En el helado césped del Campo de la Pulmonía, el Rayo entendió pronto que la mejor forma de luchar contra el frío era no quedarse parado. De tal modo, apenas habían transcurrido 30 segundos del encuentro cuando el conjunto de Vallecas encontró el gol: Álvaro Medrán robó en la medular, Embarba abrió a la banda izquierda, Álex Moreno centró, el capitán rayista asistió al primer toque a Medrán y elexcanterano madridista batió a Masip (0-1). El portero local tuvo que volver a intervenir apenas un minuto después en otro peligroso disparo de Raúl de Tomás porque el inicio rayista fue tan fulgurante que apenas dejó tiempo para analizar estadísticas y novedades, principalmente la mala racha pucelana (una victoria en los últimos ocho encuentros, nueve tras el de hoy) y la reiteración de Míchel en su apuesta por la defensa de cinco hombres tras el buen resultado que le dio ante el Levante para cerrar el 2018.
En el 2019, en cualquier caso, el cambio táctico del entrenador rayista también parece funcionarle a un equipo que hoy de nuevo se mostró más cómodo en la fase defensiva y vertical en la ofensiva. Tras el gol a favor, el Rayo replegó líneas y juntó a sus hombres, si bien le faltó mordiente en ataque (tan sólo un par de saques de esquina rematados fuera por RDT y Ba figuran en su expediente del primer periodo), crear esos sustos necesarios de vez en cuando para que el rival se olvide de la vanguardia y mire de reojo a su retaguardia. Nada estresa más que la duda, sinónimo de fango en nuestras botas.
De hecho, sin peligro rayista, el Valladolid, con el balón en sus pies, fue creciendo en oportunidades hasta dominar el partido. Así, Dimitrievski se erigió en salvador de su equipo con dos paradas excelsas. Primero, en un remate desde dentro del área pequeña de Keko tras una buena jugada en combinación de los pucelanos en el minuto 42. Después, en otro lanzamiento del propio Keko tras una magnífica jugada individual del extremo madrileño en el minuto 59. Si la defensa de cinco ha sido inspiradora para el aumento de solidez del Rayo, tampoco hay que perder de vista la anterior irrupción en la titularidad del portero macedonio y su ensalada de paradas. Disculpen la comparación obvia, pero era un símil bastante más fácil que con Maika Makovski.
Volviendo al partido, todavía quedaban muchos minutos para la esperanza del Valladolid y el sufrimiento del Rayo, pero el conjunto de Míchel, misil de Bebé incluido que Masip envió con apuros a saque de esquina, supo cerrar todas las vías de peligro hasta la recta final. Manejar el marcador a favor, eso que parece tan sencillo y que en realidad es sumamente complicado, ha sido uno de los grandes debes de la temporada rayista, pero no hoy, solvente durante media hora en todas las habilidades, las que lucen y las que no. Salvo en el minuto 87, cuando Ba derribó a Duje Çop dentro del área. La pena máxima la lanzó Míchel, que se encontró con la estirada de Dimitrievski para que el macedonio convirtiera su actuación de hoy en eternidad. Como sucede con algunas de esas bellas canciones de Maika Makovski.
El Real Valladolid no remontó el encuentro porque, simplificando, es uno de esos equipos pequeños que juegan mejor de lo que dictan sus resultados. Como el Rayo, que sí ganó porque a veces únicamente se necesita un pequeño cambio para cambiar las dudas por optimismo. Limpiar el fango de nuestras botas.
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