El viernes 22 de noviembre de 1963, a las 12.30 horas, el presidente número 35 de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, recibía varios impactos de bala en su visita a la ciudad de Dallas. El trágico suceso ocurrió en la Plaza Dealey, a siete kilómetros de Cotton Bowl (10 minutos en coche), que por aquel entonces era el campo de los Dallas Cowboys.
Con el país aterrorizado por el asesinato de su presidente, en los despachos de la comisión de la NFL, los de las franquicias de la liga y en el gabinete de comunicación de la Casa Blanca se discutía si disputar la jornada liguera o no. Por aquel entonces, la NFL como hoy la conocemos no existía. Por un lado, estaban la AFL y por el otro la NFL, que terminarían fusionándose y formando la Liga Nacional de Football (NFL actual) y dividiéndola en dos divisiones: la AFC y la NFC.
La jornada liguera de la AFL fue suspendida. El entonces propietario de los Oakland Raiders, Al Davies, contó: «Había dueños que querían jugar, yo me negué y dije que mi equipo no jugaría». Efectivamente, el partido entre Raiders y Houston Oilers se aplazó al 22 de diciembre. Por el contrario, la NFL continuó adelante con los partidos. La confusión, las peticiones de aplazamiento y las críticas no tardaron en llegar. En las horas posteriores al asesinato, el presidente de los Dallas Cowboys, Tex Schramm, entró en el vestuario contando el cruel suceso. En ese mismo instante, Schramm se puso en contacto con Pete Rozelle, comisionado de la NFL, y Pierre Salinger, jefe de prensa de la Casa Blanca. Aquella conversación giró en torno a la suspensión de la jornada.
Pierre Salinger, tras conversar con la familia Kennedy, expresó a la comisión la intención de continuar con la jornada. El hermano del presidente, Robert Kennedy, le aseguró al jefe de prensa que J.F. Kennedy hubiese querido que se jugase. Pete Rozelle esa misma tarde se fue a una iglesia de Nueva York a meditar sobre la importante decisión que tenía entre manos. Por un lado, tenía el ejemplo de AFL, que había decidido no disputar la jornada para guardar luto; por el otro, la liga universitaria, que celebró todos sus partidos un día después del asesinato. Finalmente, comunicó a todos los equipos que la jornada seguía en pie.
Las críticas hacia la comisión no tardaron en llegar. Aquella jornada liguera tuvo varios enfrentamientos, entre ellos el Giants contra St. Louis Cardinals. Red Smith, columnista del New York Herald Tribune, comenzó la crónica del partido escribiendo: “In the civilized world, it was a day of mourning. In the National Football League, it was the 11th Sunday of the business year, a quarter-millon day in Yankee Stadium” («En el mundo civilizado, hoy es un día de luto. En la Liga Nacional de Fútbol, fue el undécimo domingo del año laboral, un día millonario en el Yankee Stadium»). Michael H. Galvin, autor del libro Deportes después de la tragedia: de Kennedy a Katrina, considera que haber continuado con la jornada “avergonzó a toda la nación”.
La opinión pública fue bastante dura con la decisión de la comisión, pero no fueron los únicos. Algunos de los protagonistas (jugadores, dueños de las franquicias…) también fueron críticos con la liga. Sam Huff, linebacker de los Giants, reconoció: “Fue el único partido de mi vida que no quería jugar”. Jerry Krammer, linebacker de Packers, confesó a ESPN: “Lombardi nos reunió a todo el equipo y dijo: ‘Vamos a ganar ese maldito partido”. Redskins y Eagles en un principio se negaron a jugar, pero ante la negatividad de la liga buscaron un enfoque diferente para el partido. Primero, los jugadores de Redskins enviaron un balón firmado por toda la plantilla a la Casa Blanca. Además, ambos equipos decidieron aportar 50 dólares por jugador y donarlo a la familia de J.D. Tippit, el agente de policía asesinado ese mismo 22-N.
Uno de los partidos más críticos que se vivió aquella oscura jornada fue el encuentro entre los Cleveland Browns y los Dallas Cowboys. En los años 60, la ciudad de Los Angeles no tenía equipo profesional en la NFL ni en la AFL. Lo más parecido y glamuroso a Hollywood que había en la liga eran los Dallas Cowboys, pero todo cambió el fatídico día de la muerte de Kennedy. La gran mayoría de los americanos culparon a la ciudad del fallecimiento del presidente.
El día antes del viaje del equipo a Cleveland, Frank Ryan, por aquel entonces quarterback de los Browns, llamó al equipo texano para avisar de la tensión ambiental. Ryan aconsejó a los jugadores de Dallas que no salieran a cenar en grupos de más de diez personas y que en ningún momento se identificasen como los jugadores de los Dallas Cowboys. Lee Roy Jordan, exlinebacker de los Cowboys, le dijo a NBCSN: «Fuimos el equipo de Dallas, Texas. De alguna manera, estábamos conectados con el asesinato del presidente de los Estados Unidos”.
Minutos previos al partido, la tensión había aumentado. En las gradas, estaban preparados para un recibimiento atronador a la salida al campo del equipo texano. Mientras Tom Landry daba las últimas instrucciones en el vestuario a sus jugadores, el encargado de seguridad del vestuario de los Cowboys en el Estadio Municipal de Cleveland rompió la charla para gritar: “Lo han matado. Han matado al asesino. ¿Lo conocían?». Landry, sin darle demasiada importancia, respondió con un frío “gracias” y continuó con la instrucciones. Así lo relató para el USA Today Gil Brandt, vicepresidente de los Cowboys en los años 60.
