Tiene tan claros sus objetivos como la fecha de su retirada. No se le borró la sonrisa de la cara durante la hora que duró la entrevista, y es que creo que es de esas personas que deja a un lado las cosas negativas de la vida para coger mucho más impulso en su día a día. Tomemos nota de su filosofía. «Cuando hablas o haces algo que te apasiona el resultado es estar siempre feliz, seguro que a ti también te pasa…», me dijo, y me dejó pensando en si valoro lo suficiente las cosas que me aportan bienestar. Fui a charlar con Marta Pelegrín, jugadora del Futsi Atlético Navalcarnero, el mejor equipo de fútbol sala femenino del continente, y no solo disfruté de un relato apasionante, sino de una gran lección. La murciana ha crecido sobre la pista, ha subido y bajado escalones de autocares y vestuarios durante años que la han llevado a recorrer España, Europa y más allá. Esta es la historia de una niña que nació con las cosas claras, creció con estrella y se convirtió en una de las mejores jugadoras de España, pero no solo eso, en sus ojos vi el reflejo de muchos otros sueños y de miles de promesas que podrían encontrar en ella un espejo perfecto del que tomar ejemplo. Con el primer Europeo de fútbol sala femenino a punto de empezar, hablo con Marta de las opciones de la Selección, de todas las cosas que la han marcado y de cómo ve su presente y su futuro.
– ¿Tu primer encuentro con el balón fue por accidente o ya tenías claro que esa cosa redonda te llamaba la atención desde que diste tus primeros pasos?
Yo creo que nací con un balón debajo del brazo. Siempre pedía balones, nunca muñecas y si no, le pegaba patadas a cualquier cosa. Jugaba en el colegio y gracias al apoyo de profesor que tenía allí, estábamos otra chica de mi generación que también era buena, mi hermana melliza, que ahora ya no juega tanto, y yo. Éramos tres chicas en el colegio y había alguna más a la que le gustaba, así que decidimos hacer un equipo para competir entre colegios. Nuestro profesor no se había visto nunca en una de esas porque claro, tres mujeres que coincidan jugando al fútbol… pero lo hicimos. Quedamos campeonas de Murcia, entre colegios, todo muy bien. Entonces me vio un entrenador y me dijo que me tenía que federar. Yo estaba haciendo natación, ballet, gimnasia rítmica… Duraba como un año y medio dos en esos deportes, menos en natación que duré ocho…
– ¿Cómo se pasa del ballet al fútbol?
(Risas) Sí, pero yo quería apuntarme a fútbol, lo repetía constantemente, fútbol, fútbol… Tuvo que ir mi entrenador a hablar con mi madre para decirle que tenía que apuntarme a fútbol, que tenía unas cualidades muy buenas y que podíamos llegar lejos.
– Eras una niña…
Tenía ocho añitos y fui a apuntarme a un club allí en Murcia, lo que pasa es que no podía competir, me federé pero no podía competir porque las categorías eran muy altas, yo era muy pequeñita y no tenían equipo de mi edad. Solo entrenaba y los fines de semana pues iba a ver el partido y ya está.
– ¿Cómo se lo tomó tu familia desde el principio? ¿Te lo pusieron fácil?
Al principio mi madre me quería apuntar a todos los deportes, pero cuando yo dije que quería fútbol y me empeñé, lo respetó. Fue a verme a un partido y en ese momento ya dijo «para adelante» y desde entonces me iban a ver jugar siempre… Me han apoyado al 100%.
– ¿Y la experiencia en el colegio?
Siempre ha habido comentarios…lo típico…
– ¿Y cómo gestiona una niña tan pequeña esa presión?
Lo que hacía era llevarme bien con todo el mundo, con los chicos muy bien, intentaba ser uno de ellos para que no me criticaran, ¿sabes? Siempre había comentarios pero eran más de aquellos que no eran mis amigos. «Ah mira una chica jugando al fútbol», pero cuando me veían jugar de verdad, como jugaba tan bien y no se notaba la diferencia, no me decían nada. Eran peores con aquellas chicas que intentaban jugar y eran malillas. Siempre decían que no querían que jugasen, pero a mí siempre me elegían..
– El talento callando bocas…
Tuve esa suerte. No he tenido una infancia difícil, siempre había algún comentario pero yo era bastante pasota en ese sentido, lo demostraba en el campo. Cuando decían cosas como «las chicas no saben jugar», yo saltaba al campo y decía «a ver si es verdad», los regateaba a todos y esa era mi manera de responder. Era la única forma, era difícil defenderse siendo mujer. Yo me dedicaba a jugar al fútbol sala allí en el patio del colegio y no me quería pelear con nadie. No recuerdo haberlo hecho, ni haber llorado, ni haberme ido a casa pasándolo mal, he sido afortunada en ese sentido porque siempre lo gestionaba bien, jugando, que era lo que mejor sabía hacer.

