Si ustedes no son de Sevilla, es posible que no conozcan a José Antonio Sánchez Araújo, El Maestro. Mala suerte. Hablamos de toda una institución. Para que se hagan una idea: si se pasean con Gordillo y Araújo por Sevilla es fácil que el Maestro reciba más saludos que el mítico futbolista del Betis. Cuesta explicarlo. Araújo es mucho más que un periodista que durante cuatro décadas retransmitió los partidos de Betis y Sevilla, además de la salida de la Virgen Macarena, momento culmen de la Semana Santa en la ciudad. Araújo es un personaje tan sevillano que cuesta entenderlo fuera de ese entorno y de hecho hay muchos al norte de Sierra Morena que jamás lo han entendido. Cómo definirlo. Después de jubilarse pasa menos menos tiempo en Sevilla y más en Alcalá de Guadaíra, donde nació. Pero que haya dejado de trabajar no es la verdadera razón por la que ya no acude a la capital: el motivo es que no hay aparcamiento en el centro. Cuando trabajaba se ofreció a realizar el matinal de Radio Sevilla a las 6:30 para encontrar dónde dejar el coche; ahora ha incluido en su vida los horarios del 122 (línea de autobuses Alcalá- Sevilla). Lo que el autobús no ha cambiado es su costumbre de acudir a reuniones nocturnas con la condición de que alguien le traiga de vuelta a casa. Es un peaje mínimo por disfrutar de la compañía del Maestro.
Su capacidad para el ahorro tampoco es comprendida por todos. Araujo es un hombre de una infinita generosidad interpuesta. El Maestro invita mucho porque a él lo invitan mucho y no es cuestión de ponerse a imaginar otros escenarios. El resumen es que la gente lo quiere y él se hace querer. Las pocas veces que la cuenta de un restaurante cae por sus alrededores, Araújo suele exclamar: “¿Pero qué hemos roto?”. Imposible no reírse con él aunque no pretenda ser chistoso. Más que gracia, el Maestro tiene arte, ingenio, un don que también se entiende mejor por aquí abajo.
Si Pepe Domingo Castaño es el referente nacional de la publicidad en la radio, en Sevilla lo es el Maestro Araújo. Todavía es recordada su promoción de los Toldos Quitasol: “¡Leopoldo, échame el toldo!”. O su alusiones a “Ferri-móvil” (concesionarios de Ford en Sevilla) durante las retransmisiones del Sevilla y el Betis. Ambas empresas consiguieron más impactos con esos anuncios de los que hubieran alcanzado con cualquier otra campaña de marketing.
En Madrid lo reclamaron en numerosas ocasiones, pero él no quiso marcharse. Porque decir “Maestro” es decir Sevilla, tan unidos como una pareja de enamorados. Casi tan conocido como la Giralda, aunque los más jóvenes han perdido la referencia y son los únicos inmunes a su carisma. Y da un poco de pena, la verdad. Que no lo reconozcan y que se lo hayan perdido.
El Maestro también fue la voz de la salida de La Macarena. De hecho, él, devoto macareno, califica esa retransmisión como algo superior. Sé de gente que volvía antes de las vacaciones de Semana Santa sólo para escuchar su narración.
El 24 de enero, el Ayuntamiento de Alcalá anunció que el municipio le pondrá una calle a Roberto Leal, presentador de Operación Triunfo y antes de España directo. Roberto, de 39 años, ha hecho méritos para semejante reconocimiento… ¿pero no lo merecería también El Maestro Araújo? Pensemos que en Alcalá tenemos calles dedicadas al Jardinillo, al Herrero y la Vegueta… ¿No preferirían vivir en la Calle Maestro Araújo? Yo, desde luego, sí.
Es verdad que Roberto Leal saca siempre a relucir su bandera de Alcalá. Pero cuarenta años antes lo hizo el Maestro. Tal vez su popularidad no fuera tanta porque eran otros tiempos. Y ya hemos dicho que su fama nunca tuvo carácter nacional porque tampoco lo pretendió. Pero su huella es demasiado profunda como para no tener una calle. O si lo prefieren, una estatua, tampoco es cuestión de ponerse estrictos.
[…] Araújo es un hombre querido por todos. Es por eso que se tomó la iniciativa para ponerle una calle en Alcalá de Guadaira, un honor (para la ciudad) que el Maestro rechaza […]