El presupuesto del Athletic Club de Bilbao la pasada temporada, la 2017-18, fue de 116 millones de euros, el sexto más alto de la Liga, solo por detrás de Villarreal (117), Sevilla (212), Atlético de Madrid (347), Real Madrid (690) y Barcelona (897). Para la presente campaña, la 2018-19, su tope salarial es de 88 millones, el octavo más alto, el primero de los equipos que no disputa competición europea.
No cabe duda de que el Athletic es uno de los clubes más ricos de España, en muchos sentidos, pero de qué le sirve tener dinero si no puede gastarlo en fichajes. Básicamente, en eso se resume la situación que atraviesa la institución presidida por Aitor Elizegi, o, cuando menos, ese es el pensamiento que gobierna en la mente de gran parte de los aficionados, a los que, por cierto, les enamora la política deportiva del club, que se resiste a la colonización del fútbol moderno. Motivo por el cual se ha convertido en más que un equipo. Sin embargo, de manera progresiva, la oferta de jugadores nacidos o formados en Euskal Herria, que incluye a Navarra y al País Vasco francés, tal y como decidió aclarar el club en su página web el año pasado, se ha hecho más reducida. O, simplemente, la competencia de otros clubes, incluidos los extranjeros, interesados por futbolistas vascos es cada vez más feroz: Fernando Llorente (Juventus), Javi Martínez (Bayern), Ander Herrera (Manchester United) o Kepa Arrizabalaga (Chelsea). Actualmente, su mayor cometido, donde invierte sus esfuerzos, es en mantener jugadores en vez de incorporarlos, como la renovación sin cláusula de Iker Muniain.
Con la llegada de Cristian Ganea a la primera plantilla en verano y ahora la de Kenan Kodro en el último día del mercado de invierno como recambio de Aritz Aduriz (estará entre 4 y 5 semanas de baja), el debate en torno a la histórica filosofía del Athletic se reabre. Kodro ha pasado sin brillo por el Mainz 05 alemán, el Grasshopper suizo y el Copenhague. El internacional con Bosnia en nueve ocasiones nació en San Sebastián durante la etapa deportiva de su padre Meho Kodro en la Real Sociedad, club vecino y rival que, de forma similar, compartió la política llevada a cabo por el Athletic hasta 1989 con el fichaje del británico John Aldridge.
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— Athletic Club (@AthleticClub) 1 de febrero de 2019
Desde su fundación en 1898 hasta 1912, el Athletic llegó a contar en sus filas con jugadores ingleses, como Alfred Mills, Cockram o Langford.
De hecho, algunos de ellos formaron parte de la directiva constituyente del club. Además, su primera camiseta fue de azul y blanca. Lógico, debido a la influencia de los marineros británicos que trabajaron en los puertos de Vizcaya. Que hoy en el vestuario solo haya jugadores con raíces vascas se remonta a aquellas fechas, cuando la comisión organizadora de la Copa del Rey, entonces Copa de España, estableció que los jugadores que participasen en ella debían demostrar que llevaban viviendo como mínimo seis meses en el país. Lo normal, por entonces, era traer jugadores británicos cuando se acercaba la competición.En la edición de 1911, el Athletic eliminó al Fortuna de Vigo con dos jugadores provenientes de las islas, Smith y Martin, que, supuestamente, no cumplían con los requisitos acordados. La Real Sociedad lo denunció, pero la Federación Española de Clubes de Fútbol (FECF) desestimó la protesta. Los donostiarras decidieron retirarse de la Copa. No obstante, el Athletic no fue el único equipo en infringir la norma, ya que el Barcelona, en su partido contra el Gimnástica de Madrid, alineó hasta a cuatro extranjeros. La Federación, en esa ocasión, sí mandó repetir el partido sin la presencia de esos jugadores; el club catalán se negó a hacerlo y partió de vuelta a la Ciudad Condal. La Copa siguió adelante y, finalmente, el Athletic se proclamó campeón, aunque sin tomar el riesgo de alinear a Smith y Marin.
