En la interminable discusión en el deporte profesional estadounidense entre renunciar a competir para reconstruir a largo plazo o luchar cada temporada por conseguir alcanzar los mayores objetivos se tenga la plantilla que se tenga (sin duda, se trata de la mejor dicotomía absurda que tiene el deporte estadounidense junto con el debate perpetuo en el football sobre si un buen QB rookie tiene que jugar desde la primera temporada o madurar en la banda hasta unos años después), el caso actual de los Chicago Bulls es digno de mención. Porque, al principio del pasado curso, tras la marcha de Jimmy Butler a los Wolves, la franquicia chicagüense parecía abocada a pasar muchos años en las partes bajas de las clasificaciones ligueras hasta encontrar una plantilla notable, pero, unos meses después, la sensación es que el equipo entrenado por Fred Hoiberg hizo todo lo posible para encajar más derrotas (Mirotic camino de New Orleans, como claro ejemplo) y tener una elección de draft más alta, ya que su juego estaba siendo notablemente superior al esperado.
Una sensación que, con el inicio de la temporada 2018/2019, todavía se ha acrecentado más. No en vano, el citado Hoiberg no ha perdido a ninguno de sus jugadores más destacados de la campaña anterior, salvo la intensidad defensiva de David Nwaba (ahora en los Cavaliers). Zach LaVine (que renovó por 78 millones de dólares y 4 temporadas después de que los Bulls igualaran la oferta de los Kings), Bobby Portis, Justin Holiday, Robin Lopez, Denzel Valentine, Kris Dunn y Lauri Markkanen (la mejor noticia de los Bulls el pasado año fueron, precisamente, el buen nivel del base y la magnífica irrupción del rookie finés, que se perderá como mínimo el primer mes de competición por una lesión) continuarán en este nuevo curso sobre el parquet del United Center. Y, junto a ellos, el equipo de la ciudad más importante del Medio Oeste norteamericano contará este curso con tres refuerzos a priori más que notables. Por un lado, el hijo pródigo Jabari Parker, el baloncestista más galardonado de la historia del baloncesto de instituto de Illinois, que se ha desplazado este verano 150 kilómetros al sur por la autopista I-94 para regresar a Chicago después de cuatro temporadas en Milwaukee y dos operaciones de rodilla. Si su salud le respeta, es un fichaje de nivel. Mientras, de nivel también parece la elección con el número 7 del draft de Wendell Carter, otro producto de la Universidad de Duke (como Parker) que aterriza en la NBA con madurez y llamado a ser desde ya un complemento perfecto para Markkanen. Charlie Hutchison, la otra primera buena elección del draft de los chicagüenses (el número 22 puede ser una agradable sorpresa, especialmente en la parcela defensiva) cierra la nómina de nombres con los que los Bulls han dibujado un presente halagüeño y un futuro todavía más optimista.
- Entrenador: Fred Hoiberg (4ª temporada).
- Jugador estrella: Zach LaVine.
- Otros jugadores determinantes: Jabari Parker, Lauri Markkanen, Kris Dunn, Wendell Carter.
- Balance 2017/2018: 27 victorias y 55 derrotas, último de su división.
- Objetivo 2018/2019: Seguir creciendo con su nuevo proyecto.
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- El pronóstico de Sergio Alberruche: Eliminado en Primera Ronda de la Conferencia Este.
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