lunes, julio 14, 2025
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InicioLiga SantanderReal MadridDi Stéfano-Cristiano: ¿quién dejó más en el Madrid?

Di Stéfano-Cristiano: ¿quién dejó más en el Madrid?

Su grandeza podría resumirse así: La Casa Blanca reconoció la teoría de los agujeros negros. Una curvatura del espacio-tiempo que plantea un horizonte de sucesos del que ni siquiera la luz escapa. Y ellos fueron la luz. La luz que alumbró un nuevo tiempo, una esperanza creciente, un esplendor trufado de títulos. Ambos sellaron un matrimonio perfecto con el club más laureado de la historia para llevarlo a otra dimensión. Si Di Stéfano cambió la historia del Real Madrid, Cristiano Ronaldo le devolvió al tren de la gloria. Dos pilares que conectan a la entidad blanca desde Santiago Bernabéu hasta Florentino Pérez, fundamentales para entender la grandeza del mejor club del Siglo XX y proyectar su dominio en el XXI. Dos ausencias capaces de opacar al Madrid entonces y ahora. No es, en cualquier caso, la primera vez que el Real Madrid viaja hasta allí pero, ¿cómo se sale de un agujero negro?

Para dar respuesta a esa cuestión habrá que contestar antes a otras. Resulta fundamental conocer, primero, si el argentino y el portugués pueden competir más allá de los números como el reflejo de la esencia blanca, quién aportó más a esa causa o cuál de ellos dejó un legado mayor. E insisto: no solo nos referimos a goles y títulos. Hablamos de carisma, de liderazgo, de profesionalidad o de competitividad. Cualidades indispensables para ocupar el trono de Chamartín, para asentarse en definitiva en el primer cajón de la memoria colectiva del madridismo. Algo que hasta hace una década nadie se atrevería a discutir (“La Saeta voló más alto que ninguno”) y que nueve años después cabe al menos cuestionarse. La ausencia de Cristiano y la falta de respuestas del equipo de Lopetegui aumentan esa sensación de orfandad en una afición que lanza miradas furtivas a Turín.

 


El fichaje


El paisaje que se encuentran a su llegada juega, sin duda, a favor de Alfredo Di Stéfano. A principios de los 50 el Real Madrid conmemora sus Bodas de Oro con las vitrinas más ligeras de lo que se podría pensar. Apenas dos Ligas y 9 Copas de España, como máximos trofeos. Su imagen estaba lejos de ser la de ese equipo dominador en España y Europa que conocimos después. Tras su actuación en Chamartín con el Millonarios de Bogotá, Santiago Bernabéu queda prendido de un desconocido Di Stéfano. Ya no le perderá la pista y un año después estará jugando de blanco. El Real Madrid se lo arrebató al Barcelona en un pleito en el que intervino hasta la FIFA. La decisión salomónica por la que optó el máximo ente del fútbol mundial (alternaría por años Real Madrid y Barcelona) no hizo ninguna gracia en la Ciudad Condal y los culés renunciaron a su fichaje.

Durante ese verano del 53 Di Stéfano se instala en Barcelona e incluso disputa varios amistosos con el Barça mientras se ultima su fichaje con la entidad catalana. En esos días que serán meses de incertidumbre, de pelea entre Real Madrid y Barcelona, el delantero jamás apostará por uno u otro equipo. Lo único que tiene claro esos días de agosto Alfredo es que no volverá a Bogotá a jugar con Millonarios. En eso su apuesta es radicalmente opuesta a la de Cristiano Ronaldo, las circunstancias también. El portugués no es ningún desconocido cuando comienza a filtrear con el Real Madrid. Ya es Campeón de Europa y máxima figura del United, y aunque es contratado por Ramón Calderón, no será hasta la llegada de Florentino Pérez a la presidencia blanca cuando se certifique su fichaje. Para entonces el Barça le ha arrebatado una Champions y el último Balón de Oro ha ido a parar también allí, a un tal Leo Messi. La rivalidad Madrid-Barcelona está a punto de conocer un nuevo capítulo.

