Hubo un tiempo en que el tenis fue en blanco y negro en nuestro país. Las victorias eran poco menos que gestas reservadas a los pioneros. Él también fue uno de ellos. Pero José Higueras (Granada, 1953), que empezó empuñando raquetas de madera, vivió el cambio al tecnicolor. Y lo experimentó en su propia piel cuando se marchó a Estados Unidos. Allí creció su tenis y su figura, allí llegaron sus mejores años, y desde allí, desde Palm Springs (California), atiende a A LA CONTRA convertido hoy en entrenador de éxito y asesor de la Federación de Tenis de Estados Unidos. Con él repasamos la evolución del tenis en estos 40 años, los nombres propios que dominaron entonces y ahora y su papel fundamental en la regeneración del tenis estadounidense. Higueras se sitúa al fondo de la pista, como siempre, para restar todas nuestras preguntas.
Al echar la vista atrás, a la España de los 70, dos nombres sobresalen en un cancha de tenis. Aquello era entonces prácticamente un coto reservado a Orantes y Santana, y en esas nuestro protagonista saltó a la pista. Lo hizo con una raqueta de madera, como eran todas entonces, y convertido ya en todo un especialista de la tierra batida: “El gran cambio en el tenis fue el paso de la madera al aluminio. Eso propició que se jugara mucho más agresivo, que los puntos fueran más rápidos y que el nivel medio subiera”, asegura Higueras, aunque repasando aquellos días y poniéndolo todo en perspectiva casi todo ha cambiado: “Ahora la tecnología ayuda mucho, los premios económicos han subido una barbaridad y el tenis se ha convertido en un gran negocio”. Pero no todo han sido ventajas: “Estos nuevos materiales también han propiciado una estandarización del juego en los últimos años, debido a la potencia con que se juega y a que el nivel técnico se ha equiparado. Y esto ha ido en detrimento del juego de ataque y de la diversidad en el mismo”.
Un tenista a la contra
Su irrupción en el circuito profesional coincidió también con el de una de las grandes raquetas de la historia del tenis. Fue en Madrid en 1973 cuando Higueras se enfrentó por primera vez a Björn Borg. El sueco tenía 16 años y lo que más le llamó la atención aquel día no fue su tenis: “Cuando le veías tan joven no deslumbraba por su técnica, deslumbraba por su fuerza mental. Eso solo se lo he vuelto a ver a Rafa Nadal. Son los dos tenistas, bueno yo diría deportistas en general, más fuertes en el aspecto mental”. Aquel partido lo ganó Higueras, pero no siempre cayó la pelota de su lado. En esa época tuvo que vérselas con alguna de las mejores raquetas de la historia del tenis: Borg, Lendl, Connors, Vilas, McEnroe, Wilander o el propio Orantes, por citar algunos. “En aquellos años el Top-10 contaba con jugadores extraordinarios, todos capaces de ganar un Grand Slam”.

Pese a todo, Higueras no duda al considerar a la actual generación de tenistas por encima de la suya, “sobre todo Federer, Nadal y Djokovic, esos tres están por encima del resto». «Estoy seguro de que yo no voy a ver otra rivalidad así y no sé si volveremos a ver a dos tenistas como Roger y Rafa que influyan tanto en el resto de tenistas por su estilo de juego”. En este punto intentamos alargar el juego y le devolvemos la bola a José en este partido de tenis-ficción con el que intentamos descifrar quiénes de aquella época hubieran plantado cara a los tenistas actuales: “Los campeones hubieran sido campeones en cualquier época, lo que marca a un campeón suele ser el carácter y no tanto la calidad tenística, y la principal virtud de este tipo de jugadores era la capacidad de adaptación, hubieran evolucionado y mejorado para ganar a estos, seguro”, sentencia Higueras.
La conversación vuelve entonces a Borg, uno de los jugadores que más admira el tenista granadino, para poner de manifiesto ese carácter camaleónico tanto dentro como fuera de la pista: “Con el juego que él tenía, ganar seis veces París y tan solo un mes después hacer lo propio en Wimbledon me parece un hito irrepetible (en realidad el doblete lo hizo en 1978,1979 y 1980). Porque antes las pistas del All England Club eran rapidísimas, cuatro veces más que ahora, y la gente sacaba y voleaba con los dos saques frente al contraste de la tierra de París que era lentísima y la bola iba más despacio. Para conseguir eso te tienes que mentalizar, no es solo cuestión de tenis y creo que no se le da el mérito necesario”.
