Cuando el AS Mónaco llamó a la puerta de Thierry Henry, no importó la precaria situación que actualmente atraviesa el equipo del Principado en Ligue 1. Ocupan puestos de descenso a cuatro puntos de la salvación; y en Champions League todavía no han puntuado. Sin embargo, al francés le necesitaban y el monegasco no es un conjunto más en la carrera del ex futbolista de Juventus, Arsenal o Barça. Henry había rechazado varias ofertas, pero no pudo decir que no a la de debutar como entrenador en el mismo club en el que, 24 años antes, lo hizo como jugador.
El estreno en los banquillos del flamante técnico del Mónaco se saldó con una derrota por 2-1 en el campo del Estrasburgo. Para el debutante, el partido fue un anticipo de la noche de Halloween: en tan sólo 90 minutos, el portero monegasco encajó un gol en propia puerta, Falcao se marchó lesionado antes de que terminará la primera mitad y Grandsir, que había entrado pasada la hora de juego, fue expulsado a los dos minutos de pisar el césped.
En el Luis II, Henry dispone de una plantilla conformada en su mayoría por jugadores jóvenes con poca experiencia en la élite. De aquel equipo de Jardim que alcanzó las semifinales de Champions hace dos temporadas no queda prácticamente nada. El multimillonario propietario ruso hace tiempo que convirtió al club en un supermercado de ricos. Del cheque en blanco, con el que se firmó a Falcao, James o Moutinho, se pasó al scouting, ejemplificado en los casos de Lemar, Bernardo Silva o Mbappé. Este cambio en el modelo deportivo, similar al de otros conjuntos europeos como Oporto o Sevilla, ha derivado en una acumulación de ofertas mareantes en las oficinas del Principado. Desde la marcha de James Rodríguez al Real Madrid, en 2014, el Mónaco suma en venta de jugadores más de 700 millones de euros.
Las cosas del destino, el estreno de Henry como entrenador se produjo en la ciudad en la que nació Arsene Wenger. Es más, el que fuera técnico del Arsenal por 22 temporadas debutó como futbolista profesional vistiendo la camiseta del Estrasburgo en un partido frente al Mónaco, en 1978. La carrera de Henry sería imposible de entender sin la influencia de Wenger. Fue él quien le hizo debutar en 1994, en un encuentro de Ligue 1 ante el Niza, siendo un adolescente de 17 años. El prometedor delantero de la cantera, fue fichado de juvenil, comenzó jugando tirado a la izquierda, ya que el atacante titular del equipo era el brasileño Sonny Anderson.
Muy pronto, el público del Luis II se dio cuenta de que el joven “Tití” era algo más que una simple promesa. La temporada 1996/97 fue la de su consagración definitiva como profesional, ganando la Ligue 1, en la que marcó 9 goles, y alcanzando las semifinales de la Champions. En esa plantilla, dirigida por Jean Tigana, convivían nombres como Barthez, Petit o Andersson. El buen trabajo que Henry realizó en el Mónaco le valió para estar entre los 23 convocados de Francia para el Mundial que se celebraba en su país. La Copa del Mundo se quedó en casa y, pese a su precocidad, el punta monegasco fue el máximo artillero de la selección gala. Después de seis temporadas, 141 partidos y 28 goles, Henry dijo hasta luego a su Mónaco.
Tras una breve e insatisfactoria experiencia de seis meses en la Juventus de Turín de Carlo Ancelotti, los caminos de Henry y el hombre que le dio la oportunidad de debutar cuando todavía no había cumplido la mayoría de edad volvieron a cruzarse. Wenger le reclamó para su nuevo Arsenal y el francés no se lo pensó dos veces. En el norte de Londres, Henry fue protagonista de la época más gloriosa en la historia del club. En esta segunda etapa juntos, el técnico del Estrasburgo le alineó en posiciones más centradas, acompañando a Dennis Bergkamp en el ataque gunner. En 2004, el Arsenal entró en los libros de historia al convertirse en el primer, y hasta la fecha único, equipo en ganar una Premier League sin perder ni un sólo partido. Tras ocho temporadas vestido de rojiblanco, Henry abandonó el Emirates con el honor de ser el máximo goleador de todos los que han pasado por el Arsenal y la espinita de no haber podido levantar ninguna Champions. En 2006 llegó a una final, pero la perdió contra el que sería su próximo equipo.
En el Barça estuvo tres temporadas, el tiempo suficiente para lograr su sueño de ganar la Champions, además de unos cuantos títulos más. Siendo dirigido por Pep Guardiola, Henry formó parte de uno de los mejores equipos de la historia y, sobre todo, “aprendió a jugar al fútbol de nuevo con 30 años”, como reconoció en una entrevista a Sky Sports. La influencia del entrenador catalán, como la de Wenger en el pasado, fue decisiva para que hoy Henry esté en el lugar en el que está. Después de una experiencia al lado de Roberto Martínez en la selección belga, el francés ha elegido Mónaco para comenzar su andadura en solitario por los banquillos.
En su rueda de presentación en el Luis II, a Henry le preguntaron por los roles que jugarían Wenger y Guardiola en su libreta. La respuesta que dio dejó bastante claro cuáles era las referencias del nuevo técnico del Principado: “Aprendí mucho de mis diferentes entrenadores. Arsene me enseñó lo que era ser un gran profesional. Para mí, es la referencia. Pep Guardiola es también otra. Hablé mucho de juego con él”. Henry está de regreso en el lugar en el que empezó todo, esperanzado de que su suerte en esta nueva aventura en el banquillo del Mónaco sea la misma que tuvo como jugador… aunque si es sólo una cuarta parte ya podríamos hablar de éxito.
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