En lo que sí coinciden ambas figuras, tanto Alfredo como Cristiano, es en la identificación del enemigo. Cuando el hispano-argentino recala finalmente en Madrid, el Barça cuenta con 6 ligas, y tiene en Kubala al Messi de entonces. Arrebatarles a Di Stéfano es en sí mismo un triunfo, y a la larga será mucho más que eso. Por su parte, Cristiano llega a un equipo que colecciona decepciones en Europa y que se lame las heridas de las últimas humillaciones (Alcorconazo y 2-6). Por si fuera poco, desde Concha Espina asisten al crecimiento de un monstruo: el Barça de Pep que viene de ganar el Triplete. Ahí la irrupción de Cristiano es con sordina, mientras que el eco de las actuaciones de Di Stéfano tienen un alcance inmediato. Con Alfredo la Liga volverá a ser blanca 21 años después. La noria empezaba a girar.

 


Los títulos


De la mano de Di Stéfano el Real Madrid creará una hegemonía nunca vista en España que tendrá su extensión en el Viejo Continente. El altavoz de la recién creada Copa de Europa, en la que el apoyo de Santiago Bernabéu resultó fundamental, será el mejor escenario para proyectar la leyenda blanca. Es ahí donde la genialidad de Alfredo se agranda, donde sus actuaciones se elevan a una nueva categoría, donde sus hazañas y las de un equipo de época alcanzan hasta el último rincón de Europa. Las cinco victorias consecutivas en las cinco primeras ediciones constituyen el mayor hito de la competición, en las cuatro primeras el pichichi de la competición fue siempre el mismo, Alfredo Di Stéfano. El hispano-argentino marcaría en todas las finales, en algunas de ellas hasta por partida triple, como en ese recital suyo y de Puskas frente al Eintracht (7-3) en el que ambos se repartieron los goles. Alfredo no puso la primera piedra, pero remató la Capilla Sixtina.

El dominio en España es prácticamente absoluto. Di Stéfano logrará ocho Ligas siendo en cinco de ellas el máximo goleador. Su estilo futbolístico es indescifrable para las defensas de la época. Es un futbolista total que juega con el 9 a la espalda pero que es mucho más que un simple delantero centro. Sus arrancadas, su lectura de partidos o su gran calidad para asociarse con los compañeros y crear juego marcarán un antes y un después en nuestro fútbol. Sus ansias de ganar y una competitividad inusitada para la época hicieron el resto. El palmarés se complementaría con dos Copas Latinas (1953 y 1957), la primera edición de la Copa Intercontinental (1960) y una Copa de España (1962). En sus onces años de blanco Di Stéfano cosecharía diecisiete títulos, además de inyectar al Real Madrid el gen ganador que le acompañará el resto de su historia.

Cristiano Ronaldo aguanta la mirada al mito. Es él quien recoge su testigo desde que se presenta a su lado con el 9 a la espalda. Un guiño del destino amparado por el marketing. El luso conseguirá a lo largo de sus nueve años de blanco mejores números individuales, aunque sus goles no redundaran en tantos réditos colectivos. Cristiano también fijó en la Champions League su escenario fetiche para agrandar su leyenda y la del Real Madrid. 4 Orejonas, tres de ellas consecutivas y máximo goleador de la competición durante 6 temporadas consecutivas. Nadie ha marcado más goles que él desde el 2012. Solo vestido de blanco ha perforado 105 porterías continentales. La reconquista, no obstante, costó cinco años.

Porque Cristiano tuvo que enfrentarse nada más llegar al mejor Barça de la historia. Competir los títulos ante ese equipo liderado por Messi fue todo un logro. Arrancarle un puñado de ellos hubiera sido imposible sin el luso. En esa lucha fraticida deben contabilizarse las dos Ligas, las dos Copas del Rey y las dos Supercopas de España. El palmarés de Cristiano y del Real Madrid todavía aumentaría con tres Supercopas de Europa y tres Mundiales de Clubes (antigua Intercontinental). Para dejar un saldo total de 16 títulos en 9 años, uno menos que Di Stéfano. Cristiano, sin embargo, sí gana al que fuera Presidente de Honor del Real Madrid en goles. 451 goles en 438 partidos para el portugués, con una media de 1,029 goles por partido. Di Stéfano alcanzó los 308 goles en 396 partidos, su media es de 0,777 goles por encuentro. La comparación podría extenderse también a los títulos individuales, aunque ahí la comparación sea más sangrante para Di Stéfano. En la era del marketing Cristiano golea al fútbol en blanco y negro. La Saeta Rubia, no obstante, lograría dos Balones de Oro (1957 y 1959, no le dieron más por no abusar) y es el único que tiene un Súper Balón de Oro (1989) a toda su trayectoria. Ronaldo tiene 5, cuatro de ellos logrados vistiendo la camiseta del Real Madrid, además de tres Premios The Best y tres Botas de Oro (máximo goleador de Europa).

