Vincenzo Iaquinta fue campeón del mundo con Italia en 2006, marcó 109 goles en la Serie A y militó en la Juventus de Turín entre 2007 y 2012. A sus 38 años, después de una carrera repleta de éxitos deportivos, el ex delantero italiano ha sido condenado a dos años de prisión por su vinculación con la Ndrangheta, la mafia calabresa que controla la mayor parte del tráfico de cocaína en Europa. Acusado de posesión irregular de armas y colaboración con los negocios de la asociación criminal, Iaquinta abandonó el juzgado de Reggio Emilia gritando junto a su padre: “¡Esto es ridículo! ¡Esto es una vergüenza!”.
A pesar de la pena, Vincenzo puede sentirse afortunado, pues el tribunal norteño le rebajó la condena de los seis a los dos años al no considerar que el campeón del mundo hubiera participado directamente en negocios mafiosos. Peor suerte corrió su padre, condenado a 19 años de cárcel. El proceso judicial en el que se han visto envueltos los Iaquinta se enmarca dentro de la operación Aemilia, que investiga las actividades delictivas de la Ndrangheta en el norte de Italia e involucra a 148 personas. La Ndrangheta, sin tener la mística de la Cosa Nostra siciliana o la Camorra napolitana, se ha convertido en una de las organizaciones criminales más peligrosas de Europa y, según la fiscalía de Catanzaro, factura aproximadamente 43.000 millones de euros y cuenta con más de 30.000 afiliados tan sólo en Calabria.
El equipo de fútbol más representativo del norte de Italia, del país incluso, es la Juventus de Turín. En septiembre de 2017, Andrea Agnelli, su presidente, fue suspendido un año por la Federación Italiana, junto a otros tres dirigentes juventinos, por vender entradas a varios grupos ultras vinculados a la Ndrangheta. Además, la Juventus fue sancionada con 300.000 euros y Agnelli tuvo que hacer frente a una multa de 20.000 euros. En el estadio juventino conviven diferentes grupos ultras ligados al crimen organizado. Uno de ellos es Bravi Ragazzi, liderado por Andrea Puntorno, quien no tuvo ningún reparo en reconocer a un programa de la RAI que era la misma Juventus la que les proporcionaba las entradas para que luego ellos las revendiesen, su principal fuente de ingresos, a precios totalmente desorbitados. Según las investigaciones, estas ganancias ascienden a más de un millón de euros al año.
«I biglietti lo sapete da dove arrivano! Non è che te lo devo dire io…»
Dalla Juventus?
«Ma è normale, no? Ma è stato sempre così!»
Cioè, la Juve ha sempre dato delle quote di biglietti agli ultras…
«Sì, sempre!»#Report #unasignoraalleanza pic.twitter.com/QVU1IIBSGO
— Report (@reportrai3) 22 de octubre de 2018
Bucci trabajaba como consultor externo de la Juventus, una especie de enlace entre los grupos de animación y el club. “Ciccio”, como era conocido en el ambiente, llegó a Turín a mediados de los 90 procedente del sur de Italia. Buscaba un trabajo con el que salir adelante. Su gran pasión era la Juve, lo que llevó a caer de lleno en los trapicheos de la reventa de entradas. Muy querido por los ultras, en aquella época había sido integrante de la banda Drughi, donde conoció a Dino Mocciola, preso durante 20 años por el asesinato de un policía, razón por la cual la directiva bianconeri confió en él para llevar a cabo una labor tan delicada. Sin embargo, este modesto padre de familia divorciado escondía un secreto que le terminó costando la vida: era un informador del servicio de inteligencia italiano con la misión de investigar la presencia de la Ndrangheta en la curva sur del Juventus Stadium. La noche antes de morir, Bucci se reunió completamente aterrorizado con Alessandro D’Angelo, jefe de seguridad de la Juventus, y Stefano Merulla, responsable de la venta de entradas del club.
El jefe de seguridad de la Juventus es una de las figuras más sospechosas de esta investigación, más aún teniendo en cuenta los precedentes. En 2014, con motivo del derbi de la ciudad ante el Torino, D’Angelo instó a los grupos ultras bianconeri a que dejasen a un lado las referencias a la catástrofe de Superga, en la que, en 1949, el avión que transportaba a la plantilla del Grande Torino, apodado así por ser el mejor equipo de la época, se estrelló contra el muro de contención de la basílica que se encuentra en la colina de Turín, causando la muerte de 31 de los tripulantes. En el partido, sin embargo, se exhibieron pancartas ofensivas que hacían mención al accidente. No es que los ultras hubiesen desoído la orden, sino que se descubrió que fue el propio D’Angelo quien introdujo las pancartas clandestinamente. El castigo de la Juventus fue una simple multa económica y, en la actualidad, D’Angelo continúa desempeñando sus funciones de jefe de seguridad.
