La primera reacción es el entusiasmo. Un chico de 23 años pisa el podio de la Vuelta a España cuando dábamos por hecho que nos aguardaba una larga travesía por el desierto. Enric Mas es la esperanza, el nuevo Contador. Así lo proclamamos, rotundos, sin hacer justicia a Marc Soler (24 años, otro futuro esplendoroso) y sin atender a la historia del ciclismo, plagada de talentos precoces que no cumplieron las expectativas.
Se trata de ponerse en lo peor, porque en lo mejor ya se está poniendo todo el mundo: Enric Mas competirá por las grandes vueltas de los próximos diez años y ganará unas cuantas; nuestras tardes de verano están garantizadas. Sin embargo, la historia nos recomienda prudencia. No todas las promesas cumplieron. De hecho, lo más frecuente es la decepción. El propio Nairo Quintana (28) marcha por detrás de las ilusiones que despertó cuando fue segundo en el Tour 2013. Tenía la misma edad que Enric Mas, 23 años. Es verdad que ha ganado un Giro (2014) y una Vuelta (2016), pero ni eso le libra de la sensación general de desconsuelo. A Nairo se le está pasando el arroz mientras una nueva generación de colombianos (López, Bernal) acapara las expectativas.
Los más precoces del ciclismo moderno tampoco completaron el palmarés que se imaginaba. Felice Gimondi ganó el Tour de 1965 con 22 años y 289 días; no volvió a ganarlo. Conquistó, eso sí, tres Giros (67, 69 y 76) y la Vuelta (68). Un expediente brillantísimo, pero no lo bastante como para tener plaza en el olimpo. Laurent Fignon se impuso en el Tour de 1983 a los 22 años y 364 días. Cuando repitió al año siguiente se creyó que su reinado sería larga duración. Nos equivocamos de nuevo. Con el Giro de 1989, y especialmente con el Tour de ese mismo año (perdió por ocho segundos ante Lemond), se acabó su luz.
En el Giro ha ocurrido igual, con gloriosas excepciones. Fausto Coppi, uno de los más grandes de siempre (quizá el más grande), ganó el Giro de 1940 a los 20 años y 268 días; después ganó cuatro Giros más (47, 49, 52 y 53) y dos Tours (49 y 52), todo ello con una Guerra Mundial de por medio. Merckx se llevó el primero de sus cinco Giros con 22 años y 361; fue su estreno como ciclista caníbal. En otro mundo habita Giuseppe Saronni, que se hizo con el Giro de 1979 con 21 años y 257 días pese a ser más un sprinter que un escalador.
Cuando el ruso Eugeni Berzin derrotó al mejor Miguel Indurain en el Giro de 1994 tenía 24 años y nueve días. Al año siguiente fue segundo y en 1996 se despidió de la fama con triunfos de etapa en Giro y Tour. Siempre se dijo que tenía el hematocrito más alto que el talento. Damiano Cunego también asombró a Italia cuando se convirtió en vencedor de la edición de 2004 a los 22 años y 254 días; no volvió a pisar el podio de una grande.
En la Vuelta, no encontraremos mejor ejemplo que Angelino Soler, vencedor en 1961 con 21 años y 168 días. Se auguró que se comería el mundo, pero su trayectoria no pasó de ser la de un buen corredor: 12º en el Giro 62, sexto en el Tour de 1963… Bernard Hinault se presentó al orbe ciclista en la Vuelta de 1983, cuando tenía 23 años y 181 días, y la misma edad (y 263 días) contaba Eric Caritoux cuando le dio el disgusto a toda una generación en la Vuelta de 1984; no volvió a quedar entre los cinco primeros de una gran carrera. Tampoco Faustino Rupérez (23 años y 286 días), ganador en 1980; jamás repitió podio.
Hay más casos. Hoy mismo, Igor Antón anunció que se retira a los 35 años. A los 23 ganó una de las etapas de montaña de la Vuelta (Calar Alto) y se convirtió en candidato para las ediciones siguientes. En 2010, cuando era líder, sufrió una caída en la etapa 14 y tuvo que retirarse. La mala o la buena fortuna es el factor X de esta ecuación.
Como se puede observar, solo los más grandes se han sobrepuesto a su propia genialidad (Coppi, Merckx, Hinault). Ese será el principal desafío de Enric Mas. Tiene las piernas y cuenta con el atrevimiento, pero ahora deberá que adiestrar su cabeza para lo que le viene: la expectativa máxima y la responsabilidad absoluta. Cualquier lugar lejos del podio será tomado como una decepción, casi como una afrenta. Que le pregunte a Nairo. Todavía le culpamos por no ser lo que anunciamos. O que le pregunte a Pinot, tercero en el Tour de 2014 con 24 años recién cumplidos.
Enric Mas es una magnífica noticia, especialmente para Marc Soler, que ya no estará solo bajo los focos. Pero es una promesa por cumplir que a día de hoy solo nos garantiza un verano, el próximo. Aunque quizá también destaque en el Mundial de Innsbruck, quién sabe, y por qué no en algunas de las Clásicas de la primavera que viene…
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