eran evidentes: desequilibrios en la plantilla, celos, paso al lado de los que se sintiesen perjudicados…, pero era una apuesta que parecía razonable. No ha salido. No lo era. Es más, ha resultado un rotundo fracaso. Lo fue además desde el principio, porque Griezmann nunca se lo creyó. Nunca creyó en el Atleti, ni en el futuro, ni en nada más que en sí mismo. Su compromiso con el proyecto era tan profundo como sus fotos vestido de afroamericano y con peluca de rizos. Griezmann ha sido un (muy) buen empleado y siempre ha hecho bien lo que le mandaron, pero nunca ha sido un jefe y mucho menos un líder. A pesar de que, técnicamente, ese era el papel que le correspondía. Con el adalid pasando completamente de proteger la esencia del cuartel es hasta natural que el resto de la tropa se inhibiese de hacerlo. Es difícil subirte al carro de quien no se lo merece. Moraleja: nunca más. El Atleti deja de ser el Atleti cuando deja de ser un equipo. La franquicia del Atleti debería ser siempre su propio nombre y no el de cualquier mercenario de voluntad moldeable y valores que se pueden comprar fácilmente en el Apple Store.
Conclusión: Resultados asumibles, sensaciones preocupantes.
Como verán, ni una sola palabra del futuro. Me siento incómodo en la especulación y además no soy vidente. Tiempo al tiempo.
@enniosotanaz
Buenas tardes,
Tras leer tu post, se me ha venido a la cabeza la paradoja de Teseo.
Entiendo el punto de vista que expones acerca de la temporada del Aleti, si bien me centro en la pérdida de nuestra identidad, toda vez que los remos se pueden cambiar como entran y salen jugadores y el Aleti sigue siendo el mismo; ahora bien, me pregunto si el barco que salió de puerto hace tres décadas -ignominiosas- es el mismo que el actual. Cierto es que el nombre y las rayas se conservan no obstante, confío compartas que todos y cada uno de los elementos que nos configuran han cambiado (desde el estadio hasta la radical manera de relacionarse con el seguidor, único portador de nuestra identidad) por lo que llego a la conclusión que el hilo invisible que nos unía se ha roto, probablemente para siempre.
Al explicar la paradoja de Teseo, los filósofos suelen concluir en que lo importante es la esencia de la cosa -del barco, del Aleti, etc-. Cuando estudiamos un objeto la conclusión parece simple, pero si el tema se complica cuando la sometemos a una persona, cuanto más a una entidad sin personalidad jurídica en sentido amplio. Una sentencia del Supremo de hace unos años lo explica, con acierto a mi juicio, al entender que una SAD no persigue exclusivamente el ánimo de lucro, sino que va más allá al comprender también una comunidad de intereses emocionales por parte de quienes incluso no son accionistas o socios sino meros seguidores. Pues esa comunidad de intereses es la que ha cambiado radicalmente -de raíz- en nuestro Aleti. El caso es que ya no me reconozco en esa afición bullanguera y combativa contra el rival (reconoceremos que es un milagro que sigamos compitiendo con el MEDEYUC) porque el caballo de Troya lo tenemos tan asimilado que ya hasta lo sacamos a pasear y, con él, a nuestra identidad.
Verás que comparto el pesimismo tanto a corto como a largo plazo. Deportivamente, ha sido un buen año; pero nuestra identidad la hemos perdido.
Gracias por sus artículos.
Qu vuelva Cabeza, con Teseo de entrenador
Buenos días. En mi opinión, la era Simeone se ha caracterizado por un proyecto en el que los equilibrios financieros son absolutamente protagonistas y que se han acompañado de un crecimiento deportivo modesto pero sostenido e ilusionante.
Pocos entrenadores de equipos “top” tienen como objetivo hacer progresar deportivamente al equipo año tras año; menos aún por el salario del Cholo.
Pero, como en todas las cosas de la dirigencia del Atleti, hasta en esto hay trampa y cartón: todo esto es humo si no hay Champions cada temporada.
En estas estábamos hasta que les entraron las prisas por presentar al Metropolitano como candidato a la final de Champions y acto seguido pasamos a la obsesión por la misma … el partido a partido ya era historia.
A pesar de los avisos de Gabi y Torres, el caso Griezmann, el desastre de la pasada pretemporada, los devaneos veraniegos de Godín y Filipe, la impostura de Lucas, la ausencia de Costa y las lesiones, a pesar de todo esto, no se ha terminado peor que el año pasado.
Mientras todo esto sucedía, primero fue con el Dortmund y luego con los italianos, comprobamos lo que sucede cuando falta coraje y compromiso.
La temporada ha terminado y la conclusión, en mí opinión, es que ha sido la primera vez el Atleti no ha sido fiel a su proyecto y a los principios de la era Simeone desde que esta comenzó.
En la rueda de prensa de Simeone durante el fin de semana previó al anuncio de la marcha de Griezmann el propio Cholo pareció un vendedor barato de humo y flores. La auto-entrevista de Gil Marín deja más dudas que certezas (porque así es la dirigencia de nuestro Atleti: oscura y artificiosa) …
Mientras todo esto sucede Godín y Juanfran se marchan haciendo honores al escudo antiguo (como si lo de Gabi y Torres no hubiera sido suficiente) y yo no dejo de preguntarme: ¿Abandonado el partido a partido no será que Simeone ya es dirigencia?
Tiene pinta.
¡¡ Aúpa nuestro Atleti !!
En el Atleti SAD la cuota de valores deportivos e institucionales cede cada año una parte a los intereses del mercado (capitalista), es más importante ingresar dinero que evitar que se pisotee el escudo y la historia del equipo. De esta manera se prefiere vestir con la rojiblanca a un jugador mexicano, sea el que sea, por el bien del márketing, antes que recriminar a un galés por un corte de mangas a toda la grada del Metropolitano.
El coraje y el corazón se quedaron atrás hace tiempo, porque el coraje y el corazón de ahora están limitados por las leyes del Negocio y el bienestar de su dueño.
Me recuerda a eso que cantaban aquellos Leño: «si señor, si señor».