domingo, diciembre 8, 2024
Google search engine
InicioDeportesCiclismoQuince años sin el mejor: Chava Jiménez

Quince años sin el mejor: Chava Jiménez

No es fácil de recordar. Por lo tanto, tampoco es fácil de escribir. Aquel día de fiesta hacia mucho frío en Madrid. La culpa tampoco fue del tráfico, sino del destino. Cuando llegó la asistencia del Samur ya no había nada que hacer. El corazón de aquel hombre de 32 años había dejado de latir. En alguna parte estaba escrito que José María Chava Jiménez (El Barraco, 1971) tenía que morir así, encerrado entre cuatro paredes, alejado del mundo, demasiado joven y con un aspecto bloqueado, próximo a los 120 kilos para un hombre como él, que en su época de competición no superaba los 70. Fue el precio que pagó su cuerpo, aniquilado por los excesos. Fue una noche del 6 de diciembre de hace 15 años en la que, según explicó Azucena, su esposa, el corazón del Chava se rindió mientras enseñaba unas fotografías a sus compañeros en la clínica psiquiátrica San Miguel de la calle Arturo Soria. Cuánto poder tiene la tristeza.

La literatura de Nabokov no hubiese sido más dura, imposible ser más cruel con un hombre que, en el ocaso, todavía conservaba aquellos arranques de genialidad que David Navas nunca olvidará. Una semana antes de morir, Chava le llamó, desde la clínica, con esa energía de los buenos tiempos y entre los mensajes que le dio, contados en un inolvidable reportaje escrito por el periodista Carlos Arribas en El País, estuvo que tenía ganas de volver a ser el de antes. Es más, le pidió que le preguntase «a José Miguel si hay algo en el futuro, que quiero volver».

José Miguel era José Miguel Echavarri, ese hombre que tiene la sabiduría domiciliada en el corazón. El líder de aquel Banesto que antes fue Reynolds y que, en toda su vida en el ciclismo, jamás conoció a un ciclista como Chava Jiménez. Y miren que conoció. «Pero Chava era algo más que un ciclista, era un genio». Quizá por eso fue un tipo tan popular. El hombre que hizo posible lo imposible. Uno de esos ciclistas incapaces de pronosticar en las montañas como aquel día en el Angliru, gobernado por la niebla, en el que él apareció de la nada por delante de Pavel Tonkov. Y no nos sorprendió ni a nosotros ni al locutor de TVE, Pedro González, que ya imaginaba que el Chava era el mismo ciclista que nunca iba a ganar una gran vuelta. No sentía esa tentación que otros convirtieron en una orgullosa necesidad. Él, sin embargo, no era así. Ni siquiera en aquella Vuelta a España del 98 en la que ganó cinco etapas y pareció el mejor del mundo en todos los sitios menos en la clasificación general. Decididamente, era un personaje de Nabokov. No nos dábamos cuenta hasta el día que redactamos su esquela. Tenía que morir como murió. No quedaba otra.

La realidad es que Chava nunca, ni siquiera el día de su muerte, se arrepintió de nada. Tuvo esa ventaja. La misma ventaja de que el mundo le aceptase tal y como era. Nadie cometió el error de reclamarle nunca lo que no ganó. Todo eso se demostró en sus contratos con Banesto, que en aquella época superaron los 750.000 euros anuales. Incluso una vez que se perdieron las opciones de volver a verle. Fue el drama del Chava, que acabó en una clínica psiquiátrica, alejado de todos. Hasta de nosotros mismos, que le imaginábamos aquel invierno en la finca que se compró en Pedro Bernardo (Ávila) conduciendo ese magnífico BMW que se compró nada más verlo en el escaparate. Pero no. La diferencia es que ese tiempo no se retransmitió en ninguna cadena y fue mejor así. El mito estaba devorado por una depresión bajo las órdenes de su psiquiatra de que «el Chava no cogiese el teléfono a nadie para que no se pusiese nervioso». Cuánta pena y cuánta crueldad en una sola mirada: no es justo.

