El próximo 4 de julio se estrenará la tercera temporada de esta fabulosa serie, original de Netflix, en la que, disimuladas con el terror de lo sobrenatural y experimentos gubernamentales, se abre una exposición magistral sobre la tardoinfancia y la preadolescencia de esas que tanto me gustan, con un elenco de personajes que engancha desde el principio y, en especial, todos y cada uno de los niños, sobre los que revolotea una frase mágica: los amigos no mienten.
La acción discurre en un pequeño pueblo del Medio Oeste americano y está llena de clichés con los que nos identificamos al instante la gente de 50 que, además, tenemos hijos adolescentes. Sus paisajes de casas bajas y pandillas de niños en bicicleta nos hablan de Super 8, E.T., Poltergeist, Los Goonnies y tantas otras películas que nos marcaron y que hemos guardado como tesoros en nuestra memoria. Lo bueno es que nuestros hijos pueden conectar la serie con Puente hacia Therabitia, y es por eso que Stranger Things, que trata sobre niños y los códigos que establecen entre ellos, y entre ellos y los adultos, no tiene edad para verla y embelesa a todos por igual.
Los capítulos de las dos primeras temporadas se estructuran perfectamente y la credibilidad ante lo increíble es total, apoyados en unos excelentes efectos especiales y en una banda sonora sugestiva y más que apropiada. Pero son los personajes los que enamoran. Winona Ryder, la madre desesperada de Mike, hace que te deshagas y que quieras estar junto a ella en su casa destartalada de las afueras. Por no mencionar al corpulento jefe de policía Hoper, fumador empedernido, mal comido y mal dormido al que su ayudante intenta dar fruta y que te hará saber que no estás solo. O los niños: Dustin con su displasia, jugando con Lucas y Will a Dragones & Mazmorras, con Mike en su sótano durante horas mientras se repiten muy serios, ante cualquier duda, que los amigos no mienten. Ellos hacen que no quieras apartar la mirada y alguno hará que te sientas identificado. Ver cómo va naciendo el amor en sus corazones te llenará de ternura. Y si no es así te atraparán Steve Harrington, el adolescente de padre adinerado que disputa el amor de Nancy, la hermana de Will, frente Jonathan, el hermano de Mike…
Aunque sobre todo engancha Once (Eleven), con su mirada tierna y desvalida, su dolor, su fuerza, su esperanza, sus ganas, su amor. Once, con su vestido grande y su pelo corto o con peluca, te hará sentirte de nuevo un niño o una niña de 13 años, con permiso de Max, la pelirroja con pecas que busca su sitio en la pandilla. Si no la has visto, tienes que verla, te va a encantar, créeme. Los amigos, no mienten…
A mí la serie me pareció muy buena. Los homenajes a todas las pelis de los 80 son continuos, desde, como dices, los Goonies, los Gremlins o ET hasta Regreso al Futuro pasando incluso por los Cazafantasmas, y un buen puñado de pelis más que marcaron la década.
La primera temporada me pareció magistral pero la segunda ya se me hizo algo forzada. Y ahora me temo que la tercera me va a decepcionar. Pasa con todas las series actuales (el Cuento de la criada sin ir más lejos) que debieran acabar en la primera o segunda temporada pero que al calor del éxito las estiran innecesariamente y acaban aburriendo.
Shameless empezó como un cañón y a partir de la 6ª temporada ya parecía Los Serrano. Cuando acabé de ver la 9ª di gracias al cielo de que terminase definitivamente (o al menos eso parece y eso deseo).