En la última semana del mes de enero del año 2007, apenas unos días antes de que se alzara con la primera Superbowl de su carrera en aquel partido bajo la tormenta que los Indianapolis Colts y los Chicago Bears disputaron en el Dolphin Stadium (29-17), Peyton Manning se acordó de una derrota que había sucedido quince años antes en New Orleans, Louisiana. Aquella otra vez, como casi siempre hasta la citada Superbowl XLI, Peyton, el hijo mediano de Archie, fue el perdedor.
Exactamente, ocurrió un viernes, el 27 de noviembre de 1992, un día después de que millones de familias estadounidenses celebraran la cena de Acción de Gracias: aquella noche, el Pickering High School eliminó a domicilio en el Michael Lupin Field en los cuartos de final del Campeonato Estatal Class 2A al Isidore Newman High School gracias a un field goal de 41 yardas en el último segundo del partido (21-23). El propio Manning, que observó atónito el desenlace de ese field goal desde la banda, fue el encargado de recordarlo tres lustros después en la víspera de la final de la NFL ante los Bears en Miami. Además, el mítico quarterback también quiso señalar al culpable de esa derrota, al kicker encargado de realizar esa patada a palos: se trataba de un alumno de intercambio.
Supongo que todos habréis adivinado ya que el verdadero protagonista de este texto no es el que según las estadísticas es uno de los mejores QB de la historia del football, sino que es el otro, su némesis, aquel estudiante de intercambio que recaló a principio de la década de los noventa en un instituto de Leesville, una pequeña localidad de poco más de seis mil habitantes cerca de la frontera con Texas y a más de cuatro horas de New Orleans.
Procedía de España y se llamaba, se sigue llamando, Manuel Pastor Rodríguez.
“Fue por casualidad. El primer día que fui al instituto me preguntaron si sabía jugar al fútbol europeo, lo que ellos llaman soccer. Al decirles que sí, me pidieron que hiciese las pruebas con el equipo de fútbol americano, ya que para la posición de kicker es una gran ventaja saber jugar al fútbol europeo. Hice las pruebas, me eligieron y pasé a formar parte del equipo”. Así de sencillo explica Manuel Pastor, más de veinticinco años después, su azarosa introducción en el football. Hasta aquel lejano día, él nunca había pateado un balón ovalado, pero el football terminó siendo un factor más en su perfecta adaptación tanto en New Llano, la pequeña localidad de poco más de dos mil habitantes en la que vivió con los Kay, su familia estadounidense; como en el Pickering High School, el instituto situado en la cercana localidad de Leesville. “Me acogieron muy bien. Fui a un pequeño pueblo de Louisiana como estudiante de intercambio durante mi último año de instituto. El objetivo era aprender inglés y, sí, al principio fue un poco impactante el cambio, no estar con tu familia y el idioma, pero muy pronto me adapté a la vida y cultura del sur de Estados Unidos”, rememora en la actualidad. No en vano, sus anfitriones hicieron todo lo posible para que así fuera: tan sólo un día después de su llegada a Estados Unidos ya le habían llevado a pasárselo bien a un Six Flags Water Park.
Más duros, sin embargo, fueron “los largos entrenamientos una vez terminadas las clases” de su nuevo deporte. “Se lo tomaban todo con muchísima seriedad”, explica Pastor. Y recuerda: “Teníamos cinco o seis entrenadores para los diferentes tipos de jugadas, masajistas, médicos para las lesiones, utilleros, obligación de hacer pesas y calistenia en el gimnasio del instituto. En los desplazamientos, algunos de tres o cuatro horas en autobús, la policía del condado escoltaba los autobuses. Los partidos no eran gratis, los espectadores tenían que pagar una entrada de cuatro euros por vernos jugar”. Y concluye: “Era sorprendente el grado de profesionalidad que le daban al football y lo cierto es que se competía de forma bastante seria. Era football de instituto nada más, ni siquiera de universidad, y por eso me parecía todo como muy organizado y profesional”.
Y más organizado y profesional todavía, claro, si de por medio estaba Peyton, la futura estrella de la NFL, el hijo mediano de Archie.