– Es que arrancaste muy joven, con apenas ocho años…
Sí, empecé en un club que se llamaba Universidad de Murcia. Dos años más tarde me vio la UCAM (actual Pozo Murcia UCAM), y Margarita, la antigua presidenta, me dijo que me querían fichar, hice la prueba y me cogieron. Estuve hasta los 18 años en la UCAM. Pasé por todas las categorías, infantil, cadete, juvenil y División de Honor (la actual Primera). Jugué mi primer Campeonato de España como infantil, llegué a la final contra Anita Luján, que por cierto, Anita y yo, una desde Murcia y otra desde Madrid, siempre hemos tenido vidas paralelas… Era ella la capitana de la Selección madrileña y yo la capitana de la Selección murciana… Mi infancia ha sido siempre contra Anita Luján.
– ¿Había poca renovación? Por lo que me comentas y por haberlo vivido, al final siempre nos cruzábamos o veíamos las mismas caras alrededor del fútbol sala femenino en España, ¿eso ha cambiado?
A día de hoy hay más movimiento, hay mucha más cantera.
– Tú, por ejemplo, ascendiste muy rápido…
Cuando llegué al cadete y cumplí los catorce años el entrenador me tenía mucho aprecio y creía que podía llegar muy lejos así que me subió a División de Honor. En aquel momento jugaba en cadetes, en juveniles y en División de Honor, había fines de semanas que llegaba a jugar hasta tres partidos, en alguno quizá no jugaba, pero siempre estaba convocada. Así estuve hasta los 16.
– ¿Cómo eras capaz de combinar tres equipos con los estudios? Porque no estamos hablando solo de la carga de los fines de semana, sino de la carga de entrenamientos semanales, desplazamientos…
Fíjate, yo a día de hoy ni me acuerdo, creo que por lo duro que fue. Porque ahora veo a mi hermano que solo tiene que estudiar y ya le cuesta, así que yo ahora mismo no soy capaz ni de imaginármelo. Yo hacía tres entrenamientos con mi equipo, cinco con los de División de Honor, más los partidos… Era una auténtica locura. Así me mantuve dos años, hasta que solo jugaba con el juvenil y a los 16 años me subieron a División de Honor únicamente. Así que puede decirse que desde los 16 he estado jugando en Primera División. Hasta los 18, aproximadamente, que la UCAM descendió una división y fue entonces cuando me llamó el Roldán, que también era de Segunda. Yo llevaba ya muchos años en la UCAM, cambió la directiva y me apetecía un cambio de aires. Era pequeña y no era consciente todavía de lo que era bueno o malo para mí, pero a día de hoy creo que fue bueno. En aquel momento me arriesgué, tomé yo sola la decisión y mis padres me apoyaron. Fiché por Roldán y ese año quedamos campeonas de Segunda así que ascendimos ante Collado Villalba, que creo que ha sido el ascenso con mayor porcentaje de goles.
– Ahí ya empezó todo a ponerse mucho más serio…
Estuve cuatro años en Roldán, uno en Segunda y tres en Primera, de los 18 a los 22. En esos cuatro años hice la carrera de Estadística Empresarial, estudiaba en Elche, tenía una hora de ida y una de vuelta en tren todos los días, además lo compaginaba con trabajar en Decathlon. Trabajaba como diez horas a la semana, dos días. Había días que a lo mejor me levantaba a las 6:00, cogía el tren, me iba, de 8:00 a 14:00 tenía universidad, a las 15:00 llegaba a Murcia, comía muy rápido, a las 16:00 me iba a trabajar hasta las 20:00, y a las 20:00 me recogían y nos íbamos a entrenador de 20:30 a 22.30.

– ¿Dudaste en algún momento? ¿Llegaste a decirte a ti misma «no puedo con este ritmo»?
No. La verdad que la gente alucinaba conmigo, pero para mí era normal. Influye que me gusta hacer muchas cosas en mi vida, no me gusta quedarme en casa. Ahora miro hacia atrás y no sé si sería capaz de volver a hacerlo, de verdad te lo digo.