A cambio, nos queda el recuerdo de un gran ciclista, capaz de ganar tres etapas en la última Vuelta a España que corrió un año antes de morir. El representante de un ciclismo a la antigua. La duda de si podía haber sido el mejor. El precio de explicar que no pudo ser. Porque entonces no hablaríamos del Chava ni de su esclavitud por los excesos ni de su incapacidad por hacer las paces con el término medio. Fue, en definitiva, un escalador único, incorregible en su única debilidad, la contrarreloj, por la que no aceptó sacrificarse en los inviernos. Otro lo hubiera hecho pero él no. Por eso los inviernos del Chava pasaron a la historia por sus abusos. La única manera de contrarrestarlos fueron sus enormes facultades que ni siquiera una leyenda como Miguel Indurain sabía cómo explicar: «Cuando iba bien, iba excesivamente bien; cuando iba mal pocos lo hacían peor».

Quizá por eso el Chava fue un personaje en una época en la que el ciclismo todavía tenía reputación. España buscaba un sucesor para los tiempos de Perico e Indurain. Los que mejores clasificaciones obtenían en las grandes vueltas, como Olano, Escartin o Beloki, carecían de esa empatía que le sobraba a José María Jiménez. A los ojos del público, Chava representaba lo mejor y lo peor. Los besos en el podio y las derrotas de la clase media, capaz de desafiar al dinero, «que ya no me hace ilusión». Sin querer, estaba anunciando el trágico destino que le vio morir hace quince años, perplejo en una clínica de desintoxicación. «Cuando estoy bien creo que soy el mejor del mundo, pero cuando me duele una muela creo que me estoy muriendo».

De hecho, la última noche antes de morir, en la última conversación por teléfono con su mujer y su madre, Chava se quejó de que le dolía una muela. Pero la diferencia es que ese dolor ya no tuvo solución en las montañas. El destino no le consintió más oportunidades. Fue su manera de deshacerse de él. Desde entonces, han pasado quince años, en los que el recuerdo de José María Jiménez acentúa la nostalgia. El 6 de diciembre de 2003, el mismo día de su entierro, su madre le resumió mejor que lo hubiese hecho la literatura de Nabokov: «Mi hijo ha muerto como vivió, al ataque y de repente». Por eso hoy, quince años después, no hay ecuación posible. Él todavía sería un hombre relativamente joven. Tendría 47 años. Pero hay cosas que no pueden ser porque no todos tienen la capacidad de envejecer o de plantar cara al paso del tiempo. Y el Chava probablemente ni siquiera quería hacerlo. Así que morir tan pronto tal vez fue su liberación o el precio de ser un genio, lo que tal vez no seamos ni usted ni yo.

RELATED ARTICLES

4 COMENTARIOS

  1. buen artículo Alfredo. Algunos aficionados al ciclismo que tuvimos la suerte de compartir unos cuantos ratos con él (antes de saber que sería un figura del ciclismo) le echamos de menos. Y nos queda esa duda de si podríamos haber hecho algo más para que hoy estuviera aquí. Pienso sinceramente creo que no quiso ni sabía la legión de seguidores que arrastra 15 años después de morir. Saludos

  2. Es una verguenza tal apologia. En lo personal no tengo nada que decir de este chaval. Pero que se le deifique como lo hace este «periodista» demuestra una falta de criterio embarazosa para un medio de comunicacion. Un pobre drogado fragil no se merece tal articulo. Un poco de sentido comun y de investigacion. Y repito que como persona, el mas que otros se merece el respeto.

  3. Muy bien definido ,un genio un escalador a la antigua, el José Tomás del ciclismo cuanto le echamos de menos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisment -
Google search engine

