Cuando uno apenas tiene sal, aceite, huevos y patata lo normal es que haga una tortilla -sin cebolla- y rece porque salga lo mejor posible. Nadie culpará a ese cocinero que ha utilizado de la mejor manera posible los cuatro ingredientes. Pero, ¿qué ocurre si con todos los alimentos del mundo preparamos un bistec a la plancha? Que nos dirán de todo por el poco esmero mostrado en hacer bien las cosas. Y eso es lo que sucede con el recorrido del Tour 2019. 27 kilómetros de contrarreloj, unos Pirineos flojísimos y unos Alpes desperdiciados. Sobran dedos en una mano para contar los aciertos de la organización en este trazado.
Lo de la pelea contra el reloj ya no hay por dónde cogerlo. Uno ya no sabe si pensar que ASO (empresa que organiza la carrera) ha tomado la decisión de intentar cargarse esta disciplina del ciclismo o si su confianza en Bardet, Pinot o Barguil supera los límites de lo imaginable por el ser humano. Sea como fuere, vuelve a ser el gran debe del recorrido. Apenas habrá 27 kilómetros, infrautilizados en Pau, en la víspera de la alta montaña -único punto positivo- y teniendo en cuenta que habrá cinco grandes etapas de montaña. Descompensado se mire por donde se mire.
Montaña mal utilizada
Pero es que este problema habitual en las grandes vueltas no es el único, sino que solamente es el primero. Con subidas y puertos espectaculares como los que hay en Francia, cuesta entender que el Tour 2019 presente esta montaña. Estará toda concentrada en la semana y media final, primero Pirineos y luego Alpes. Y la mezcla de ambas y como resumen general solamente se le puede otorgar un suspenso, y se puede decir con la boca abierta y gritándolo a pleno pulmón. Y que nadie pida revisión, porque no se puede empezar un examen sin poner el nombre y con faltas de ortografía.
La cordillera pirenaica tiene tres etapas, una primera de contacto con el Peyresourde y la Hourquette d’Ancizan, sin una gran subida y con la cima del segundo puerto a 30 kilómetros de meta. No hace falta llevar 100 días de ciclismo vistos al año para saber qué pasará. Apuesto con ustedes a que la etapa la gana un fugado y el pelotón se planta con más de cincuenta corredores juntos en la meta. Sin embargo, el verdadero problema de los Pirineos recae en la segunda etapa, con final en el impresionante y colosal Tourmalet, pero en un día de apenas 117 kilómetros, distancia casi para juveniles, y con un único puerto de paso, el Soulor, que no es precisamente una ascensión que destroce las piernas. Dará juego el Tourmalet, pero será ciclismo de Youtube, ideal para el que se despierta de la siesta.
Camino de Foix mejora un poco la cosa con un bonito encadenado final con Lers, el Mur de Péguère y el final en Prat d’Albis, tres subidas exigentes y que ofrecerán un bonito escenario tras el Tourmalet. Y con un kilometraje decente de 185 kilómetros. Aquí ponemos uno de los ticks positivos.
Alpes desastrosos
Después llegarán los Alpes, ya en el último fin de semana, entre el viernes y sábado antes de despedir a los corredores en el clásico paseo por los Campos Eliseos. Serán dos etapas que obligan a enfadarse mucho. A la primera de ellas la podemos considerar como la reina de la edición, con los ascensos a Vars e Izoard, pero el problema es la traca final con el Galibier por su vertiente más suave, un puerto ideal para ir a ritmo y que tiene el peligro del viento. Si sopla en contra es probable que veamos 0 ataques.
Y la montaña se despedirá en Tignes, con otra distancia ridícula de 123 kilómetros, bochornosa para una última etapa de montaña en los Alpes, que incluirá el duro Iseran y Val Thorens, tan largo como suave. Otro despropósito.
Etape 20 ?Albertville – Val Thorens ? 131 km #TDF2019
Cormet de Roselend + Côte de Longefoy + Val Thorens = 60 km of climbing! / 60 km d’ascension ! pic.twitter.com/CPqUUtE8cW
— Tour de France (@LeTour) 25 de octubre de 2018
No, no me he olvidado del Mont Ventoux, ni de la Madeleine o el Aubisque y tampoco he obviado el esperado pavés saliendo de Bélgica. Esta vez nada de eso habrá en un menú que hace aguas por todos lados y que deja en manos de los corredores todo el posible espectáculo. Un mal presagio viendo los antecedentes últimos del Tour de Francia. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que el Imperio británico del Sky no gobierne a su antojo la prueba.
Decir que Val Thorens es suave…
Totalmente de acuerdo con el artículo. Enhorabuena.