Cuando se produjo la mudanza del Stadio delle Alpi al espectacular Juventus Stadium, tanto Rocco Dominello como su padre, Saverio, integrantes de una facción de la Ndrangheta ubicada en el norte de Italia, participaron en la creación de un nuevo grupo ultra: Gobbi, que, como se podrán imaginar, andaba tras el pastel de la reventa de entradas. En un partido entre la Juve y el Milán de 2013, apareció la primera pancarta en la que se mencionaba a este grupo y, según la fiscalía de Torino, esa imagen fue la confirmación oficial de la entrada de la Ndrangheta en el feudo juventino. El pequeño de los Dominello cogió peso en el negocio de la reventa de entradas y, tal y como consta en las informaciones policiales, entabló contacto con el presidente de la entidad Andrea Agnelli, además de con D’Angelo e, incluso, con Antonio Conte, el entrenador de entonces. Cuando Rocco fue arrestado, el 1 de julio de 2016, por asociación mafiosa e intento de asesinato, llamaron a declarar a Bucci, como a tantísimos otros, en el marco de la investigación Alto Piemonte, sobre las relaciones entre la Ndrangheta y la reventa de entradas por parte de los ultras de la Juventus
El programa de televisión Report sacó a la luz la conversación telefónica que mantuvieron D’Angelo y Francesco Calvo, director comercial de la Juventus, unas horas después del fallecimiento de Bucci. Como se puede intuir, las cosas no marchaban bien.
D’Angelo: (llorando): “Está muerto”.
Calvo: “Lo sé, lo supe”.
D’Angelo: “No me lo creo, lo mató”.
Calvo: “No me lo puedo creer. Si pienso en que lo llevamos tú y yo a la Juventus…”.
D’Angelo: “No era una razón para suicidarse, no debía tener miedo”.
Calvo: “No, claro que no”.
D’Angelo: “Estaba aterrorizado ayer. Parecía que lo tuviesen que matar en cualquier momento porque habló con los fiscales”.
Después de la conversación con Calvo, D’Angelo telefoneó a Leonardo Bonucci, uno de los pesos pesados de la plantilla bianconeri.
D’Angelo: (llorando) “Leo, tengo un problema. Bucci se ha matado”.
Bonucci: “No me lo creo”.
D’Angelo: “No pude pararle. Se suicidó esta mañana. Se lanzó desde un puente, tenía miedo a algo. Estaba aterrorizado”.
Bonucci: “¿Cuándo había ido, anteayer por la mañana?”.
D’Angelo: “Ayer por la mañana, ayer fue a hablar en el palacio de justicia y salió destrozado. Tenía miedo, sentía vergüenza conmigo. Yo le decía ‘me jodiste, pero lo arreglaré, no debes preocuparte’, y él me dijo ‘no, no, perdonadme’. No nos tenía miedo a nosotros, estoy convencido de que no”.
¿Por qué Bucci le pedía disculpas a D’Angelo y por qué este le dijo a Bonucci que Bucci le jodió? Las razones que empujaron a Bucci al ¿suicidio? todavía se desconocen. The Guardian contó que llegó a recibir una paliza, que era más bien un aviso, ante los rumores cada vez más frecuentes de su colaboración en la sombra con el servicio de inteligencia italiano. A raíz de la citación que recibió para declarar en la fiscalía, su estado mental empeoró sustancialmente hasta volverse completamente paranoico. En los días previos a su muerte, telefoneó a su ex mujer y a su hijo diciéndoles que era “hombre muerto” o que se había “equivocado” e iba a “ir a la cárcel”. No entendían nada. Según las investigaciones de la RAI, Bucci se lucró con la reventa de entradas como cualquier otro ultra más. Tal vez ese fuese su principal error, aunque, a día de hoy, la principal hipótesis detrás de su fallecimiento sigue siendo la declaración que realizo en el juicio que terminó salpicando al presidente Agnelli, el apellido de una de las familias más influyentes de Italia.
“La Ndrangheta se impuso de hecho en los grupos organizados, ejerciendo un verdadero control en los grupos que apoyan a la Juventus”, anunció el juez Giacomo Marson tras el fallo. El juicio, que este verano vivió su segunda grado, se saldó con 14 condenas, ninguna de ellas a dirigentes del conjunto bianconeri, que se declararon parte perjudicada del conflicto. Por contra, la Federación Italiana sí reprendió a la Juve y sus directivos, presidente incluido, el haber violado las normas que regulan las relaciones entre club y grupos ultras. Lo cierto es que la relación entre la Juventus y la curva sur del Juventus Stadium no atraviesa su mejor momento a propósito de los cánticos racistas que los ultras juventinos le dedicaron al Nápoles y al sur de Italia en el último partido en el que ambos equipos coincidieron. La Juventus fue sancionada con una multa de 10.000 euros y, para su siguiente encuentro de Serie A, llenaron el fondo de animación con niños que juegan en clubes de la región de Piemonte. Este gesto aplaudido por todo el calcio, sin embargo, no sentó nada bien a los ultras de la Juve, que acusaron a sus directivos de odiar a sus propios aficionados.
Los dos han sufrido las consecuencias de la Ndrangheta pero, en comparación con Raffaello Bucci, Vincenzo Iaquinta puede considerarse un tipo afortunado. A fin de cuentas, que son dos años en una celda cuando otra persona ha perdido su vida. La ex mujer de Bucci ha pedido que se investigue el caso aún más en profundidad y, en los próximos días, se producirá la exhumación del cadáver de su ex marido. A la hora de sufrir las consecuencias, la mafia te iguala. No importa que seas un humilde intermediario con pasado ultra, que todo un campeón del mundo…
Brutal artículo, Miguel!
Felicidades
[…] italiana. Los dos conjuntos son los que más títulos nacionales suman, con un total de 52 (34 la Juventus y 18 el Milan). A nivel internacional, también comparten el privilegio de ser los más laureados […]