“Sí, ya había oído hablar de él antes de nuestro partido. Peyton Manning ya era bastante conocido en la liga de High School de Louisiana, principalmente por ser el hijo de Archie Manning, el famoso quarterback de los New Orleans Saints de la NFL. Eso, sumado a que a esa edad Peyton ya era un gran jugador, pues hacía que los jugadores y entrenadores de la liga ya hablasen mucho de él”, detalla Pastor, que tuvo la oportunidad de respaldar sobre el campo esas sensaciones previas: “Me pareció un jugador extraordinario. Ya en el High School, Manning era excelente y capaz de desplegar el mismo tipo de juego con grandes pases magistrales que posteriormente le hicieron famoso en la NFL”, reconoce.
Pero aquella noche de noviembre, aquel viernes en las vacaciones de Thanksgiving, el que venció fue él, no Peyton Manning.
“Comenzamos el partido ganando. Creo que incluso en el primer turno de ataque de nuestro equipo ofensivo fue capaz de anotar un touchdown. Pero a partir de ahí poco a poco Peyton Manning empezó a jugar de maravilla. A pesar de que nuestra defensa era realmente buena, él nos dominaba por completo con su sensacional ataque basado en el juego aéreo. Cuando Pickering jugó contra Manning yo ya había disputado unos veinte partidos entre campeonatos del distrito y los playoffs estatales, pero nunca había visto un quarterback de ese nivel y calidad”, explica Pastor antes de adentrarse en el momento culminante de su relato: un marcador de Newman High School 21 – 20 Pickering High School con únicamente tres segundos por disputarse antes del final del partido.
“Faltaban tres segundos y perdíamos 21 a 20, así que cuando me tocó intentar el field goal de 41 yardas que suponía ganar o perder sentía presión, pero también confianza”, relata Pastor, que con anterioridad había errado otro field goal de 36 yardas y un extra point. Y prosigue: “Justo antes de hacer el field goal, el entrenador del Newman, Tony Reginelli, pidió un tiempo muerto, lo que dilataba el momento e incrementaba la tensión. Recuerdo que fui a la banda pero no aguanté mucho ahí, así que volví al campo yo solo antes de que terminase el tiempo muerto y me fui al sitio concreto en el que tenía que hacer el intento de field goal, que por cierto no estaba centrado sino escorado a la derecha. Me concentré todo lo que pude en la dirección del tiro y no tanto en darle demasiada fuerza, ya que habitualmente yo era capaz de alcanzar esa distancia”. “Chuté, el field goal entró y, tres segundos después, ya estábamos celebrando la victoria”, sentencia.
Entonces, de forma instantánea, medio millar de habitantes de una pequeña localidad de Louisiana a cuatro horas de New Orleans se volvieron “locos” de felicidad.
“Me sacaron del campo a hombros, hay una foto muy bonita de ese momento”, se enorgullece Pastor. Y lo explica: “Supuso una alegría. Unas 400 personas entre familiares del equipo y fans se habían cruzado todo el estado de Louisiana para vernos jugar. Pickering nunca había llegado tan lejos en el campeonato estatal y por eso creo que la alegría fue tan grande”. “Además, yo me integré bastante bien en la comunidad, así que antes de volver a España el instituto de Pickering y la comunidad de Leesville me concedieron la distinción de Honor Citizenship Award, algo parecido al Hijo Predilecto de la Ciudad que se concede aquí”, completa.
Por su parte, Peyton Manning, pese a la derrota, también supo estar a la altura exigida para todos los grandes campeones.
“Fuera del terreno de juego se comportó también muy bien, demostrando gran deportividad. Y no sólo él, también todo su equipo y la institución del Isidore Newman. A pesar de la derrota que les habíamos infligido y de la forma tan dolorosa para ellos en la que ocurrió, celebraron un cóctel en nuestro honor para despedirnos y desearnos buen viaje. Ellos sabían que debíamos desplazarnos en el viaje durante más de cinco horas en los incómodos autobuses amarillos del colegio para regresar a nuestro pueblo en el noroeste del estado de Louisiana”, concede Pastor. Y finaliza: “Recuerdo que tras terminar el partido me di una larga ducha y fui de los últimos en llegar al cóctel que se celebraba en el gimnasio del Isidore Newman. Cuando entré en el gimnasio, todo el mundo se puso de pie y comenzaron a aplaudirme. Mientras eso ocurría, Peyton Manning, junto con el resto de capitanes de su equipo, vinieron a saludarme, a darme la enhorabuena por el field goal realizado y a desearme suerte en el resto del campeonato. Fue un gran detalle por su parte”.
