El domingo pasado, en la despedida a Godín, Griezmann brincaba al son de los cánticos de la afición. Nadie que haya visto la imagen de ese niño grande feliz habría pensado que dos días después anunciaría su marcha. Nadie que no lo conociera, claro.
Porque esa alegría innata del francés es también la fuente de todas sus idas y venidas en el Atlético. Su constancia en el terreno de juego siempre ha chocado con su coqueteo fuera de él. Que si ahora Manchester United, que si después el Barcelona. Un coqueteo que parecía simple flirteo, un intercambio de mensajes alguna fría noche de invierno… Pero que ha terminado en ruptura.
El cántaro ya se empezó a llenar la temporada pasada. La afición pasó por alto lo del United como un desliz inocente y sin malas intenciones, pero empezó a desconfiar en el momento en el que los mensajes se intercambiaban con un rival directo en la Liga. Griezmann, siempre dentro de su filosofía tan happy, no quiso ver el problema o no quiso atajarlo. Fue el héroe en la Europa League en Lyon, pero la afición le recibió con pitada en el siguiente partido del Metropolitano y él, incapaz de entender una situación que le sobrepasaba, se puso a llorar. Días después supimos su Decisión. Las aguas volvían a su cauce y volvía a sonreír, pero en la grada del Metropolitano nunca se fue del todo la sombra de la sospecha.
Y ahora la sospecha se hace realidad. Y es una realidad que no pilla por sorpresa. La bajada de cláusula de 200 a 120 millones a partir de este 1 de julio era una pista evidente de las intenciones de jugador y del club. Griezmann se quedó por la final en Madrid, la presencia de Simeone y la articulación de un proyecto en torno a él, lo que implicaba también interferir en fichajes como el de Lemar. La reducción del precio de su salida implicaba que si algo no funcionaba en esta temporada su marcha se facilitaría. Y así ha sido. Quizá el plan siempre fue ése.
Así que ya sólo queda decir una cosa: «Bon voyage, Grizi». Con el dinero que deja el club está obligado a ir al mercado y cubrir un hueco que parece fácil de cubrir, porque sólo es deportivo. Más difícil será remendar el roto de Godín, por ejemplo. Griezmann llegó y triunfó en el Atlético, pero también creció en él: una Europa League y dos Supercopas, una de España y otra de Europa. Títulos forjados en torno a un grupo y no a individualidades. El próximo Atleti será un Atleti sin Griezmann, pero no tiene por qué ser un Atleti peor. Porque la constante sigue siendo Simeone. Y él sí que se queda.
[…] raíz de la marcha de Griezmann, ahora solo falta por conocer si Diego Costa continuará o no la próxima temporada para saber si la […]
Lo de Godin tenía que pasar por la ley del tiempo que no perdona jamás. Esta claro,que pese a ser para mí, el mejor central de liga en esta década, su recambio Giménez hará que no se note…..Lo de Mario Hermoso para sustituir a Lucas,me parece una buena elección.
Y lo de Griezman, bueno,habrá que traer algo, Dibala suena muy bien….lo que no puede volver hacer el atleti es poner esas fichas mostruosas ( 45 kilos en bruto y a lo rebruto ) porque te atan y te condenan para otras soluciones si hay alguna emergencia