Por supuesto que no… ¡Qué ocurrencia, mis estimados lectores! ¿Quién podría pensar en la relación directa entre comer como un jabalí en celo y tener sobrepeso? Nadie, por supuesto, pero, hete ahí, que esa frase la escuchamos una y otra vez en cada ocasión en la que, por mor de no ser tildado de asocial, se participa de tertulias y reuniones con otros congéneres, más he de decir que a pesar de escucharla con una frecuencia inusitada, no deja de sorprenderme ingratamente cada vez que la oigo, máxime cuando por educación he de permanecer en impasible silencio pues, cualquier palabra dicha en ese momento, constituiría un acto absolutamente reprobable, según los cánones del que expone y de casi todos los que escuchan, pero esos silencios, tanto ante la frase en sí como ante los comentarios favorables del resto de interlocutores que jalean tan disparatada teoría, cada vez me resultan más fatigosos de contener, aunque puede que el avispado lector no termine de comprender en su totalidad el tema que aquí trato, y es por ello que le pongo un ejemplo.
Señora de medidas 120-130-120: “A mí me sobran unos kilitos, pero yo es que no como casi nada, lo que me pasa es que las transaminasas producen una hormona que aglutina a los lípidos y los deposita en las paredes internas del duodeno que me provocan una aplasia”. Claro que sí, ¿de qué otro modo si no? O este otro soltado por un señor con físico de escultura de Botero: “Yo solo bebo te verde ecológico con quinoa pero es que tengo las tiroides descompensadas y los glutamatos anafilácticos desinhiben a las moléculas protozoicas, así que retengo mucho líquido”, frases ante las cuales, uno debe permanecer impasible e imperturbablemente en silencio, asintiendo con la cabeza hacia arriba y hacia abajo, porque si se me permitiera hablar, diría algo así como que esos razonamientos tienen la misma consistencia que el papel higiénico mojado, aunque sea con agua, y a los hechos me remito, ya que según sus teorías, en Etiopía debería haber gordos y gente con sobrepeso, y en la India, entre los parias, debería haber gente con aspecto de Buda…¡Pero no los hay! ¿Y sabe usted por qué no los hay? Pues mi estulta/o Sra./Sr. porque….¡No comen! Así es, y veo que se ha quedado perplejo, pero esta maravillosa cualidad del cuerpo humano sucede desde que nuestros ancestros vivían en cavernas y si usted achaca su sobrepeso a esas pobres e inocentes moléculas o a las transaminasas es que tiene usted un rostro del tamaño de su trasero y de la dureza de su propia cabeza.
Desde siempre, las personas que no comen adelgazan, y las que comen como jabalíes en celo en medio de un lentiscal, engordan como lechones y sin conocimientos médicos puedo decirle, sin temor a equivocarme, que usted no retiene líquidos, no. Usted, retiene sólidos, pues no cierra la boca y engulle cuanto encuentra a su paso sin mediar palabra, aunque después se me haga el fino mientras intenta convencernos de que compartamos platos al centro y así probamos todos de todo.
Pretender adelgazar sin cerrar la boca, sin sufrir y sin moverse del sillón y todo con la ayuda de hierbas ecológicas es tener la fe del Real Club Deportivo Alcoyano. La chía ni lo ha ayudado ni lo va a hacer, así que, personalmente le aconsejaría que permita que sus familiares y allegados lo encadenen en la terraza a la intemperie durante un par de semanas o conecten a la puerta de la nevera el enchufe de 220 voltios que se encuentra en la pared trasera y ya me dirá usted si, misteriosamente, no comienza a perder peso, y después de unos cuantos días sin comer ni probar bocado ya verá usted como la sabia naturaleza vuelve todo a su cauce y los glutamatos anafilácticos dejan de inhibirse y las transaminasas dejan de aglutinar lípidos.
Jorl, jorl, esto me recuerda a una mujer que conocía que tenía cierto exceso de carnes y decía que retenía líquidos (textual). Luego te sentabas en un restaurante a cenar y veías lo que se engullía y pensabas exactamente lo que has escrito: «esta retiene líquidos y sólidos, no se deja nada». Es que con lo que comía ella, mi señora y un servidor cenábamos más que de sobra. Y no es que yo pueda presumir de tipazo precisamente.