La frase, cada vez más escuchada, de “odio eterno al fútbol moderno” sería imposible de entender sin la injerencia en el deporte rey de la marca de bebidas energéticas Red Bull. La multimillonaria empresa austriaca ha irrumpido en el juego con una idea de negocio que entiende mucho de presupuestos y muy poco de romanticismos. En el último sorteo de la Europa League sucedió algo insólito: dos clubes propiedad de Red Bull fueron encuadrados en el mismo grupo. El Red Bull Salzburg vs RB Leipzig evidencia el huracán que está sacudiendo al mundo del fútbol en la actualidad.
The official result of the #UELdraw! ?
Toughest group? ? pic.twitter.com/nfTeWdG1rq
— UEFA Europa League (@EuropaLeague) 31 de agosto de 2018
Esta estrategia comercial comenzó en 2005, cuando Dietrich Mateschitz, fundador de Red Bull, compró las acciones del Sportverein Austria Salzburg, un club con más de 70 años de historia, pero con pocos títulos en su palmarés. El Sportverein pasó a adoptar el nombre de la compañía y mudó radicalmente de piel. El color violeta de toda la vida fue cambiado por el rojo y el escudo del equipo fue sustituido por un nuevo diseño a juego con la imagen de la bebida. Cuando a Mateschitz le criticaron esta revolución, este se excusó en una simple razón de marca: “El Red Bull no puede ser violeta, si lo fuera no podríamos seguir llamándolo toro rojo”.
Evidentemente, la excusa no contentó a unos aficionados que no encontraron en el Red Bull Salzburg ni rastro del club al que venían apoyando durante tantos años. Pese a que, desde la refundación, el conjunto austriaco se ha convertido en el dominador absoluto del fútbol nacional, una gran parte de la masa social se resiste a sucumbir a los encantos de los trofeos o el monumental Red Bull Arena. El estadio principal de Austria apenas llena el 50% de su aforo en los días de partido. Muchos de los aficionados que vivieron el cambio de club prefieren ir a animar al campo del humilde SV Austria Salzburg, fundado por un grupo de personas que añoraban a su viejo equipo y que, después de tres ascensos en ocho años, está a dos divisiones de subir a la Bundesliga austriaca y así verse las caras con el Red Bull Salzburg, en el que será uno de los derbis más emotivos del fútbol europeo.
Para Dietrich Mateschitz, la inversión sirvió como banco de pruebas para medir el éxito del proyecto y su viabilidad para trasladarlo a más países. Un año después, la compañía puso sus miras en el mercado estadounidense al adquirir la franquicia New Jersey MetroStarts. El club norteamericano, que pasó a llamarse New York Red Bull, sufrió un cambio de imagen similar al del conjunto austriaco. En ese contexto, la MLS estaba en pleno proceso de internacionalización y no vio con malos ojos el movimiento. Todo lo contrario a lo que sucedió en Alemania cuando, en 2009, Red Bull absorbió al humilde SSV Makranstädt de la quinta división teutona.
Esta elección en el mapa no fue casual: después de haber fracasado en el intento de introducirse en clubes históricos como el FC Sant Pauli, 1860 Múnich o Fortuna Düsseldorf Mateschitz puso su mira en el Este de Alemania. Desde la caída del muro y la reunificación alemana ningún equipo había destacado en la parte oriental del país. Como en los anteriores casos, el Makranstädt borró todas las huellas de su pasado para comenzar una nueva vida como el RB Leipzig. Las siglas RB corresponden a la palabra «RasenBallsport», que se traduce como «deporte de pelota en el suelo», y fue una solución improvisada ante los reglamentos de la competición germana, que prohíben lucir cualquier tipo de publicidad en la nomenclatura de un club a fin de garantizar la limpieza del juego.
La directiva del RB Leipzig tuvo que andar sobre el alambre con varios ejercicios de ingeniera financiera para que el proyecto de Red Bull saliese hacia adelante en Alemania. El club fue ascendiendo de división en división a un ritmo frenético hasta llegar a un punto en el que, a día de hoy, se ha convertido en un clásico reciente de las competiciones europeas y en un aspirante muy a tener en cuenta para discutirle la Bundesliga al Bayern; la prueba es que terminaron segundos en la temporada 2016/17.
Este proceso, muy exitoso deportivamente, se ha ido logrando con la hostilidad del resto de aficionados alemanes. No en vano, el RB Leipzig es considerado el club más odiado de un país en el que el fútbol se vive de una forma muy apasionada (los estadios de Alemania son los que mayor tanto por ciento de ocupación en sus gradas presentan de entre todas las grandes ligas de Europa). Insultos al palco, cánticos y pancartas reivindicando el lado más romántico del deporte o acciones como romper una lata de Red Bull o lanzar billetes falsos al campo forman parte de la rutina con la que tienen que lidiar, cada dos fines de semana, los futbolistas, aficionados o directivos del RB Leipzig.