Cuando comenzó el partido, no se produjo la reacción atronadora que se esperaba por parte del público. El buen comportamiento de los aficionados de Cleveland con la entrada del equipo de Texas fue motivado por el speaker. Cuando el conjunto texano pisó el rectángulo de juego fue presentado como los Cowboys y no como los Dallas Cowboys. Según Gil Grandt, es la única vez en la historia de la franquicia tejana que se les presentó por su apodo. Tras el partido, Tom Landry reconoció que la ciudad de Dallas era la responsable del asesinato del presidente. Después de aquellas palabras, los Dallas Cowboys se convirtieron en el equipo de América.
El partido que sí se aplazó durante dos semanas por el asesinato de Kennedy fue el que enfrentó a Army contra Navy. Al presidente número 35 de la historia de EEUU se le recuerda como un forofo del football, pero por encima de la liga ese partido era algo especial para él. Días previos a su asesinato, Kennedy había telefoneado al entrenador de la Navy para conocer de primera mano cómo se encontraba el combinado antes de enfrentarse a la Army. El presidente por su cargo debía ser neutral, pero por su carrera militar en la Navy sentía cierta debilidad por ellos.
El clásico entre Army y Navy es una tradición en los Estados Unidos. Se enfrentan los Navy Midshipmen de la Academia Naval y los Army Black Knights, pertenecientes a la Academia Militar. Este encuentro es considerado una de las rivalidades más tradicionales y perdurables del fútbol universitario y desde 1984 todas sus ediciones han sido televisadas. El partido de la temporada de 1963 fue aplazado al 7 de diciembre, fecha que eligieron para homenajear al difunto presidente y los 23 años de Pearl Habour. Jackie Kennedy confesó aquel día que fue la mejor mejor manera de homenajearle.
Posiblemente, dos de las más desgarradoras historias que ha sufrido los Estados Unidos fueron el asesinato de Kennedy y el atentado terrorista sobre las Torres Gemelas. La NFL con el cruel suceso del World Trade Center aplazó la jornada liguera como señal de luto hacia las víctimas del atentado. Al contrario que el 11 de septiembre de 2001, el día 24 de noviembre de 1963, la NFL continuó adelante con su jornada liguera. Ningún partido fue retransmitido por televisión, porque todas ofrecieron en directo aquel día el funeral de Kennedy. Todas las cámaras estuvieron apagadas en la jornada más oscura de la NFL.
[…] fue de nuevo el encargado de tirar al aire la moneda del sorteo inicial del siguiente Army-Navyhttps://www.alacontra.org/dia-uno-despues-jfk-jornada-mas-oscura-nfl/ disputado en el mismo recinto, un Philadelphia Municipal Stadium que, apenas unos años después, […]
Buenas, sólo comentar que creo que hay un error de traducción ya que se traducen Army y Navy por Armada y Marina, cuando en realidad Armada y Marina son el mismo cuerpo (Navy) y Army sería el ejército de tierra. No lo he mirado pero supongo que las simpatías de JFK irían por la Navy ya que estuvo en la Marina en la II Guerra Mundial…
Un saludo.
[…] Muchos de los hijos de Joseph, por no decir prácticamente todos, no querían ser presidentes, tan solo querían enorgullecer al patriarca. Se pasaron y dieron la vida por los sueños de su padre, algunos de ellos de forma literal. Recorrieron un camino que no escogieron para sí mismos, pero, al final, por la influencia de su figura paterna o no, la mayoría consiguió convertirse en hombres sumamente importantes, aunque quien cumplió, por fin, el deseo de ver a un Kennedy en la Casa Blanca fue John, antes representante y senador por Massachusetts. JKF se convirtió en el 35º presidente de los Estados Unidos, el cuarto en ser asesinado durante su gestión (Abraham Liconln, en 1865, fue el primero). Acabaron con su vida el 22 de noviembre de hace 55 años en Dallas, cuando preparaba la campaña para su reelección. A pesar de que Lee Harvey Oswald fue señalado como culpable de su muerte, se dice que, en realidad, fue una conspiración llevada a cabo en las esferas más altas del gobierno americano: un golpe de estado. Su asesinato es uno de los momentos más terribles de la historia de los EEUU. […]
[…] La muerte de Kennedy estremeció al mundo desde aquella mañana del 22 de noviembre de 1963. El mensajero del miedo, película que gira entorno a un complot para hacerse con el poder en La Casa Blanca, se rodó ese mismo año y tuvo que estrenarse dos años después debido a la conmoción. Pero todavía hoy, el crimen sigue siendo el punto de partida para que muchos directores y creadores dejen volar su imaginación. Además, hace poco más de una año, Donald Trump decidió liberar 2.891 informes confidenciales en referencia al asesinato bajo petición previa de la CIA. “He ordenado que se levante el veto sobre los documentos, pero dadas las advertencias de los responsables de inteligencia, no tengo más remedio que aceptar ciertas condiciones antes que causar un daño irreversible a la seguridad de la nación”, señaló Trump. Pero hay trampa, porque alrededor de 200 quedaron sepultados bajo el secreto de sumario, precisamente, aquellos considerados como el núcleo oscuro de la trama. Imagínense la locura colectiva cuando 54 años después de la muerte de JFK salían a la luz miles de documentos para hacer las delicias de las mentes más conspiranoicas. En Cuarto Milenio se frotaron las manos. El origen de todas las pesquisas estaba al alcance de nuestra mano. […]
[…] Camelot acabó de forma abrupta el 22/11/63. Ese día, y los días posteriores, su mito se agrandó hasta hacerse universal. Su Chanel rosa manchado con la sangre de JFK, aquel […]