Piénsenlo. Hay un momento de la vida en el que todo cuadra. Los acontecimientos suceden en el lugar adecuado y en el tiempo idóneo. La sensación de acierto en la toma de decisiones es continua y el devenir de la existencia es una especie de vals acompasado a la orilla del algún río, presumiblemente el Sena en primavera o el Danubio en otoño. Se escuchan risas y se sienten caricias. Los más afortunados se besan y hasta celebran goles. También si tu equipo es el Rayo Vallecano.
Por ejemplo, hoy el cuadro rayista empató ante el Real Sociedad para sumar su cuarta jornada consecutiva sin conocer la derrota en Liga (tres victorias y un empate) y se situó a un punto de salir de los puestos de descenso, que ahora tienen al Celta de Vigo como el equipo que marca la barrera de la salvación. Actualmente, no sólo todo parece cuadrar en la vida del Rayo, sino que, en términos vallecanos, hasta la cuadratura del círculo ha dejado de ser ese mítico e irresoluble problema geométrico. La explicación matemática es, por una vez, sencilla de entender: Míchel apostó hace unas semanas por cambiar su esquema táctico y los dos carrileros encauzaron el camino a seguir. Sus jugadores se juntaron en el campo y encontraron la solidez que les faltaba. La verticalidad ofensiva ya la tenían desde antes. Así, los hechos suceden cuándo y cómo tienen que ocurrir. Es decir, si Oyarzabal no acierta a enviar su lanzamiento a puerta tras controlar y superar a Dimitrievski en la salida en el minuto 17 (buen pase en profundidad de Illarra), la Real Sociedad tiene un problema: esta temporada, el Rayo nunca ha terminado ningún partido como local sin marcar un gol. Quizá hace unos meses se podría pensar que hoy podría ser ese día en el que el balón no entrara en la red visitante, pero ahora no. Ahora todo cuadra.
Por eso, el primer gol rayista llegó en el minuto 22: Santi Comesaña aprovechó un rechace en la frontal para mandar un disparo imparable a la portería defendida por Rulli (1-0). No hubo que esperar mucho tiempo más para saber que el Rayo aprovecharía todavía más su dinámica positiva: Embarba superó al portero de los donostiarras en su salida con una sutil picada tras un pase en profundidad de Trejo (2-0 minuto 28). Esa jugada se inició de un saque de banda: la vida cuesta abajo no necesita de dinamos o molinos de viento, sino de aleteos de mariposas.
Previa nueva ocasión de Oyarzabal (disparo alto tras dejada de cabeza de Theo), que la Real Sociedad redujera la diferencia en el minuto 39 con un cabezazo de Héctor Moreno en una falta lejana botada por Illarra (2-1) o que empatara en el minuto 82 después de que Willian José aprovechara un balón suelto acto seguido de que Dimitrievski salvara un mano a mano de Januzaj (2-2) únicamente parecen un borrón temporal en el camino de un recorrido en el que la meta se alcanzará seguro a largo plazo. Hoy el Rayo podría haberle dado un impulso mayor a ese recorrido, pero RDT y Velázquez se toparon con Rulli en el minuto 89 antes de que la Real Sociedad pudiera también ganar en el descuento. Aparentemente, todo cuadra en Vallecas. Solo hay que ponerse las gafas optimistas y a largo plazo. Aunque, en el mundo actual, esas gafas suelen ser tremendamente difíciles de encontrar.
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