Si a uno le pidiesen que describiera una estupenda tarde fútbol, dudo mucho que en mi mente se apareciese una lluvia torrencial, un viento afilado, pocos grados centígrados, toda la humedad que cabe en la atmósfera madrileña y un cielo del color de las puertas de Mordor. Curiosamente, eso es precisamente lo que nos encontramos ayer en el estadio Metropolitano. Curiosamente, lo de ayer, fue una estupenda tarde de fútbol.
Puede que algo tan poco racional ocurra porque al final va a ser verdad esa idea que me ronda la cabeza y que dice que lo que vivimos los espectadores cuando vamos a ver un partido de fútbol en el estadio es completamente diferente a lo que otros espectadores ven por televisión. O puede simplemente que el Atleti tenga especial querencia por los partidos en los que el cielo se rompe y la grada se empapa. Podría ser. No hay más que recurrir al último encuentro europeo disputado en el Vicente Calderón y aquel precioso Baile Irlandés que protagonizamos entonces (y pido perdón por la autocita).
El Atleti volvió ayer a cantar bajo la lluvia. A un lado y al otro del césped. A pesar de que la racionalidad invitaba a quedarse en casa bajo la manta, un nutrido puñado de colchoneros decidió ejercer de lo que es. Porque una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo. Obviando las cantigas de los agoreros, ignorando a los que sólo entienden la vida desde la victoria, los aficionados decidieron arropar a su equipo en el presente, que es donde hay que hacerlo. ¿Sirve de algo? Menuda pregunta. Una que merece una respuesta como la de Don Lockwood en «Cantando bajo la lluvia»: no tengo tiempo de averiguarlo.
Afortunadamente, tuvimos la suerte de toparnos con un gran partido de fútbol. Los primeros diez minutos mostraron una versión de Atlético de Madrid que personalmente firmaría para la temporada que viene y para el resto de temporadas por venir. Dominante, elegante, intenso, con personalidad, vertical, incisivo y eficaz. Asistimos, encima, a los mejores momentos de Lemar como rojiblanco. El francés está en franca progresión y lo de ayer invita a ser optimistas respecto a un jugador que todavía es muy joven y parece sensato. Lo de Morata creo que ya pasó la frontera del optimismo y ha cristalizado en realidad. Es muy bueno y al Atleti le viene muy bien. Fija la defensa, ofrece salida por alto, tira desmarques, ofrece siempre una posibilidad de remate y encima mete goles. Creo honestamente que se ha ganado que el club haga un esfuerzo para que forme parte del Atlético de Madrid del futuro inminente.
Creo que el equipo colchonero se vio tan superior con el marcador a favor que, después de media hora de partido, tuvo un bajón de intensidad impropio de los equipos de Simeone. Un error en cualquier situación, pero mucho más si delante tienes al Valencia de Marcelino. Me gustó el equipo che. Sabe a lo que juega y lo hace muy bien. Rápido, intenso, con una defensa adelantada y presionante, muy difícil de salvar, y con un puñado de jugadores más que interesantes. Siempre fui un gran defensor de Parejo (incluso delante de amigos valencianistas) y parece que el tiempo ha venido a darme la razón. El único problema que le veo, que es el mismo que tienen otros equipos y que a la postre es lo que marca la diferencia en el fútbol de élite, es el gol. La falta del mismo. Que el máximo goleador del equipo sea un mediocentro como Parejo, creo que dice bastante al respecto.
El partido se fue empatado al descanso, pero dejó de estarlo al poco de reanudarse, gracias a un cabezazo de Griezmann. El equipo rojiblanco ya no perdió el control del partido hasta el final y ni siquiera el empate postrero de penalti supuso un contratiempo. Mi sensación es que el Atleti metió gol cada vez que necesito hacerlo.
El resultado cayó finalmente del lado de los de Simeone con un gol de Correa. Un gol (golazo, en realidad) del que me alegro especialmente. Porque es un gol que necesitaba, porque es un jugador por el que siento cierta debilidad y por esos cuatro que pitaron al argentino cuando salió al campo.
Me alegro también por fastidiarle la noche a todos esos presuntos neutrales que parecían deseosos por cantar el alirón del Barça antes de tiempo. Paciencia. No tardará demasiado. Llegará en breve y entonces podréis poneros a repartir las etiquetas de héroes, demonios, vencedores y fracasados. «Tus admiradoras sufrirán una decepción», diría Kathy Selden temerosa de lo que pueda decir la mayoría. No te preocupes, contestaría Don Lockwood: «Para mí ya sólo existe en el mundo una admiradora». Y sí, esa es la única que debería importar.
No le busques tres pies al gato.