 


Los Intangibles


Consignados los logros, queda por analizar los intangibles, aquellos aspectos en los que tanto Di Stéfano como Cristiano Ronaldo resultaron fundamentales por una simple cuestión circunstancial, por el momento histórico que vivieron. Di Stéfano es la Copa de Europa, asociado al nacimiento del trofeo y a la construcción de la Leyenda blanca. El Real Madrid no sería EL REAL (como se le conoce en el resto de países de Europa) sin el hispano-argentino, que llegó a la capital de España en un momento de cambio, cuando el fútbol europeo comenzaba no solo a recomponerse de la guerra, sino también a adentrarse en el profesionalismo y crecer de la mano de los medios de comunicación. Di Stéfano emerge también como símbolo de una época a través de su retórica —”ningún jugador es tan bueno como todos juntos”— que algunos no terminaron de entender mucho tiempo después. Ese carácter pionero es ya de por sí inigualable.

Cuando Cristiano llega Madrid, el club es ya el más grande la historia y su unión es un trampolín para ambos. El momento, no obstante, es delicado. Los blancos pese a su sala de trofeos repleta, llevan años sin dominar el Viejo Continente y en España las sensaciones no son mucho mejores ante la irrupción del Barça de Pep y Messi. Cristiano volverá a subir al Real Madrid al tren de la élite europea, en un momento donde los principales equipos europeos se blindan gracias a los réditos económicos de la Champions. El Madrid de Cristiano vuelve a pisar la corte, aunque recuperar el trono le costará más. Lo hará cuando Cristiano esté rodeado de un super equipo, de las mejores plantillas de la historia del Real Madrid (2016 y 2017), de compañeros que juegan por y para él. Ahí su voracidad y sus ansias de victoria, de reivindicación constante, marcará la diferencia para no perder el trono.

 


La salida


Las similitudes vuelven a surgir entre los dos astros en el momento del adiós.LAmbos se marchan por la puerta de atrás. El punto y final de Di Stéfano se produce tras perder la Copa de Europa de 1964, ante el Inter de Helenio Herrera (3-1). Las discusiones con el entrenador Miguel Muñoz le distanciarán también de Santiago Bernabéu, alguien que había sido para él como un segundo padre. Le ofrecerán seguir en el Real Madrid “de lo que sea” porque entienden que ya no tiene sitio en el equipo. Él se marchará al Espanyol para jugar allí todavía dos temporadas más y demostrar que todavía era futbolista. Se retirará con 40 años y solo entonces el Real Madrid le homenajeará con un partido amistoso ante el Celtic de Glasgow, reciente Campeón de Europa. Los blancos habían vuelto a conquistar el Continente dos años después (1966) de la marcha de Di Stéfano. La Saeta se despediría por carta de Santiago Bernabéu, las redes sociales de la época.

Cristiano eligió otros métodos para mostrar su descontento con la entidad de Chamartín. Poco importó, que al contrario de Di Stéfano, la Champions cayera en esta ocasión del lado blanco. El luso llevaba meses rumiando su marcha harto, según se ha sabido después, de la persecución de Hacienda y del escaso apoyo del Real Madrid en el apartado financiero y deportivo. Otra carta muchos años después publicada ahora en la web del Real Madrid ponía punto y final “a los años más felices de mi vida” explicaba Ronaldo. Con 33 años el portugués se marchaba a la Juventus de Turín para demostrar que todavía es un futbolista que puede hacer ganador a un equipo. El reto es mayúsculo. También lo es para el Madrid que al igual que en 1964 no ha contratado a ningún sustituto para tapar el agujero dejado, en esta ocasión, por Cristiano.

Está por ver si el Real Madrid se recompondrá tan rápido como entonces de la marcha de una leyenda como el portugués. El Madrid post Di Stéfano tardó apenas dos años en volver a dominar Europa. Más de 60 años después, los blancos se enfrentan ahora a un futuro sin Cristiano, el jugador que en la última década les devolvió al Olimpo. Allí sigue Don Alfredo, cuyo legado parece inalcanzable para el portugués. Con sus goles, con su ambición y con su particular carácter el luso consiguió ganarse el corazón de los madridistas durante una década, pero la propiedad de ese territorio inabarcable e irracional del aficionado seguirá perteneciendo a Di Stéfano, porque al fin y al cabo, con él empezó todo.

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