Las relaciones entre Red Bull Salzburg y RB Leipzig, pese a lo que en un principio pueda parecer, son bastante complicadas. Los hinchas del conjunto austriaco sienten que la empresa les trata como a un filial del equipo alemán, que no juegan en igualdad de condiciones y que reciben un trato injusto. De esta forma, cuando un futbolista despunta en la Bundesliga austriaca, avanza un nivel más y hace las maletas con dirección al país vecino. “Cuando hay dos clubes, uno en Alemania y uno en Austria, la fuerza de cada liga determinará el objetivo principal. Salzburg siempre tendrá un equipo fuerte que pueda competir por el título de liga y jugar internacionalmente. Eso debe mantenerse”, reconoció Dietrich Mateschitz. El caso más sonado fue el de Naby Keïta, localizado por los scouts del Red Bull Salzburg, recibió el premio a mejor futbolista del año en Austria y dio el salto al RB Leipzig, el trampolín definitivo para su millonario fichaje por el Liverpool. En Anfield coincide con el senegalés Sadio Mané, extremo muy vertical que llegó a Inglaterra procedente del Red Bull Salzburg.
Esta política deportiva a dos bandas tan atípica tiene nombre y apellido: Ralf Rangnick, una de las figuras más revolucionarias del fútbol europeo y responsable directo de haber consolidado al RB Leipzig en lo más alto de la Bundesliga. Rangnick fue el director deportivo del Red Bull Salzburg y el RB Leipzig durante dos temporadas. Él era quien planificaba las altas, las bajas y los vuelos Austria-Alemania de los jugadores que consideraba que estaban listos para subir un escalón más: Upamecano, Ilsanker, Schmitz, Laimer… Antes de esta experiencia en los despachos había ascendido como técnico al Hannover 96 y dirigido a Raúl González en el Schalke 04. Aunque, sin duda, fue la etapa en el Hoffenheim, al que cogió en la Liga Regional y subió hasta la máxima categoría teutona, la que le puso en el mapa y le dotó de un prestigio a nivel nacional.
En la temporada 2014/15 renunció a su puesto de director deportivo de ambos equipos para centrarse exclusivamente en el RB Leipzig, compatibilizando la secretaría técnica con el puesto de entrenador. Una vez logrado el ascenso a la Bundesliga, Rangnick se hizo a un lado para dedicarse a tiempo completo al trabajo de oficina. Este curso se ha vuelto a poner el chandal y está entrenando al conjunto del toro rojo hasta el próximo mes de junio.
Sería de estúpidos negar la influencia del dinero de la empresa de bebidas energéticas en el crecimiento del RB Leipzig… Es bastante evidente que el Red Bull Arena no es un estadio propio de un equipo que hace menos de una década jugaba en la quinta división germana. Sin embargo, la filosofía deportiva que pretende instaurar Rangnick al Este de Alemania dista mucho de la de otros nuevos ricos como Manchester City o PSG. Red Bull aspira a crear un proyecto propio, en el que se apuesta por sangre fresca —la media de edad de la plantilla es de 23 años— y se realiza una labor de scouting muy minuciosa. En la actualidad, el delantero centro titular de la selección alemana es Timo Werner, la referencia del RB Leipzig, y otros talentos como el polivalente futbolista del Bayern Joshua Kimmich, uno de los mejores laterales derechos del mundo, se han criado en la cantera del Red Bull Arena.
Durante este tiempo que han convivido tan cerca uno del otro se ha especulado mucho sobre cómo sería un enfrentamiento entre Red Bull Salzburg y RB Leipzig. De hecho, si este partido se va a poder celebrar en Europa League es gracias a una de las muchas artimañas que hizo la empresa de bebidas energéticas para que, finalmente, la UEFA, que prohíbe que compitan en un mismo torneo dos equipos con un mismo dueño, aceptase que Red Bull era el propietario de un sólo club, el austríaco, y un mero patrocinador del otro, el alemán. Esta decisión del organismo europeo no estuvo exenta de polémica y contribuyó a que nos hiciéramos todavía más preguntas sobre cómo sería, por ejemplo, una final europea entre los dos toros rojos.
El día R ha llegado. Red Bull Salzburg y RB Leipzig se enfrentarán en un partido de Europa League en el que será difícil de identificar si estamos ante 22 futbolistas o ante 22 anuncios andantes de esos que uno encuentra paseando por el centro de las grandes ciudades. Ahora que, por fin, ambos equipos se van a ver las caras, conviene recordar la previa de la Champions de la temporada pasada, cuando un futbolista del Red Bull Salzburg saltó al campo con una camiseta del RB Leipzig y absolutamente nadie pudo darse cuenta de la diferencia.
[…] con los consumidores. Branded content y el patrocinio deportivo son compañeros inseparables. Red Bull es el rey del branded content y, su ejemplo más famoso, es el salto desde la estratosfera de Felix […]
[…] a ser el mismo. El Atlanta United se proclamó campeón de la Conferencia Este tras derrotar a la franquicia de las bebidas energéticas por un 3-1 a favor en el global de los dos partidos. Fue el primer trofeo en la historia del club. […]
[…] de los equipos más a tener en cuenta para la conquista del título es el New York Red Bulls, una de las franquicias más europeas de Estados Unidos. Los Red Bulls de Romero Gamarra y Brad […]