Fue precisamente Roland Garros el trofeo más anhelado por Higueras. Y eso que su relación con el torneo parisino se podría calificar de amor-odio. Un experto en la tierra batida, como marcaba la vieja tradición española, alcanzó sus mejores actuaciones en la Phillipe Chatrier, aunque su lesión más dolorosa también se produjo allí. Fue en 1976, cuando se fracturó el codo y estuvo seis semanas de baja. Años más tarde alcanzó las semifinales. Vilas le apartó de la final en 1982, después de haber eliminado a Connors en cuartos (en ese momento, número 1 del mundo). Un año después, fue Wilander quien le negó su presencia en el último domingo del torneo parisino. “Nunca hubiera podido alcanzar esas semifinales si no me hubiera marchado antes a EEUU. Empecé a ver otra dimensión del juego, me abrió los ojos y me hizo mucho mejor jugador”.
Y es que hasta entonces el tenis de Higueras no terminaba de seducir al público español, su juego desde el fondo de la pista buscaba derrotar a los rivales a base de largos peloteos cargados de tenacidad y un esfuerzo ilimitado. “Era un jugador bastante aburrido, jugaba a la contra, siempre esperando al rival y pasando bolas, sin llevar yo la iniciativa. Pero yo jugaba así por la falta de conocimiento del juego, por no haber tenido otras experiencias en el tenis más allá de la tierra batida. No necesitaba, por ejemplo, ir a la red para desarrollar mi estilo”. Hasta la costa oeste estadounidense se había marchado Higueras hastiado de las críticas que su juego recibía en España y tras superar una Hepatitis B que había contraído. Allí descubrió otras superficies. “Cuando vine aquí me empecé a divertir mucho con el tenis, lo empecé a disfrutar más, empecé a entrenar otros conceptos porque jugaba más libre, sentía que podía experimentar, aprender y mejorar sin estar tan atado al resultado”. En Palm Springs, Higueras encontró su lugar en el mundo y aquello resultó liberador.
Aquel tenista que hasta entones solo había entrenado en tierra batida y solo había ganado títulos sobre arcilla consiguió ganar en 1983 el torneo de Indian Wells, disputado a pocos kilómetros del que hoy sigue siendo su lugar de residencia. “Posiblemente esa ha sido mi mejor gesta profesional. Cuando llegué aquí solo había pistas de cemento y empecé a entrenar en esa superficie, más rápida de lo que es ahora. La mentalidad de la gente aquí también me ayudó, de repente todo el mundo me apoyaba, el cambio también fue psicológico y en aquellos años (1982, 83 y 84) jugué mi mejor tenis”.
Maestro de campeones
Tras su retirada en 1986, el tenista se convirtió en entrenador y por sus manos empezaron a pasar algunas de las mejores raquetas del circuito. La lista está repleta de quilates: Jim Courier, Michael Chang, Sergi Brugera, Pete Sampras, Carlos Moyá o Roger Federer mejoraron sus recursos bajo la atenta mirada del granadino. A alguno de ellos como a Jim Courier lo llevó incluso al número uno mundial. “Courier tenía 20 años cuando empecé a trabajar con él, ya jugaba bastante bien. Estaba el 30 o 40 del mundo. El principal trabajo con él fue mental, porque tenía una ansiedad enorme cada vez que jugaba, que no le dejaba desarrollar al máximo su tenis. Luego también fue mejorando aspectos tenísticos, pero la cabeza fue fundamental”. El estadounidense alzó Roland Garros siendo su pupilo.
Con ese mismo objetivo le había llamado unos años antes el padre de Michel Chang. “Recuerdo que tenía 16 años y nunca había jugado en tierra, yo ni le conocía. Él y Pete Sampras fueron los primeros jugadores norteamericanos que entrené para jugar en tierra. Chang no tenía ninguna experiencia, pero su juego y sus aptitudes se adaptaban perfectamente para jugar en tierra. No tenía un perfil de jugador de pista rápida, tenía muy buena movilidad, no muy grande, defendía bien y entendía los conceptos”, rememora Higueras, quien también reconoce que su triunfo en París (1989) le sorprendió incluso a él.
Rafa Nadal impidió que, por tercera vez, Higueras conquistara como entrenador la Copa de los Mosqueteros. Fue en 2008 cuando Roger Federer recurrió a él para alcanzar el único Grand Slam que se le resistía entonces: “Cuando empecé a trabajar con Federer, estaba saliendo de una mononuecleosis, no es la primera vez que me enfrentaba a una situación así, la de un tenista saliendo de una lesión, no es ninguna excusa, pero hay que recordar que el cuerpo tarda 18 meses en volver a estar limpio y físicamente llegó un poco justo a aquel Roland Garros”. Enfrente en aquella final estaba un intratable Rafa Nadal que ganó ese Grand Slam sin perder ningún set, “ante cualquier otro rival le hubiera valido, pero ante Rafa era imposible ganar ese año”. De aquella breve pero intensa relación con Roger (fueron apenas siete meses trabajando con el suizo) Higueras destaca la “calidad humana” de Federer y “la pasión que siente por el tenis”. “Me pidió que estuviera con él 15 semanas al año, lo que suponía dedicarme en exclusiva a él, pero entonces me llegó la oferta de la USTA (Asociación de Tenis de Estados Unidos) y me hacía mucha ilusión influir en otros entrenadores y mejorar el tenis de este país”.