Estrella televisiva
Tras ese partido, los periodistas tuvieron una presencia vital en los siguientes días de la vida de Manuel Pastor, que se convirtió durante una semana en toda una celebridad televisiva en Louisiana y que, incluso, fue elegido como el Player Of The Week en varias televisiones. “Fue una semana bastante especial”, concuerda el exkicker del Pickering High School. “Cuando vinieron las televisiones todo el instituto estaba eufórico y alborotado ya que nunca antes había ocurrido. Además de las entrevistas, algunas de las jugadas claves del partido también aparecieron en televisión”, relata. Y cierra emocionado: “¡Con 17 años pudimos vernos jugar por televisión, así que imagínese la tremenda ilusión que nos hizo!”.
En cualquier caso, el breve paso por la fama de Manuel Pastor, sus quince minutos warholianos, se acabó pronto: apenas una semana después, los Red Devils del Pickering High School fueron eliminados por los Greyhounds del Welsh High School (14-7) en las semifinales del Campeonato Estatal Class 2A de Louisiana y, terminada de esa forma la temporada de football, el estudiante de intercambio que derrotó a Peyton Manning no volvería a practicar football nunca más en su vida. “Me quedó la espinita de no haber podido jugar en el Superdome de New Orleans, el enorme estadio de los Saints de la NFL y que es donde se jugaba la final del Estatal”, se lamenta en la actualidad Pastor, que volvió al final de ese curso a España y que hasta el momento nunca ha regresado a Leesville (si bien espera poder ir al próximo homecoming de su clase, que se celebrará en 2023 con motivo del 30 aniversario de la graduación de los alumnos del curso del 1993).
Aunque también es cierto que la historia que ahora estamos contando pudo haber tenido un desenlace diferente para ese hombre que hoy en día lleva “una vida normal completamente alejada del deporte profesional”.
“La Universidad de Georgia Tech se interesó en becarme para estudiar la carrera allí y jugar en el equipo universitario. Las becas a deportistas allí son bastantes frecuentes”, admite Pastor. Sin embargo, él apenas tuvo en consideración la oferta del prestigioso centro universitario situado en Atlanta: “La verdad es que no me lo planteé muy en serio, ya que yo tenía claro desde el principio que estaría un año allí y que luego me volvería a España”, mantiene. Y cierra: “¿Haber tenido una carrera como kicker en la NFL? Es realmente muy difícil lograrlo, así que no le doy muchas vueltas al hecho de no haber intentado jugar profesionalmente”.
No importa.
Lo que podría haber ocurrido y ya nunca ocurrirá solo le interesa al azar.
Lo que sí que es seguro es que todavía hay gente en la comunidad de la pequeña Leesville que seguirá rememorando su hazaña en aquel instituto. Una hazaña que, aunque hayan pasado ya tantos años, tampoco ha podido olvidar toda una estrella del football, Peyton Manning, tal y como se pudo comprobar este año en este reportaje de Larry Holder en The Athletic: “Lo primero de todo, Peyton quiere agradecernos por haberle traído de nuevo a la memoria este mal recuerdo veinte años después. Te dije que se acordaría”, le cuenta con ironía Archie Manning al periodista. Y el patriarca de la legendaria saga de QB concluye: “Peyton me ha dicho que él sabía que era una patada de más de cuarenta yardas y que recuerda haber pensado: ‘Esto no va a ocurrir’. Y que más tarde se enteró de que fue un estudiante de intercambio el que hizo que esa temporada terminara para él”.
Un estudiante de intercambio que procedía de España y que se llamaba, se llama, se seguirá llamando, Manuel Pastor Rodríguez.
En fin, no somos más que la suma de los recuerdos que tenemos y de los momentos que todavía nos quedan por vivir.
Posdata
Nelson Stewart, uno de los compañeros de Peyton Manning en los Greenies de Newman, es el que mejor ha definido nunca lo que ocurrió esa noche en New Orleans: “Lo teníamos a punto y ellos patearon una oración”, le dijo a Lee Jenkins en un texto del año 2007 en el New York Times ya que al parecer, según lo que él mismo había confesado a los periodistas tras el field goal anotado, Manuel Pastor había rezado a Dios antes de aquel lanzamiento definitivo.
Una oración pateada.
Un milagro en New Orleans que entró entre los tres palos. Limpiamente y por todo el centro.
Alucinante. Nada menos que jugar y ganar contra el mejor quaterback de la historia. Gran artículo.