El Valencia en esta Champions parece una paloma mensajera, un intermediario entre portugueses y madridistas. Primero acogió el regreso de Cristiano Ronaldo a España y esta vez, voló a Manchester para visitar y traer a nuestras casas —o bares— a un viejo conocido: José Mourinho, quien antes del partido abarcó todo el foco mediático; sin embargo, su misión y ambición es, evidentemente, mayor que esa.
Los valencianistas llegaron al teatro de los sueños con uno en particular: conseguir la primera victoria en Old Trafford en su quinta visita y celebrar de ese modo los 100 partidos oficiales en Champions League —43 victorias, 29 empates y 28 derrotas—. Propició seis o siete pases al área para que así fuese, pero ninguno de los centros encontró remate. Solo creó sensación de peligro; no pudimos comprobar el estado de forma de De Gea. No llegó la sentencia definitiva, a pesar de que no parecía estar lejos un premio que, finalmente, casi se lleva el United. Ambos perdonaron. Neto y el travesaño salvaron en la parte final un punto que no anula todavía sus opciones.
El partido empezó más tarde de lo previsto —casi 10 minutos— porque el equipo local llegó, por culpa del tráfico, con solo 45 minutos de antelación al estadio. El Manchester llegó tarde al campo, pero no al pitido inicial. Había perdido sus dos últimos partidos frente al West Ham en Liga y el Derby en Copa, pero en esta ocasión salió mucho más enchufado, lo que demuestra que la Champions es otra cosa bien distinta. Aquí los galones y el peso de la historia juegan su papel: durante mucho tiempo el Manchester era uno de los principales candidatos al título.
El medio del campo del United intimida por centímetros: Pogba, Fellaini y Matic. El Valencia tenía que evitar cualquier tipo de centro al área. Sobre el papel, el Manchester es, claramente, un equipo más corpulento y más potente que el Valencia, con gran despliegue en ataque y admirable repliegue en defensa. Arriba llega con muchos hombres, con Lukaku y Rashford como referencias, pero pronto las fuerzas se igualaron. Lo hizo moviendo el balón con criterio y rapidez, con Guedes como principal flecha. Pregúntenselo al lateral del Manchester, también de nombre Valencia, que acabó harto y solo fue capaz de frenarlo intimidándolo cuando el balón no estaba de por medio.
No decepcionó el conjunto Che, respondió bien a la presión, aunque en ciertos momentos debió ser más expeditivo. Volvió a faltarle gol y sufrió el agónico final que se supone cuando delante de la portería rival pides disculpas en vez de marcar. Después de la derrota ante la Juventus de Turín en la primera jornada, en Old Trafford, se jugaba parte de la clasificación a octavos de final. Ganó el Valencia a los puntos en la primera mitad y el United tuvo el dominio y las ocasiones más claras en la segunda. Al final, empate a cero entre dos equipos que, con permiso del Young Boys, están predestinados a luchar por la segunda plaza del grupo.
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