Kase.O ha vuelto al ejercicio, la primera frase es para los que están desde el inicio. La segunda es para todos los que estabais esperando. Ahora quiero veros celebrando”. Así comienza El Círculo y así arrancó el directo Javier Ibarra, el nombre que hay detrás del mito. 12.000 gargantas que llenaban el antiguo Palacio de los Deportes, muchas de ellas reincidentes en lo que se refiere a ver el artista aragonés, hicieron caso al MC del barrio de La Jota, que no paró durante las casi dos horas de directo de mandar mensajes, ya sea a través de versos, discursos o gestos. El jersey con el que entonó esa introducción de su último disco, más las reconocidas Esto no para y Yemen, ponía en su parte de atrás “Domador de girasoles”. Esa carta de presentación del astro rey, que se hace presente para los amantes del hip-hop desde hace muchos años, se reforzó en el Wizink Center a base de un directo potente, en el que Kase.O brilló en todo momento con luz propia y al que encima le acompañaron una terna de invitados que hicieron más completo el espectáculo aún.
Los nostálgicos de Violadores del Verso empezaron a recibir su ración con varios cachos de Pura droga sin cortar y Ninguna chavala tiene dueño, dos de los mejores temas escritos por Javato Jones, otro de los sobrenombres por el que se conoce al rapero. A ellos los continuó un popurrí a modo de ráfagas de himnos como La ciudad nunca duerme, Vicios y virtudes, Máximo exponente o Ballantines, algunas de las canciones que hicieron a Doble V el grupo más importante del rap en España, y seguramente en todos los países de habla hispana. Después de ese tapeo delicioso y el regusto por los maravillosos tiempos pasados, el músico dio paso al pastor. Ya con una camiseta de manga corta con el lema “Ninguna chavala tiene dueño” pidió un minuto de silencio por Laura Luelmo y declaró estar “muy enfadado con un sistema que no protege a la mujer”. Lanzando un mensaje de concordia, en el que pidió que los chicos aplaudiesen a las chicas y viceversa, reclamó a los hombres “respeto a las mujeres” y “reeducación” en tanto que llevamos “muchos años usando mal nuestra fuerza física”. Quien bucea sobre este género musical entiende que estos son los valores que más se propugnan, estando en este caso cerca de los debates que más preocupan a la sociedad y más allá de los estereotipos que muchas veces llegan y que cada vez están más superados. Porque el rap, sin sonar en grandes radios comerciales ni discotecas, sí rebota en muchos cascos y habitaciones a través de Spotify y Youtube. Ha venido para quedarse, probablemente para crecer y, gracias a nombres como Kase.O, a trascender y a marcar un camino.
En esa ola de feminismo, reivindicación y respeto, el rapero zaragozano interpretó sus dos temas de El Círculo que más tienen que ver con las mujeres: Mazas y catapultas y Mitad y mitad. A Ibarra lo acompañaron en el escenario Rozalén, quien hizo en su momento una maravillosa versión del primero de estos tracks y que por eso estaba este viernes en Madrid, y Najwa Nimri. Con la albaceteña, a quien Kase.O calificó de “ángel”, dibujó uno de los momentos más bonitos de la noche, donde él marcó un ritmo de beat box y ella lo acompañó entonando. Dos grandes llenaban el escenario del Wizink.
Otro gran nombre se subió después para seguir poniendo calidad en directo. Xhelazz compró el Billete de ida hacia la tristeza y prosiguió reconociéndose un Viejo ciego junto a Hate, miembro también de Violadores del Verso -con R de Rumba a los platos, el único que faltaba era Lírico-. Javier Ibarra mandó entonces un mensaje de energía al universo pidiendo paz, y tratando de atraer para sí y todos los presentes “positividad y vitalidad”. Esa transformación que comenzó con Renacimiento, tema del Jazz Magnetism, y que cerró, en El Círculo con Basureta (tiempos raros). Pocas confesiones tan descarnadas sobre la miseria, la depresión y el tocar fondo se pueden encontrar más sinceras que esta canción, que a Kase.O le costó en su composición lágrimas y, afortunadamente después, catarsis. El público, conocedor de ese proceso y consciente del descenso a los infiernos a los que se les conducía, convirtió el pabellón en un ejército de luciérnagas con las linternas de sus móviles. Los fans acompañaban a su artista en el desnudo de su alma para que no se sintiese solo. “Estoy compungido. Yo también soy humano”, declaró un Javier Ibarra emocionado.
Para que los asistentes se fuesen a casa con una sonrisa en la boca, el final se compuso de la fiestera Cantando y el Outro de El Círculo, que contiene la rama que mueve la nueva filosofía de espiritualidad de Kase.O: “Cuanto más amor das, mejor estás”. “Lo que dais, recibiréis”, “Intenta tus cosas y esfuérzate, tú puedes ser lo que quieras” o el ya comentado en la entrevista que le hicimos “Si no vas a ver a tu abuela una vez al mes eres peor que cualquier político” fueron frases que salieron del rapero bencedido, agradecido por lo que tiene y de quien tiene. La joya más preciada, la joyita más bonita, seguramente sea su hija de 14 meses, que salió a abrazar a su padre al finalizar el evento. Ese es el actual Kase.O: el que sigue rapeando como el mejor, no olvida su pasado, construye el presente con su mensaje y su imagen, bebe chupitos y sale con su primogénita en los brazos. Y la sonrisa no le abandona porque, tras El Círculo, ha encontrado el camino al paraíso. Él mismo era su salvación y su luz. Y ahora la proyecta.