El 2 de febrero se celebra en Estados Unidos y en Canadá el Día de la Marmota, donde los granjeros utilizan un método folclórico para predecir el fin del invierno según el comportamiento del animal cuando sale de hibernar. Esta celebración dio lugar a la conocida película en la que Bill Murray interpreta a Phil Connors, un arrogante meteorólogo de la televisión de Pittsburgh que, mientras cubre ese evento en Punxsutawney (Pennsylvania) se queda atrapado en un ciclo de tiempo, repitiendo el mismo día una y otra vez.
Por ello, Barça y Valencia homenajearon a su manera el mejor trabajo cinematográfico de Harold Ramis. En esta versión de 2019 filmada en el Camp Nou, Phil Connors encendía el televisor y mientras sonaban los acordes de “I got you Babe” de Sonny & Cher volvía a ver las mismas situaciones repetidas una y otra vez en esta temporada.
Repasando la alineación, Phil ya sabía de antemano que cuando este Barcelona de Valverde hace más de un cambio respecto a su once de gala naufraga en el medio del campo. Tampoco le sorprendería que, de nuevo, Rakitic fuera la sombre de lo que fue. O que Arturo Vidal tan solo aportase su músculo y actitud.
Phil, que lo ha visto una y otra vez en bucle, ya está convencido de que Sergi Roberto no es lateral derecho. ¿Qué podría decir de su novedosa ubicación como lateral izquierdo? ¿O de ese bucle infinito del club de fichar una y otra vez turistas colombianos a precio de centrales cuando solo se tiene un lateral izquierdo en la plantilla? En esa autopista recién asfaltada de la banda izquierda, Gameiro y Cheryshev chocaron con ese muro de hielo llamado Ter Stegen. Pero esas paradas también las había visto anteriormente.
Que el Valencia se adelantase en el marcador con un contragolpe fulminante de Gameiro y un penalti de Parejo, no traía dudas a la cabeza de Phil. Jugar como nunca y empatar como siempre ya lo había visto 12 veces en lo que va de liga.
Phil ni siquiera se desesperaba ya viendo que Chutinho tiene poca o nula importancia en el juego del Barça si no marca gol. Llamándose como la marmota, no es de extrañar que Phil (ippe) siempre haga la misma jugada: coger el balón en la banda izquierda, conducir hacia el centro y pasarla en horizontal al jugador más cercano que esté libre. Eso sí, hay que recordar, una y otra vez, que costó 160 millones de euros.
Como tampoco le llama la atención a Phil que Don Honesto respete tanto las jerarquías. Sucede en cada partido y esta vez le tocó entrar en la espiral a Aleñá, quizá el primer canterano desde Busquets que rinde bien en el centro del campo en cada oportunidad que recibe. Pese a ser el mejor hombre en el desorganizado medio campo blaugrana, el técnico optó, de nuevo, por la decisión fácil: cambiar a quien no se va a quejar.
¿Y por qué nada de eso alteraba al bueno de Phil? Porque ya había visto esta película una y otra vez y sabía que al final llegaría el Messias a arreglarlo. Ni sabe ya cuántas veces ha visto al alcalde del fútbol marcar dos goles en un partido, el segundo de ellos con una rosca teledirigida al palo por enésima vez. El golpe que lo dejó tocado, casi tanto como a los espectadores al sufrir lo peor, cambió ligeramente el previsible final: con Don Honesto en el banquillo tendremos, al menos, seis semanas más de invierno…
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