Coincidió el partido del Atlético con la sentencia del Tribunal Supremo sobre el impuesto sobre las hipotecas, y al igual que ocurrió jurídicamente, lo que sucedió hace quince días en Alemania cambió de bando en el Metropolitano. En el caso del Atlético, a mejor. Porque el Borussia Dortmund pagó todos los impuestos que llevaba el equipo rojiblanco al partido de Champions: las importantes bajas en el once, las dudas en el rendimiento de los fichajes, el nivel de algunos jugadores clave… pero sobre todo, la falta de actitud y personalidad con y sin el marcador a favor, más en el primer caso, que venía demostrando el equipo de Simeone en los últimos partidos.
Desde el inicio, volvió a verse al Atlético de antaño, el que no necesita el balón para hacer ocasiones pero lleva la presión al límite para intentar recuperarlo lo antes posible solo para que el rival no pueda disponer de él. De hecho se pasó de revoluciones en la presión el equipo rojiblanco en los primeros minutos, ya que el equipo alemán intentó y consiguió salir desde atrás con éxito más de una vez. Tiene sello el equipo de Lucien Favre, pero se dejó el sobre en Alemania. En ese inicio destacó sobre manera Correa, que a los veinte minutos ya acumulaba tres disparos y una tarjeta amarilla. Su exceso de revoluciones a menudo es una moneda al aire, pero cuando sale cara, Simeone y sus compañeros lo agradecen. El argentino vuelve a ganarse la titularidad en la derecha por méritos propios al igual que hizo la temporada pasada.
Tras una media hora de ese Atleti de amor-odio para el público en general con menos posesión, más remates y superior en hambre al rival, llegó el primer mordisco del equipo rojiblanco. Y a quien más le gusta probar la comida es a Saúl, que volvió a marcar el primer gol de un partido importante. Otra vez. Gran movimiento de Kalinic, habilitó Saúl para Filipe, devolvió el brasileño al área, dejó pasar Correa y apareció Saúl para poner el 1-0 en el 32´. La volvió a tener minutos más tarde el ilicitano, pero cruzó demasiado en una ocasión más clara que la del gol. Pudo marcar el segundo el Atlético tras un posible penalti de Piszczek sobre el propio Saúl. Ni rastro del líder de la Bundesliga, que en el partido anterior había dado un baño de fútbol y realidad al equipo de Simeone. Superó el muro presente en el doble pivote Delaney-Witsel que cerró todas las puertas en Alemania con un imperial Rodrigo que cuando no robaba el esférico por sus propios medios provocaba el fallo del rival para que lo hiciera otro compañero.
En la segunda parte continuó el dominio del Atlético. Con una marcha menos y sin Giménez, que se retiró en el descanso con molestias en el muslo derecho. Ocupó su lugar el canterano Montero, que no se complicó nunca salvo un par de inoportunos resbalones que pudieron provocar más de un susto a la afición del Metropolitano. Dijo Carlos Martínez durante la retransmisión del encuentro que despertaba nuevamente el Calderón. Por la atmósfera del partido parecía jugarse a la orilla del Manzanares. Mientras tanto en el césped, la protagonista era la banda derecha rojiblanca, con un Correa inspirado en sus giros de cintura y un Juanfran que recordó al de las mejores noches como lateral.
A falta de diez minutos para el final, Griezmann sentenció el encuentro con un gol tras una contra que comenzó con un robo de balón en el área propia de Saúl y finalizó en el área contraria con el 2-0 del francés en el 79´. Dejó para el recuerdo, aunque no dejará de aparecer en el futuro, la imagen del beso en el escudo para deleite de los aficionados y aficionadas rojiblancos. No se notaron las ausencias, pero sí se notaron las ganas de revancha tras el varapalo de 4-0 en el Westfalenstadion. Allí la derrota fue justa pero no el marcador. Aquí la victoria fue justa pero el marcador tampoco. Fútbol. Lo único seguro es que con esa actitud, será difícil que el marcador vuelva a ser injusto con el Atlético.
[…] partido contra el Dortmund no podía presentarse peor. Medio equipo lesionado y con todas las dudas del […]
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