Most Popular

Recent Comments

Perikorro en Con contundencia
Alberto Patiño Varela en Los antimadridistas
Xavi Verger en Vinicius saca el cañón
Perikorro en Vivos con Fati-ga
Diego en Los sufridores
Diego en Viva el rey
Juan De Dios Luna Cijanes en La posesión y los tulipanes
Perikorro en Minority Report
Dr en Las viudas
Diego en Las viudas
Perikorro en Las viudas
Perikorro en Gaspartismo Reloaded
Diego en Viva la Vuelta
Dr en Viva Irlanda
Diego en Viva Irlanda
Diego en Decíamos ayer
Diego en Paz y amor
Dr en Paz y amor
Diego en Paz y amor
Diego en Vuela Supermán
Diego en Vuela Supermán
Diego en El trampolín
Perikorro en Salvar a Barrabás
Coral en Truman
Jose Avellaneda Perez en Los ídolos
María en Calles vacías
Amiguel en El pendejo de turno
Silvia Nebreda en Palabras y lágrimas
Manitu69 en This is Atleti
Alejandro Rincón Rubio en ¿Es Jovic un mediapunta?
Diego A. en Elogio de la locura
Juan De Dios Luna Cijanes en Efectividad máxima
Alfrez en Oda al populismo
Alfrez en Oda al populismo
Diego en Oda al populismo
Manitu69 en Oda al populismo
Fiodor Dostoievski en ¿Suerte o talento?
EUGENIO JORDAN en El cisne blanco
Frank Terraces en Historia del segundo Atleti
Hassandudeim en Historia del segundo Atleti
Perikorro en Aquí un Zidanista
Hassansudeim en Fichar a Descartes
Frank Terraces en Fichar a Descartes
Michael en Nacho y la tristeza
Irene García en Entre cero y nada
Roberto Gómez González en Entre cero y nada
Hassansudeim en Primeras impresiones
Rafael Sánchez Sánchez en Correa, Oblak y feliz año nuevo
Juanma Jiménez en Sólo fútbol
Jules en Sólo fútbol
Che en Trigo limpio
Gracias Faubert en Trigo limpio
Hassansudeim en Trigo limpio
Xabier en Trigo limpio
Juan carlos en Trigo limpio
Óscar Laguna en Ansiedad
Juan De Dios Luna Cijanes en El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos
Joan Del Valle en El tamaño importa (y mucho)
Jose Carlos Torrenova Lozano en Mucho más importante que todo eso
Pascual Vicente Martínez Gimeno en Dos años A La Contra
Vicente Martin-Pozuelo Cantos en Good Bye, Lenin!
yerry en Don Cenizo
IGWT en Relatividad
Manitu69 en Hacerse viejo
Tony en Don Cenizo
Juan De Dios Luna Cijanes en Grandes éxitos de ayer y hoy
Esuardo en Don Cenizo
Juan De Dios Luna Cijanes en Victoria sin identidad
Frank Terraces en Bendita normalidad
Francisco en Victoria sin identidad
Julián Martín Fernández en Rodrygo hace viejo a Vinicius
J. J. Creamer en Los héroes de Bowie
Joselito en Éxito sin cimientos
Juan de Dios Luna Cijanes en Ansufatización
Juan De Dios Luna Cijanes en El ciclismo se ablanda
Frank Terraces en Desapego
Juan De Dios Luna Cijanes en Movistar no se rinde
Juan de Dios Luna Cijanes en Queremos tanto a Roglic
Frank Terraces en Hace dos meses
Juan De Dios Luna Cijanes en Nada por aquí, Neymar por allá
Juan De Dios Luna Cijanes en Hoy me he acordado de Lucho Herrera
Juan De Dios Luna Cijanes en Un colombiano en la luna
Juan De Dios Luna Cijanes en El Tour se achica ante Bernal
Juan de Dios Luna Cijanes en Bernal rompe el cielo
Juan De Dios Luna Cijanes en Bernal quiere el Tour
Eberhard Torres Calderón en Cuarenta años de La vida de Brian
Juan De Dios Luna Cijanes en Pinot quiere el Tour y Mikel Landa no se rinde
Frank Terraces en El Atlético más merengue
Juan De Dios Luna Cijanes en La suerte dispara contra Landa
Diego en El fugitivo
Diego en Sopor de France
Juan De Dios Luna Cijanes en El Talento Desperdiciado I: George Best
Juan De Dios Luna Cijanes en Friedenreich: Pelé antes de Pelé
Frank Terraces en La Feria de la Carne
Frank Terraces en El altar de Pérgamo