Al año siguiente, el comité estableció que en la Copa solo podrían participar jugadores considerados españoles según la Constitución. Con la llegada del profesionalismo, los equipos empezaron a contratar futbolistas de otros países, pero el Athletic no (casi nunca). Y no perdió capacidad competitiva, pues todavía es uno de los tres clubes españoles, junto a Real Madrid y Barcelona, que jamás ha descendido a Segunda División. Sería correcto decir que el Athletic es diferente desde (casi) el principio. En los bares de Bilbao, hace unas décadas se escuchaba decir que “Dios solo creó a un equipo perfecto, a los demás los llenó de extranjeros”; pero el que escupe para arriba en la cara le ha de caer…
Esta filosofía se ha mantenido desde entonces, pero ha habido excepciones. Al filipino Marcelino Galatas, natural de Manila, le ofrecieron jugar con el primer equipo cuando apenas tenía 16 años. Su tempranero debut se debió a la lesión del interior izquierdo titular José María Laca. Fue el 20 de febrero de 1921. Galatas solo jugó aquel partido con la camiseta del Athletic Club de Bilbao. Más tarde, pasó por el SD Deusto y la Real Sociedad para terminar su carrera deportiva en el Athletic de Madrid. Antes de colgar las botas, fue internacional con España en una ocasión, en 1927. El protagonismo de su compatriota Ignacio Larrauri con la camiseta del Athletic fue similar. El de Goa, en vez de uno, jugó cuatro partidos. Tres de Liga y uno de Copa, en la temporada 1940-41.
Sus pasos fueron testimoniales en comparación a la presencia que tuvo el chileno Higinio Ortuzar en el primer equipo. De Santiago de Chile, fue el primer futbolista profesional de su país en jugar en España. Estuvo cuatro temporadas en Bilbao. Con el Athletic, cosechó una Liga (más otras dos con el Valencia CF) y una Copa del Generalísimo en 1943. Histórico doblete e histórico chileno para el Athletic.
Los sucesores de Galatas, Larrauri y Ortuzar
A cuenta gotas, pero la norma no siempre se ha cumplido con la misma rigurosidad. Digamos que se ha ido adaptando a los tiempos. Sobre todo, últimamente, en la Edad de la Goblalización. Después de más de cuatro décadas exentas de fichajes exóticos, en 1986 llegó el guardameta Vicente Biurrun de tierras brasieleñas. Nació en Sao Paulo, pero tiene la nacionalidad española por sus padres vascos, establecidos en Brasil por motivos laborales. Regresó a España cuando apenas tenía cinco años. “Cada uno nace donde le echan… Ni he vuelto a Brasil”, dijo en una entrevista. Se formó entre la Real Sociedad, donde fue el suplente de Luis Miguel Arconada durante dos temporadas sin disputar un solo partido, y el Osasuna, antes de recalar en Bilbao como remplazo de Andoni Zubizarreta; fue titular indiscutible hasta 1990.
El siguiente fue el lateral internacional francés Bixente Lizarazu, procedente del Girondins de Burdeos a cambio de 300 millones de pesetas (1.800.000 euros). Mantuvo conversaciones con el Real Madrid, Arsenal y Tenerife, pero el interés del Athletic, que ese mismo año intentó la contratación de su compatriota Didier Deschamps, venía de lejos.
Solo estuvo una temporada, la 1996-97, ya que al año siguiente partió rumbo al Bayern de Múnich por 720 millones de pesetas (4.320.000 euros). Con los bávaros, conquistó la Bundesliga seis veces y la Champions League. Su aval para fichar por el Athletic fue haber nacido en San Juan de Luz, territorio vasco francés a orillas del mar Cantábrico. Incluso vistió la camiseta de la selección de Euskadi en un partido que se jugó en San Mamés en 1994, dos años antes de su contratación. Sufrió varias lesiones musculares y solo jugó 18 partidos (16 de Liga y 2 de Copa). En su biografía, publicada en mayo de 2007, aclara que, en parte, su salida se produjo por las amenazas de ETA. Confiesa que nunca ha vuelto a sentirse el mismo desde entonces. Al año siguiente, fue titular en el Mundial de Francia 1998, donde fue campeón, al igual que en la Eurocopa del 2000.
Tras él, Javier Clemente dio la oportunidad a un joven Fernando Amorebieta. El central venezolano de Cantaura es el extranjero más prolífico de todos: estuvo ocho años, entre 2005 y 2013 (más de 250 partidos oficiales). Hijo de vascos, se formó en Lezama y a la edad de 17 ya entrenaba con el primer equipo, dirigido por Jupp Heynckes. Jugó en las categorías inferiores de la Selección española y en 2008 llegó a ir convocado con la absoluta. No saltó al campo y tampoco volvió a ser citado por Vicente del Bosque, así que se decidió a jugar por su país de origen, con el que participó en la Copa América de 2015.