– Y entonces se cruza el Futsi en tu camino…
Después de esos cuatro años en Roldán, el último partido de Liga lo jugamos contra el Futsi y me salió un verdadero partidazo. Yo conocía un poco a Leti y a Anita Luján (actuales jugadoras del Futsi) que estuvieron en la UCAM cuando yo estaba en Murcia y me dijeron que por qué no me venía para Madrid. Yo justo acabé la carrera e insistieron, pero siempre he tenido una filosofía de vida que era que no iba a vivir del fútbol sala, no porque no pudiera, sino porque yo no iba a querer.
– Aunque quisieras tampoco se puede…
Claro, no se puede, es imposible. Pero por ejemplo ahora mismo hay brasileñas en mi equipo que solo viven del fútbol sala y viven de lo que les da el equipo, pero yo nunca he querido eso. Me plantee que quizá era el momento de dar el salto a otra ciudad, porque había terminado mi carrera y encima Madrid era una ciudad que ofrecía muchas oportunidades, no es lo mismo en Murcia, y de mi carrera, de Estadística, mucho más. Dije venga voy a intentarlo, si encuentro trabajo, me voy a jugar al Futsi a Madrid. Y así fue, me puse a buscar trabajo, me llamaron de Cepsa, estaban interesados en mí. Todo fue rapidísimo, cuestión de una semana, parecía que estaba todo escrito. A finales de julio me contrataron y entonces llamé al Futsi para decirles que me venía para acá. Y esta es mi quinta temporada ya, hace cinco años que llegué aquí. Mi vida deportiva en el Futsi ha sido increíble.
– ¿Te acuerdas de todo lo que has ganado con el Futsi? A ver si eres capaz de enumerarme todos los títulos que has conseguido…
A ver, dos Ligas, cuatro Supercopas, tres Copas de España, dos Europeos y un montón de torneos internacionales… en cinco años.
– Y después de haberlo ganado absolutamente todo, ¿cómo mantienes la ambición por levantarte cada día, ir a entrenar, jugar cada partido como si fuese el último y seguir queriendo competir al máximo nivel?
Es que yo he tenido ese gen competitivo desde pequeña, si no yo creo que no hubiese durado tanto en el fútbol sala, porque como hemos hablado, he hecho muchísimas cosas en mi vida y si no tuviera ese gen y ese amor por el fútbol sala lo hubiera dejado, porque no hubiera podido compaginarlo todo. Además, el fútbol sala siempre ha ocupado el final del día, era estudiar, trabajar y entrenar. No he tenido problemas a la hora de conciliar porque siempre iba con mi trabajo o con mis prioridades por delante, si me queréis, tiene que ser así. Y siempre lo han respetado. En cuanto a lo de ganar, como yo lo veo, es que todos los integrantes del club tienen ese gen competitivo, no hay nadie que no lo tenga, eso es lo que nos une a todas. Queremos ganar en cada entrenamiento, vamos, en el equipo en el que estás, que siempre echamos un partidillo al final, quieres machacar a tus propias compañeras. Si quedas 4-0 abajo, hay días que hasta que no te pegas la ducha después de entrenar no le hablas a la compañera que tienes al lado porque te ha metido un par de goles. El secreto está en que todas tenemos ese gen. A veces lo decimos, nuestros entrenamientos son mucho más duros que los partidos. Llega el encuentro con el típico equipo que viene a Navalcarnero casi sin cambios, a encerrarse atrás y sin ganas de competir y piensas: «el entrenamiento del jueves fue mucho más duro que este partido, y el del miércoles, y el del martes, y el del lunes». Ahí está el secreto, dicen que como se entrena se juega, pues es que nosotras entrenamos más fuerte de lo que se ve después en los partidos.

– ¿Cómo os veis este año? Estais a tres puntos del Burela ahora mismo…
Nos vemos bien, lo que pasa que es como tú dices, yo llevo cinco años, pero este equipo antes de que yo llegara hizo el triplete, entonces son ya seis temporadas en las que están luchando por todo y ganando casi todo. Yo ya llevo cinco años y lo noto, no sé cuánto voy a aguantar con esta exigencia. Como no entrenes bien, te quedas en el banquillo el fin de semana. Después vas a un equipo cuyo entrenamiento sale medio mal y juegas, pero aquí como no entrenes bien tienes a diez jugadoras que están entrenando mejor que tú y ten claro que no vas a jugar.