Juan De Dios Luna Cijanes en Ni cinco de bola
José Antonio Gutiérrez en No cambies tus sueños, cambia el mundo
Antonio Lopez Lobeto en Los doce trabajos de Hércules
Francisco Pedrajas Raya en Ramos-Florentino: Pimpinela en el Madrid
Antonio Lopez Lobeto en Mi pájaro es mejor que el tuyo
Stockton en Bon voyage
Juan De Dios Luna Cijanes en El problema del Barça es el relato
Perikorro en Tantas mareas, marean
Perikorro en No me gusta el cricket
Carmelo en La venda ya cayó
Antonio Jesús Zarza Moreno en ¿Marino o submarino?
Lorenzo Dominguez Sanchez en Gracias, Florentino
Joaquín en Camino a Vitoria
Robert Lee en El que se va, ya no es
victor martín marron en Quiten de ahí a esa loca
Martín Vallejo platero en El borde de la piscina
Diego en Gracias, Johan
jose antonio medrano en Gracias, Johan
Jorge Florido en Gracias, Johan
Javier en Gracias, Johan
Esteban en Gracias, Johan
Fran en Gracias, Johan
5contraelcalvo en Esperando a Zidane
Perikorro en Esperando a Zidane
Elaine Cristina en Casillas, el homenaje pendiente
Tomás Luis de Victoria en No, lo ponemos todo al centro
Tomás Luís de Victoria en Casillas, el homenaje pendiente
Lucas en Benzema FC
Carlos Antonio Suárez fornelino en Jugarse «nada»
Antonio Lopez Lobeto en Siete equipos para tres descensos
Víctor Raúl Valladares en El Real Madrid se queda solo
IÑAKI ASENSIO CALATAYUD en Ter Stegen, el portero de la T-10
José Ramón García en Ilusión en el nuevo White Hart Lane
JOSE ANTONIO FERNANDEZ PLAZA en Héctor del Mar, tal como éramos
Lucas en Oh, capitán
José Luis Heras en Usted tiene el faro roto
Juan J Rodriguez en Usted tiene el faro roto
Jairo Castillo en El Madrid de la triste figura
Rod en Au revoir
Cristian Galván en Motociclismo e hipocresía
Hassansudeim en La trampa perfecta
Juan De Dios Luna Cijanes en La trampa perfecta
Antonio Lopez Lobeto en Cuestión de fe
Martín Vallejo platero en Marcó Isco, ganó Zidane
Eliseo en Vuelve Zidane
Juan De Dios Luna Cijanes en La esperanza
Juan de Dios Luna Cijanes en La muerte del emperador
Maria Jose en Tropismo
María Jesús en Tropismo
Antonio Lopez Lobeto en El amor no siempre gana
SanEmeterio For Atle en Bienvenidos al espectáculo de minstrel
Elaine Cristina en El empate perfecto
Sergio Alberruche en Bienvenidos al mágico mundo de Oz
Sergio Alberruche en Bienvenidos al mágico mundo de Oz
Sergio Alberruche en La revancha perpetua
Antonio Lopez Lobeto en Al límite de la filosofía
Juan de Dios Luna Cijanes en La ley del mínimo esfuerzo
Antonio Lopez Lobeto en Milagro Kvitova
Carlos Leo Castellanos en Cristiano ya no va de farol
Marcos Da Silva en El tamaño importa (y mucho)
Antonio Lopez Lobeto en Promesas que todavía lo son
Gustavo Del río manzano en Quince años sin el mejor: Chava Jiménez
ROSA MARIA cuesta guerrero en A propósito de Laura
Irene García en Vidrio roto
AA - Rod en Vidrio roto
Juan Luna Cijanes en Solari y la teoría del melón
Antonio Lopez Lobeto en El valor de las palabras
Raúl Ávila en El traje de toda la vida
Miguel Morán en Godín es El Cid Campeador
Ricardo Moreno Castillo en La adolescencia duele
Aminie Filippi en La adolescencia duele
Miguel Angel Hidalgo Mena en Historia de un superviviente
Alfrez en Por los cojones
Paulino en Por los cojones
ROSA MARIA cuesta guerrero en La adolescencia duele
Luis Miguel en Y el presidente, ¿qué?
Oscar Redondo Callado en Tour 2019: Un espanto de recorrido
Santiago Peraza en A LA CONTRA, primer aniversario
Teddy Sagarrasantos@hotmail.com en Bienvenidos al mágico mundo de Oz
Conchita Minguez en Cinco apuntes para seis carreras