Con Amorebieta, coincidió Javier Iturriaga en la temporada 2006-07. El mexicano, residente en el país hasta los 13 años, pudo jugar en el Athletic al haberse formado en Euskal Herria. Dejó el club bilbaíno al finalizar la campaña tras haber disputado solo seis partidos.
El siguiente caso es más conocido por ser más reciente. Aymeric Laporte, de Agen, Francia. Este, directamente, no nació en Euskal Herria, se incorporó al Athletic en 2009. Sin embargo, al no haber cumplido los 16 años (la edad mínima para jugar fuera del país natal), pasó la temporada 2009-10 cedido en el Aviron Bayona, aunque entrenaba asiduamente con el Cadete A del club bilbaíno. En 2016, declaró que se plantearía la posibilidad de jugar con España en caso de que la Selección francesa no le llamara. Deschamps reaccionó convocándole ese mismo año, pero, a fecha de hoy, todavía no ha debutado. En enero de 2018, tomó un vuelo directo a Manchester para estar a las órdenes de Pep Guardiola, a cambio de 65 millones de euros (la venta más importante del club hasta entonces). Íñigo Martínez fue su remplazo (32 millones de euros).
El rumano Cristian Ganea, recientemente cedido al Numancia, tras solo haber disputado cincuenta minutos en la primera vuelta de Liga, es el noveno y último de la lista, porque Kodro, a diferencia de los anteriores, sí nació en el País Vasco y, además, fue formado en las canteras de Real Sociedad y Osasuna. Por su parte, Ganea llegó con once años a Basauri y se formó en varios clubes de Vizcaya. En categoría cadete, con el CD Basconia y, en edad juvenil, con el Indartsu Club, antes de formar parte del Mallorca para posteriormente empezar su carrera como profesional en Rumanía.
Existen más ejemplos nacionales como el extremeño Ernesto Txingurri Valverde, los riojanos David López o Fernando Llorente o el catalán Enric Saborit, entre otros. Todos ellos formados en Euskadi.
Con Ganea y Kodro, internacionales con Rumanía y Bosnia, respectivamente, la actual plantilla del Athletic es más internacional que nunca. Por eso mismo, se busca jugador vasco. El club vive al límite de su propia filosofía y eso también se ve repercutido en los resultados deportivos de las últimas temporadas. Ahora, cabalga entre la mitad y la mitad baja de la tabla tras un mal inicio de campaña, con destitución de entrenador incluida (Eduardo Berizzo, 4 de diciembre de 2018).
Malos tiempos para la lírica del fútbol.
Exhaustivo comentario de las vicisitudes futbolisticas del Bilbao.No tiene desperdicio.Enhorabuena Marcos.
Lo más curioso en el Athletic es que la «filosofía» siempre se cuestiona desde fuera, nunca desde quienes tendrían que ser los únicos interesados en hacerlo. Decir que el Athletic juega al borde la la filosofía es ponerse al borde de la xenofobia. Escribir que Kenan Kodro «nació en San Sebastián durante la etapa deportiva de su padre en la Real» es quedarse en la verdad a medias, que es algo así como mentir, porque parece decir que después se fue del País Vasco, cuando Kenan Kodro ha vivido prácticamente toda su vida en San Sebastián, jugó en los equipos inferiores de la Real, y en su segundo equipo, donde precisamente le entrenaba su padre. El Athletic dejó clara su «filosofía con este escrito en su web:
«El Athletic Club está radicado en Bilbao, provincia de Bizkaia (País Vasco). Nuestra filosofía deportiva se rige por el principio que determina que pueden jugar en sus filas los jugadores que se han hecho en la propia cantera y los formados en clubes de Euskal Herria, que engloba a las siguientes demarcaciones territoriales: Bizkaia, Gipuzkoa, Araba, Nafarroa, Lapurdi, Zuberoa y Nafarroa Behera, así como, por supuesto, los jugadores y jugadoras que hayan nacido en alguna de ellas». ¿Ganea y Kodro cumplen alguna de estas condiciones? Sí. Entonces, ¿a qué viene este artículo?