Rocketman es mejor que Bohemian Rhapsody. El biopic musical de Freddie Mercury no es el único de la historia del cine, pero las comparaciones son inevitables. Bohemian Rhapsody no es la madre de Rocketman, pero sí comparten el mismo padre: Dexter Fletcher, director de ambas películas. Fletcher reemplazó a Bryan Singer cuando la producción sobre el fundador de Queen se encontraba por la mitad. Entonces, sus manos estuvieron maniatadas por los productores: entre ellos, miembros de la banda como Brian May. En este caso, Elton John, otro icono ochentero, le dio plenos poderes para que hiciese una película cuyo resultado abarca su vida desde antes de 1960, cuando era niño, hasta 1990, cuando entró en la clínica de rehabilitación.
Con la estela de Bohemian Rhapsody de fondo, también hay que hablar sobre la película en sí misma. Para empezar, Rocketman ha sido concebida como un musical y no una película con música o de canciones. Aquí los personajes cantan y bailan, empezando por su protagonista. Taron Egerton no se disfraza de Elton John, se viste de los pies a la cabeza. Tampoco lo imita ni hace playback, interpreta con su propia voz.
Rocketman es una mezcla entre La La Land y Casi famosos. Por momentos su ejecución es parecida a la primera, con coreografías de corte clásico, y a ratos es tan divertida y gamberra como la segunda. Pero sobre todo es explícita. También con las zonas más oscuras de Elton John, como cuando se intentó suicidar tirándose a la piscina de su mansión yendo hasta arriba de pastillas o su adicción a las drogas. También hay sexo manifiesto. Sí, desfasó a todos los niveles, tanto que la cinta arranca con el personaje confesando todos sus males. Al fin y al cabo, y pese a ser un ídolo de masas, es un ser humano: cuando todavía respondía al nombre de Reginald, fue un niño acomplejado por ser gordito y gafotas que sufrió el desprecio de sus padres. De hecho, empezó a salir del cascarón cuando se despidió de su figura paterna, quien le hacía sentirse un hijo no deseado y quien pese a ser un gran aficionado a la música nunca le contagió su afecto, ni lo abrazó. Sin embargo, Elton John no esconde su pasado ni se avergüenza de los errores que cometió tiempo atrás, etapa de la que, no obstante, conserva cosas buenas: su íntima amistad con su letrista Bernie Taupin (Jamie Bell).
Elton John volaba sobre el escenario y hacía volar a los demás. Sin embargo, el personaje extravagante que parecía ser no era más que una careta, lo mismo los trajes llamativos que vestía cuando salía a escena. Incluso tenía miedo escénico. Todo era teatro, una imposición de John Reid (Richard Madden), su exmánager y el primer hombre con el que se acostó. Realmente, Elton John era un introvertido extrovertido que tardó en conocerse y en aceptar su homosexualidad.
En definitiva, la historia de Elton John es la de un prodigio, un hombre diferente al que no le importó serlo después de tocar fondo y abrazarse a sí mismo. Y su película es una celebración de su figura. Un regalo para sus fans con un repertorio que aglutina sus mejores éxitos. Pero, ante todo, Rocketman es una película acertada y sincera, nada condescendiente.
[…] vi la estupenda Rocketman (recomiendo no perderse la reseña de Marcos Martín Reboredo en este mismo diario), y, como era de esperar, la gente abandonó el cine tarareando los temas del […]