En ese momento, a finales de 2008, Estados Unidos vive la mayor sequía de talento sobre una pista de tenis. Las carreras de Roddick, Fish o Blake encaran una pronunciada cuesta abajo y en el horizonte no asoman nuevos talentos. Solo las hermanas Williams mantienen el orgullo de las barras y estrellas en el circuito femenino. Ese es el contexto del tenis norteamericano cuando aterriza en la USTA, cuando es nombrado director de coaching de la federación estadounidense de tenis: “Durante los cuatro primeros años hacía un poco de todo. El nivel de entrenadores era bastante bajo y había que cambiar la cultura y la filosofía de trabajo, no había muy buenos hábitos dentro de la estructura deportiva y de la formación de los jóvenes. Desde el principio les dejé claro que este era un proyecto largo, de 10-12 años y me dieron plenos poderes”. Y es que tal y como explica Higueras la competencia deportiva en Estados Unidos es feroz (béisbol, baloncesto, fútbol americano e incluso el fútbol), “y esto dificulta la captación de buenos atletas para el tenis”.
En cualquier caso, el programa desarrollado durante esta última década con chicos y chicas que comienzan a formarse desde los 10 años empieza a dar sus frutos y ya son varios los hombres y mujeres formados bajo el programa de la USTA, tutelado por José Higueras, que están cosechando éxitos en el circuito profesional. Frances Tiafoe, Reilly Opelka, ambos potenciales ganadores de Grand Slam según Higueras, o Taylor Fritz ya están dando guerra en el circuito de la ATP, mientras que Sloane Stephens y Madison Keys fueron las protagonistas de la final del US Open femenino 2017, en el que se impuso Stephens. “En chicas llevamos más camino recorrido y nos resulta más fácil captar y desarrollar jugadoras. Con los chicos tenemos que ir con cuidado porque cuando son jovencitos empiezan a tocar dinero, fama y no asumen los esfuerzos del circuito profesional, y cuando se quieren dar cuenta se les ha escapado el tren”, desvela Higueras.
Lo que el entrenador español anhela es que alguno de sus pupilos esté listo para tomar el relevo de los Federer, Nadal y Djokovic que siguen ganando y dominando en todas las superficies. “En un momento u otro se acabarán y esos trofeos estarán ahí para quien más los desee, hay una camada nueva, bastante talentosa donde aparecen Zverev, Tsitsipas o Tiafoe, aunque para derrotarlos deberán fortalecer su carácter, hacer los esfuerzos necesarios que exige el día a día para mejorar”. Antes de que ese cambio de guardia llegue preguntamos a Higueras cómo ve él la carrera por los Grand Slams de los tres tenores: “A Federer se le está acabando el tiempo, porque el cuerpo ya no se recupera igual a esa edad y quizá su mejor oportunidad de ganar otro Grand Slam sea Wimbledon. Rafa, si está bien en París, no sé quién le puede ganar, no tengo dudas de que puede llegar a 20 y lo mismo con Djokovic, que es un poco más joven y está dominando los últimos tiempos”.
A escasos días del sorteo de la fase final de la nueva Copa Davis, Higueras nos da su opinión sobre el remozado torneo. Él que defendió a España bajo el anterior formato lamenta “que se pierdan las eliminatorias en casa” y espera que «el cambio suponga una mejora para el tenis y no responda a intereses exclusivamente económicos o políticos”. El actual asesor de la USTA y ganador de 15 torneos ATP, camina hacia los 66 años pero no piensa en jubilarse, sino en seguir puliendo el talento y ayudando a los más jóvenes. Lo seguirá haciendo desde la que ya es su segunda casa, en el Valle de Coachella en California, desde donde concluye: “La nueva Copa Davis solo triunfará si acuden las mejores raquetas”.
It was the last year in Forest Hills & it was a final farewell from a graceful champion who had a 25+ year career in the sport.
Watch ?? legend Ken Rosewall win this great rally ? Jose Higueras after having to toss aside his loose hat…
?: 1977 #USOpen pic.twitter.com/yRmAOWJVVb
— US Open Tennis (@usopen) 31 de enero de 2018