Ser el capitán de un equipo también es esto. Resistir y persistir. Remar a contracorriente cuando aprieta el aguacero, cuando la soga se estrecha y el tiempo se agota. Ayudar de la manera que sea a los tuyos. Defendiendo o atacando, pero sumando al fin y al cabo. Eso pensaron Godín y Simeone cuando el técnico mandó al central al área rival, para morir a pecho descubierto, después de que hubiera caído herido en esa carrera interminable de Williams que concluyó en el 1-2. Pocos podían pensar entonces en la remontada, por mucho que la fe de los colchoneros parezca inquebrantable. Y sin embargo llegó a base de corazón y casta, al más puro estilo Simeone, con el capitán reconvertido en Cid Campeador. Godín seguirá ganando batallas aéreas muerto y hoy solo estaba lesionado.
Pese a repetir centro del campo Simeone con respecto al partido del Dortmund, no pareció el Atleti el mismo. Ni en intensidad ni en juego. No supieron en esta ocasión encontrar las rendijas en una defensa bilbaína muy bien asentada en la primera mitad. Ni siquiera la creatividad de Correa, incisivo por la derecha lograba abrir brecha, lo hizo casi más por sorpresa Arias en un par de incorporaciones que no fueron detectadas por Balenziaga. No obstante, el colombiano todavía dispara con balas de fogueo. La misma pólvora parecía utilizar un Athletic desteñido de azul eléctrico. Con fuegos de artificio avisaron Williams, primero y Susaeta, después.
En la siguiente harían diana, aunque ni siquiera eso debería difuminar otro paradón de Jan. El milagro de Oblak, en esta ocasión, consistió en una mano salvadora a la escuadra que repelió en primera instancia con ayuda del palo el gran remate de San José. No podía hacer más el esloveno, que vio como el esférico bailó sobre la línea de gol hasta que Williams apostilló la sorpresa. Por primera vez esta temporada el Atlético de Madrid recibía un gol en los primeros 45 minutos de un partido. Resoplaba Iñaki al celebrarlo tras romper una sequía que duraba ya tres partidos, una eternidad para un delantero.
Tuvo el empate Montero en un falta botada desde el lateral por Filipe Luis. El balón llovido cayó a plomo sobre el canterano que no supo dirigirlo, más que torpemente, hacia la línea de fondo, como si el GPS no supiera recalcular el camino hacia el gol. No hubo más noticias rojiblancas hasta el descanso, cuando un renqueante Diego Costa dejó su sitió a Vitolo. El hispano brasileño se movió sin la fiereza habitual y la respuesta podía estar en que todavía no ha terminado de afilar las uñas. Sorprendió también que el recambio fuera un Vitolo que ha pasado prácticamente desapercibido en este inicio de campaña. Buscaba velocidad por banda Simeone aunque el peaje fuera convertir a Griezmann en una isla en mitad de la ría bilbaina.
FINAL #AtletiAthletic 3-2
¡@diegogodin sentencia una remontada épica del @Atleti! ?? pic.twitter.com/dlJlfmcwqZ
— LaLiga (@LaLiga) 10 de noviembre de 2018
La apuesta se redobló minutos después cuando Simeone mandó un claro mensaje a su equipo. Dentro Gelson, fuera Montero. No fue un cambio más fue un viaje en el tiempo también para Saúl que recordó sus tardes en Vallecas como central. Allí le mandó Simeone para iniciar las jugadas ante un Athletic entregado al contragolpe. Pero la claridad era bilbaína y como si Berizzo hubiera tomado notas de los apuntes del Cholo, su Athletic daba latigazos en forma de contragolpes. Oblak volvía a hacer horas extra tras un disparo raso de Williams que buscaba la cepa del palo. Todo se había iniciado con una recuperación de Unai Núñez que no solo recuperó por anticipación ante Griezmann, sino que se lanzó al ataque y tuvo tiempo de dar de tacón la asistencia al 9 del Athletic. Oblak volvería a negar a uno y otro la gloria. Corría la hora de partido y eran los peores minutos de los locales.
