La épica del deporte se construye a golpe de imágenes y recuerdos. En este sentido, el atletismo es generoso en la fabricación de iconos: Owens y sus medallas en el Berlín nazi, los puños enguantados de Smith y Carlos en México, Bolt (todo él)…
A nivel doméstico disponemos de menos referencias, pero alguna hay. Citemos a Mariano Haro luchando contra gigantes nibelungos en Múnich, a Cacho alzando los brazos en Barcelona o, más modestamente, a Bruno Hortelano exprimiéndose para completar la última recta del cuatro por cuatrocientos en Berlín. Tras disponer de una ventaja de treinta metros, el velocista terminó exhausto (hasta las cejas de ácido láctico, ese asesino silencioso) y fue rebasado por belgas y británicos. Conseguido el agónico bronce, los compañeros le repetían “te queremos” a modo de mantra balsámico.
Y es que pocas especialidades ofrecen emociones tan diversas como las pruebas de relevos.
Por un lado, son algo así como el PIB de los atletismos nacionales: miden su profundidad y su riqueza; por otro, permiten disfrutar de la magia colectiva de los deportes de equipo en una disciplina, por lo demás, tan ferozmente individual. Por último, regalan sorpresas que desafían a la rutinaria dictadura del cronómetro (ese testigo que se cae, ese cambio fuera de zona…).
De todo esto hemos podido disfrutar este fin de semana en el Campeonato Mundial de Relevos que se ha disputado en Yokohama, en lo que ha supuesto un ensayo con vestuario de los Juegos de Tokio, al menos en lo que a público y realización televisiva se refiere.
Lamentablemente, la RFEA no tuvo a bien enviar representación con lo que los equipos españoles no han optado a las plazas que se repartían en el evento para el próximo Mundial de Doha. La explicación oficial se parapeta tras el calendario: siendo este torneo en mayo y la cita universal en septiembre, se obligaría a los atletas a mantener la forma durante demasiados meses. Tal vez habría que preguntar al resto de países cuál es su fórmula mágica, porque lo cierto es que los resultados producidos y el complejo sistema de calificación han supuesto un serio varapalo para el futuro de nuestros relevos.
Empecemos por la burocracia: los diez primeros clasificados en Yokohama conseguían pasaporte para Doha. Como quiera que en el Mundial participarán dieciséis equipos, los seis restantes saldrán del ránking de mejores marcas.
El 4×100 femenino español es un cuarteto joven en progresión ascendente. Lamentablemente para sus aspiraciones, grandes potencias como las francesas o las británicas no han obtenido plaza en esta cita (y relevos de segunda fila, como Dinamarca, han pasado a la final con marcas mediocres). Como consecuencia, el registro para alcanzar una de las seis plazas restantes se ha encarecido hasta límites insospechados y ahora nuestras chicas deberían rebajar el récord nacional en más de medio segundo para cumplir el objetivo. Por mucho que Jael Bestué pueda suponer un salto de calidad (que lo hará) los 42.75 exigidos (de momento) parecen estar fuera de las posibilidades del equipo.
En el caso del relevo largo masculino la situación no es tan comprometida. Los favoritos han cumplido con su parte y ahora mismo los españoles ostentan la tercera marca de las seis primeras del ránking (con tres minutos pelados). A poco que respeten las lesiones, Husillos, Hortelano, Samu García y Lucas Búa tienen en sus gemelos la posibilidad de parar el crono en una marca que comience por dos.
Dejando aparte el enfoque nacionalista, merece la pena comentar el campeonato en sí. Es cierto que lo tempranero de la cita no ha permitido que se consigan registros de relumbrón, pero la emoción y la curiosidad por las nuevas modalidades han mantenido el nivel de interés de la competición en cotas aceptables.
Para empezar, llama la atención lo repartido de los oros: hasta cinco naciones diferentes supieron lo que es levantar los brazos en meta. A remarcar quizá el triunfo de Brasil en el 4×100 masculino o el de Trinidad y Tobago en el 4×400, también de hombres. En las pruebas mixtas el dominio norteamericano fue total, aunque a decir verdad creo que las innovaciones no han llegado para quedarse. O no todas.
Constatar que el relevo mixto 4×400 de Estados Unidos ha corrido un segundo más lento que el vigente récord del mundo femenino de la RDA no parece una buena carta de presentación. La razón, más allá de fechas o de la cuestionable limpieza de la plusmarca teutona, es evidente: por muy denso que sea el atletismo de un país no parece fácil conjugar las pruebas individuales, los relevos tradicionales y, además, encontrar media docena adicional de especialistas de alto nivel para las pruebas de nuevo cuño. Los chicles que se estiran demasiado terminan por romperse.
Otros experimentos como el descacharrante relevo de vallas, parecen más propios de ferias de pueblo o eventos escolares que de competiciones serias. Baste señalar que, por fas o nefás, la final de esta carrera terminó contando solamente con dos participantes…
Lejano todavía el horizonte de Doha, queda por delante un verano en el que los equipos de relevos españoles habrán de pelear duramente por sus objetivos. El récord nacional, para las chicas, ya sería un enorme premio aun sin el refrendo de participar en el Mundial. Para Husillos y compañía, el objetivo es más ambicioso: regalarnos un nuevo icono para nuestro equipaje de recuerdos.
El problema fundamental de esta competicion es que los 2 relevos 4×100 y 4×400 no dan para un evento especifico, y por eso empezamos a ver pruebas de relleno, cada vez un poco mas rebuscada o mas absurda.
El 4×400 mixto no esta mal, pero queda raro cuando corren el mismo relevo hombres contra mujeres. Acepto que ofrece una variacion tactica, pero parece mas logico empezar la carrera con una mujer y seguir a un hombre que en cierto mod haga de liebre, mientras el corre sin referencia. Puede ser la unica novedad con futuro.
A partir de ahi empieza una coleccion de pruebas a cada cual mas rara. El 2x2x400, donde los corredores de cada equipo (un hombre y una mujer) corren 2 veces no termina de ofrecer un atleta a pleno rendimiento. Corren, se reservan para el segundo relevo, para, vuelven a arrancar…
Pero las de las vallas se llevan el premio. No tienen sentido, corriendo de meta a contrameta, sin pasar un testigo (praticamente adivinas cuando llega tu compa#ero y puedes salir). Tendria mas logica un 4×400 vallas, aunque nunca habria calle libre y las distancias entre lo corredores dificultarian apreciar como va la carrera.
Entiendo que habia que llenar el programa, justificar el viaje de los equipos, el precio de las entradas y el contrato de television. Pero hay que mantener la seriedad. Faltaba un relevo corriendo con aletas de nadar y otro de obstaculos equilibrando un huevo en una cuchara, que el relevista sostendria en su boca.
Habria otras opciones; un 4×800 (o un 2×800 mixto), algo que creo que se llama relevo sueco donde cada atelta corre una distancia diferente (ahora no recuerdo si creciente o decreciente). Podria ser un certamen entretenido, solo hay que tomarlo con un poco de seriedad.