Los Lagos de Covandonga volvieron a ejercer de jueces de La Vuelta, aunque en menor medida que otras veces porque las fuerzas están muy igualadas entre los cuatro o cinco mejores. Sacó partido de las miradas y la vigilancia el francés Thibaut Pinot, que arrancó desde lejos y nadie lo persiguió. Rezagado en la general desde aquel día de los abanicos, el galo aprovechó su oportunidad para ganar en la cima más histórica de la carrera. De esta forma, ha levantado los brazos en Covadonga, donde leyendas como Pedro Delgado o Laurent Jalabert ya inscribieron antes su nombre y además se ha situado séptimo de la general y amenaza con ir a más. Vivió su gran día de la temporada después de aquel amargo abandono en el Giro de Italia, cuando tenía pie y medio en el podio final.
La jornada volvió a ser casi tan rápida como las anteriores, con otra fuga muy peleada en los primeros kilómetros donde los sospechosos habituales como Kwiatkowski, Majka o De Gendt buscaron entrar en esa escapada, que se formó algo más tarde y con gente menos peligrosa. Entró George Bennett como hombre más peligroso y también estuvieron Ben King y Bauke Mollema -que pelean por la montaña- y el asturiano Iván García Cortina, motivado como nadie en su Asturias natal. Más tarde, en solitario, sería el último superviviente del grupo y solamente pudo ser cazado en plena ascensión final.
Ataque tempranero de López
Antes de que todos empezaran a pegarse en Los Lagos, la carrera pasó dos veces por el exigente Mirador del Fito, una subida que aprovechó Astana para ir derribando a los de delante y para poner un ritmo infernal preparando el terreno a Miguel Ángel López, que anticipó su ataque con el trabajo a destajo de todo Astana, que utilizó a sus siete corredores para endurecer este tercer día consecutivo de alta montaña.
Con el pelotón enfilado y aspirantes de inicio como David de La Cruz, Wilco Kelderman o Fabio Aru cortados mucho antes de lo esperado, el colombiano lanzó su primer ataque pero equivocó el momento. Lo hizo demasiado pronto en una zona poco exigente y, aunque cogió unos metros, el buen trabajo de Richard Carapaz acabó con esa primera intentona del sudamericano. Tras él, justo en la durísima Huesera, la zona más exigente de todo el puerto, arrancó Pinot y nadie quiso ir a por él. Leyó a la perfección la carrera el de Groupama y ya nadie volvió a verlo hasta que subió al podio.
Empate técnico entre los favoritos
A partir de ahí, se vivieron los momentos de ciclismo que tan poco gustan a los aficionados, con ataques mirando hacia detrás, con parones más largos de lo habitual y con un afán por escaquearse mucho más grande que el de intentar ganar la carrera. Lo probó varias veces Simon Yates, pero siempre reaccionaron Miguel Ángel López y Nairo Quintana, que fueron la sombra del líder. Valverde trabajó y se quedó, pero siempre encontró la forma de regresar con los mejores. Casi al final del puerto, con la niebla metida en los pulmones de los corredores e intuyendo el Lago de Enol entre las montañas, López se marchó por delante para ser segundo, coger unos segundos y alcanzar la bonificación, lo mismo que pudo hacer Yates para ser tercero, ya sin diferencias entre él, Quintana, Enric Mas y Alejandro Valverde.
Rigoberto Uran y Ion Izagirre también flaquearon y pierden muchas opciones en la clasificación general, todo lo contrario que Steven Kruijwijk, que volvió a estar al mismo nivel de los favoritos. Y en medio de todo esto está la eterna figura del mencionado Valverde quien, a sus 38 años, vuelve a opositar a todo cuando tan solo falta una semana de carrera. Está a apenas 26 segundos de Yates y que no le extrañe a nadie que pueda coger el jersey rojo el próximo martes, en esa contrarreloj de Torrelavega que le puede venir mejor que al líder Yates y al dúo colombiano que forman Quintana y López.
Pero eso será después de un merecido día de descanso que algunos celebrarán con vino y rosas y que otros lamentarán por su buen estado de forma. Sin embargo, tras tres jornadas brutales en Asturias, este lunes toca respirar.
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