El guantazo, el bofetón que despertaría a los rojiblancos sería el misil de Thomas Partey. El ghanés tuvo tiempo para atusarse el pelo, levantar la mira y otear el horizonte. En ese momento decidió montar una empresa de pirotecnia y el primer cohete lo estrelló en la portería de Herrerín. Imposible para la estirada del cancerbero bilbaíno. Thomas lo celebró abriendo los brazos, como diciendo «me dais ideas y me vengo arriba». Y no le faltaba razón al mediocentro, que esta temporada ya había pegado otros petardazos, como ante el Huesca.
La respuesta del Athletic fue de león herido. Zarpazo por zarpazo. Así es la ley de la selva. Aunque Williams parezca más una pantera. Su exhuberante zancada fue demasiado para un renqueante Godín, que no pudo ni siquiera estorbarle lo suficiente. El pase de Muniain puso en ventaja a Iñaki, prácticamente lo dejó solo ante Oblak, aunque eso más una ventaja sea escalar el Himalaya. Olvidando todos sus fantasmas, aquellos que acuden a su cabeza para recordarle que la definición es su gran talón de Aquiles, no titubeó en el área y superó a Jan con un toque sutil. Exhausto corrió hasta el córner para celebrarlo, quería coger el banderín y plantarlo como territorio conquistado, aunque cayó antes y la montaña de compañeros se vino encima. Todos excepto Muniain, que se quedó con Berizzo en un abrazo que anticipaba una victoria todavía por confirmar.
Fue entonces, ante la desesperada cuando Godín pasó a jugar de delantero centro, tras romperse en esa carrera con Williams, como él mismo declararía luego. Todavía le quedaba un cambio a Simeone pero a esas alturas de la batalla el capitán no podía abandonar la contienda. Saúl y Thomas intentarían contener las acometidas de los bilbaínos ocupando las posiciones de centrales. Nunca habrá tenido mejor salida de balón el Atleti del Cholo que en esos minutos de la segunda parte. Aunque el empate llegó en una jugada de estrategia, Made in Simeone. El balón colgado al primer palo por Thomas fue peinado por Rodrigo. No deja de ser curioso que un hombre que tuvo que abandonar la cantera rojiblanca acusado de ligero y bajito, diera una vida extra a los rojiblancos con ese rojiblanco. Así son los guiños del destino en el balompié.
Aunque el giro de guión definitivo aún estaba por llegar. Con el partido ya roto y con el Metropolitano empujando a los suyos, olió sangre Simeone y tocó a rebato. Brazos en alto dirigía a la grada y al equipo en busca de un último esfuerzo. Así llegaron ambos contendientes jadeantes y calados hasta los huesos al minuto 90 con una falta frontal que ganó primero Vitolo, prolongó luego Griezmann y cabeceó con picardía y rabia por último Godín. Era una nueva reedición del Gol del cojo que necesitó la confirmación del VAR. A Herrerín se le caía la portería encima y al Athletic un resultado que no mereció por juego pero sí por temeridad. La derrota les deja en posición comprometida, bordeando el descenso, mientras que Simeone debería aprender la moraleja que esconden sus cambios. Los mensajes que lanzas con ellos suelen tener reflejo en el marcador y hoy apostó por el ataque, el camino más corto hacia la victoria. No siempre El Cid te va a ganar las batallas.
#OJOALDATO – El Athletic acaba de igualar su peor racha sin ganar (11 partidos consecutivos) en TODA la historia de La Liga que databa de noviembre de 2005.
— MisterChip (Alexis) (@2010MisterChip) 10 de noviembre de 2018
[…] el Atlético de Madrid recibió ayer su segundo gol faltaban veinte minutos de partido. El panorama no podía ser más desolador. El Athletic estaba […]
Gran artículo. El único pero es que fue Saúl y no Vitolo el que gana a Raúl García en la falta del tercer gol. Un abrazo.