Una patada al conservadurismo y a las diferencias abismales, una exhibición de otro tiempo, un oro portentoso y un arco iris merecidísimo para la gran Anna Van der Breggen, que ya sabe lo que es ser campeona del mundo, campeona olímpica y un doblete en el Giro de Italia, amén de un sinfín de otros triunfos que adornan su impresionante palmarés. Ganó cuando y cómo quiso, con el permiso de Annemiek Van Vleuten, única rival real de su compatriota y a la que no quiso poner en aprietos. Se limitó a controlar el pelotón para dar rienda suelta a la exhibición de Van der Breggen, que soltó a todas las corredores que iban por delante y acabó llegando a meta casi cuatro minutos antes que la segunda, la australiana Amanda Spratt.
Van der Breggen, en otra liga
Holanda fue el país que decidió el devenir de la carrera. Con un dominio abrasador, sus corredoras se fueron moviendo en función de lo que necesitaban sus dos líderes y en el penúltimo paso por el puerto de Igls Van der Breggen prendió la mecha. El resto se quedaron mirando a Van Vleuten, esperando que su compañera secara ese movimiento, pero la estrategia estaba bien diseñada, esta se lavó las manos y nadie volvió a ver el dorsal de la neerlandesa hasta que subió a lo más alto del podio. Segunda en la contrarreloj -lleva tres platas- cierra un Mundial de Innsbruck antológico y se da la razón a sí misma de haberse perdido el Giro para llegar al 100% a esta cita. Ese sueño de vestir el arco iris ya lo tiene tachado de su lista.
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— UCI (@UCI_cycling) 29 de septiembre de 2018
La carrera careció de emoción porque en la mesa de Van der Breggen solo come Van Vleuten y esta vez compartía familia. Además, se cayó y, aunque visiblemente no se le vio nada, aclaró poco después de cruzar la meta que estaba preocupada por su rodilla izquierda y que no sabía cómo había podido terminar en séptima posición. Sin esa batalla, todas las demás fueron menores. Spratt se quedó la plata en propiedad al estar ya delante cuando arrancó la campeona y veterana Tatiana Guderzo; casi olvidada por todos en los últimos tiempos sacó el pundonor necesario para ser bronce. Las tres llegaron a metas orgullosas y felices.
Las españolas, lejos
Fue una pena que el pelotón no se metiese en más batallas, pues el goloso bronce lo tuvieron varias veces cerca, pero el control holandés, la presencia de Van Vleuten y las diferencias que manejaban Van der Breggen y Spratt hicieron de tapadera y evitaron los movimientos de ilustres como Moolman, Uttrup, Longo Borghini o Megan Guarnier, favoritas cuando se dio la salida. Tampoco fue un buen día para las españolas; Mavi García siempre tuvo buena cara y siempre asomó delante, pero no intentó ningún movimiento, quiso jugar a dejarse llevar y el poco movimiento la privó de algo mejor que el decimonoveno puesto final. Y tanto Eider Merino como Ane Santesban no fueron capaces de encontrar un buen golpe de pedal y sufrieron más que disfrutaron.
Y con todo esto, solamente queda el epílogo, que esperemos lo firme Alejandro Valverde. Eso será mañana y no hace falta que les diga que no se lo pierdan, porque cuento con sus espadas, sus arcos y sus flechas.