Si usted, estimado lector, es inglés y tiene por nombre James, enhorabuena. Sus opciones de triunfar en la vida son mayores que si se llamara John. Hago extensiva la felicitación a las Elizabeth; sus opciones de prosperar se verían reducidas si se llamaran Helen. En Estados Unidos el privilegio es haber sido bautizado como Benjamin o Alexandra; peor lo tienen los Justin y las Amber. Así lo determinó una de esas universidades dedicada al estudio de interesantísimos conocimientos inútiles, en este caso la Bloomberg University de Pennsylvania.
Es un hecho demostrado que los nombres nos definen y condicionan por razones culturales y sociológicas. Si el nombre en cuestión se asocia a un artista de moda, se activará de inmediato un prejuicio social: tendemos a pensar que los hijos de familias menos pudientes son los que reciben los nombres más peculiares. Por el contrario, nombres con inspiración clásica o literaria suelen relacionarse con familias cultas.
En España hemos asistido a la proliferación de bebés que fueron bautizados como Kevin en evidente homenaje al actor Kevin Costner, especialmente fértil (valga la expresión) a finales de los 90. Actualmente, según la Estadística del Padrón Continuo (fecha 1 de enero de 2017), en España hay 15.000 varones que se giran cuando alguien dice Kevin; su media de edad es de 17 años. La cantidad ha decaído (Lucas es el nombre de moda), pero el fenómeno es recurrente. Maverick Viñales es un buen ejemplo. Su nombre es consecuencia del impacto que causó la película Top Gun (1986), en la que Tom Cruise (Maverick) interpreta a un intrépido piloto de cazas. Actualmente, además del piloto de MotoGP, hay censados 134 Mavericks.
Siempre suele existir un motivo desencadenante que explica la irrupción de un nombre poco común, generalmente de tipo cinematográfico o deportivo. Según el citado Padrón, hoy en día se contabilizan 34 individuos que responden al nombre de Zidane; tienen una media de quince años y no vieron el histórico gol de Zizou, aunque sus padres sí, hasta el punto de que se llevaron un recuerdo. Son más todavía (46) los individuos registrados como Zinedine, cuya edad media no supera las nueve primaveras, lo que nos una idea del eco que alcanza un gran gol.
Si el nombre del ídolo tiene una adaptación fluida al castellano, las repeticiones se multiplican. Hay 14.000 niños en España que tienen por nombre Leo y no superan de media los cuatro años; 2.537 fueron registrados en Barcelona y 2.060 en Madrid. De los 784 inscritos como Lionel, una mayoría reside en Las Palmas (199).
Según el nombre que recibe una persona se generan unas expectativas u otras. Es obvio que de los Zinedines se esperará una destreza especial en el fútbol y es fácil imaginar la frustración que puede significar para esos niños ser jugadores mediocres o directamente malos. Si ya es duro sentirse excluido de los partidos del recreo llamándose Manolo, calculen la tristeza si tu nombre es Zinedine.
La etimología y la resonancia también influyen en el carácter. Tomemos como ejemplo un nombre de moda, Vinicius. Las raíces latinas de la palabra nos llevan a vinicius, el que produce vino, aunque también podría proceder de venire, el que viene. El apelativo fue popular en la Roma clásica. Marco Vinicio (Marcus Vinicius, en latín) fue el primer Vinicius que alcanzó la fama. Lo hizo como cónsul romano y conspirador en el asesinato de Calígula, emperador de costumbres disolutas que nombró cónsul a su caballo Impetuoso (no confundir con Imperioso). Marco Vinicio murió asesinado por orden Mesalina, de la que había sido amante, al igual que muchos de sus conciudadanos.
El siguiente Marco Vinicio en alcanzar la popularidad lo hizo como protagonista en Quo Vadis, el clásico de Hollywood. Aunque no imaginamos a los padres de Vinicius Júnior motivados por un péplum. Lo más probable es que su inspiración les llegara del poeta, escritor y diplomático brasileño Vinicius de Moraes (1913-1980), una figura clave de la música y la cultura popular de Brasil. De Moraes fue uno de los creadores de la bossa nova en compañía de Antonio Carlos Jobim y suya es la letra de La Chica de Ipanema, una de las tres canciones más versionadas de la música contemporánea junto a Bésame Mucho y Yesterday.
La popularidad de Vinicius de Moraes es la razón principal por la que en 2010 se contabilizaron 300.000 brasileños inscritos con Vinicius como primer nombre. No obstante, según los datos de BabyCenter Brasil, llamarse Vinicius pierde vigencia y en 2015 fue el 35º nombre más utilizado en registros y bautizos; los más usados son Miguel, Arthur, Davi, Pedro y Bernardo.
En España hay 181 personas de nombre Vinicius, repartidas entre Barcelona (42), Madrid (38), Baleares (13), A Coruña (8), Murcia (7), Valencia (7), Tarragona (6) y Lleida (5). Es seguro que a todos ellos les mencionan a cada rato al jugador del Real Madrid, con chistes presumiblemente malos. La traslación castellana del nombre, Vinicio, es compartida por 62 varones, mientras que los Benicios son 226 y los más castizos Venancios alcanzan los 3.235, con una media de 65 años.
Valga esta aproximación estadística y etimológica para observar el prodigio Vinicius desde otra perspectiva. A falta de confirmar su eclosión deportiva, el chico está avalado por un de patricio romano que suena a bossa nova. No es mal comienzo.
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[…] los amantes de Vinicius y Brahim les llega un plato fuerte en la carta. Rodrygo, simplemente, es mejor que ambos. Tiene lo […]