– Bueno, eso también va de la mano de asumir que sois el mejor equipo de Europa…
Bajo mi punto de vista también. O por lo menos el más constante. Ahora mismo nos está costando más que otros años, también porque el nivel sube, Burela ahora mismo está increíble, eso no podemos negarlo y tiene un equipazo también. Pero también todos los equipos quieren a ganarnos, nos ganan y ya han hecho la temporada. De momento estamos imbatidas porque hemos empatado tres partidos, sí que es verdad que Burela solo ha perdido un partido, que ha sido contra nosotras. Si ganamos todos los partidos que nos quedan de aquí a final de temporada, somos campeonas, dependemos de nosotras mismas, pero no podemos pinchar más, tenemos partidos muy difíciles. Ahora mismo no nos planteamos el final de Liga, pensamos en el siguiente partido contra la UA, porque no, no tenemos que ganar la Liga, tenemos que ganar el próximo partido, porque como falles, ya no dependes de ti misma. Burela lleva una dinámica de no fallar, así que nosotras tenemos que ir partido a partido.
– Si hablamos de la comparación entre fútbol sala masculino y femenino, ¿piensas en igualdad o en equidad?
No vamos a ser iguales, pero porque la mujer, para empezar, juega al fútbol sala de manera diferente al hombre. Al final es el mismo deporte, pero somos menos físicas, somos más tácticas en algunos momentos, entonces lo que es en sí el deporte es diferente de ver. Lo que necesitamos son las mismas oportunidades, no que nos vean de la misma forma. Una gran noticia, por ejemplo, que se ha publicado estos días, es que el Inter Movistar va a tener equipo femenino y eso es muy buena noticia porque ahora mismo es el mejor equipo de Europa, e incluso diría del mundo.
– Háblame de España, tú que convives en el vestuario con varios pesos pesados como Anita Luján, Ame Romero o Marta Balbuena, ¿cómo ves al equipo a pocas horas de que empiece el Europeo?
Yo creo que vamos a ganar. El único país que puede hacerle un poco de sombra a España ahora mismo es Portugal. Debutamos contra Rusia y es un equipo muy compacto, pero creo que debemos ser superiores. Es verdad que nos hemos chocado alguna vez contra Rusia, hemos empatado algún partido, pero para mí eso es un fracaso, España tiene que ser muy superior a Rusia, por la Liga que tenemos y por los años que llevamos jugando a este deporte. A Rusia le tenemos que ganar y bien, y ya te digo que el único que puede hacerle sombra a España es Portugal.
– Contamos con que ganamos a Rusia y que jugamos la final contra Portugal porque vence a Ucrania en la otra semifinal…
Sí, ese es mi pronóstico. A ver, yo creo que va a ganar España, pero tienen que hacer un partido muy muy serio porque en los dos últimos encuentros en Tenerife no hubo pleno de victorias, así que va a estar igualado. Tienen que jugar my bien, ser muy serias y seguro que ganamos, tenemos muy buen equipo. Coges el equipo que tiene Portugal y coges el nuestro y las bañamos. Llevamos un equipazo, deberíamos ganar, no hay excusa.

– Aparte de tu faceta como futbolista, ¿qué es lo que más te gusta hacer?
Ahora estoy descubriendo mucho todo lo que me aporta viajar. También me gusta mucho estar con mi familia. Soy muy familiar, lo que pasa es que hace cinco años que estoy aquí y también me gusta vivir mi vida. Antes era muy «madrera», la que más de todos los hermanos y ahora he superado ese trauma (risas).
– Tu lugar en el mundo…
San Francisco. Me gustaría vivir en otro país, pero no en Europa, fuera. Bien lejos.
– ¿Y cómo pinta el futuro?
Tengo 27 años y creo que me quedan dos años en el fútbol sala, dos o tres. Tengo claro a día de hoy que quiero crecer profesionalmente, enfocarme en otras cosas, quiero viajar. Ya te digo, dos, tres años como mucho, hasta los 30, pero porque quiero hacer otras cosas en mi vida y al final yo creo que haber estado cinco años en el equipo más exigente de toda la Liga y de Europa desgasta muchísimo. Me apetece hacer otras cosas, llevo desde los 14 años montada en un autobús todos los fines de semana, menos el mes de verano (julio) y quiero tener otras experiencias. Creo que no podré dejar el fútbol sala del todo, pero sí lo disfrutaré a otro nivel, o incluso podría probar otro deporte. Es cierto que tengo una espinita, yo siempre he querido jugar al fútbol 11. Me quiso fichar el Rayo hace un par de años. Y no sé, a lo mejor quién sabe, lo mismo dejo el fútbol sala y me meto a fútbol 11, tengo claro que el objetivo sería llegar a la Liga Iberdrola. En dos o tres años veremos, es una cuestión de prioridades. Esos son mis proyectos.
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