En San Mamés siempre llueve. Quiero creer, que semejante nivel de empeño en complicarle la vida al Real Madrid año tras año responde a un juramento de sangre más propio de la masonería que del fútbol actual, frío y robótico. En Bilbao todavía se vive el fútbol como antes, con chapela, manga corta y bufanda. Llamativa y admirable su actitud, y me atrevo a predicar, que si el juramento se extendiese a lo largo de la temporada, la gabarra no cogería tanto polvo. Pero no seré yo quien se meta con tradiciones o ambiciones ajenas. Suficiente tuvo el Madrid con salir vivo de entre las piernas de Raúl García, una misión que requiere mancharse las manos de sangre y la camiseta de barro, costumbre un tanto abandonada en Chamartín.
El Madrid me gustó. No se dejen llevar por la histeria colectiva, el equipo de Lopetegui se mantuvo entero durante los noventa minutos, salvo en dos o tres fases REM en las que paró para coger aire. Si analizamos la alineación propuesta por Julen, podemos asegurar que Marco Asensio se ha encontrado debajo de la cama un contrato vitalicio como titular, y eso siempre es una buena noticia. Los artistas deben tener el protagonismo que merecen o no les podremos pedir fuegos artificiales al final de la función. Me sorprendió la presencia de Ceballos en el puesto de Casemiro, porque San Mamés es un terreno plagado de minas y el brasileño suele ser un buen escudo anti misiles. No me meteré con la pizarra de Julen, pero ante el Athletic hay que amarrar más e inventar menos.
Algunos verán la pérdida de dos puntos como una tragedia. Ya he leído varias veces que el Madrid ya va a remolque, y me pregunto qué súper poderes habrán observado en el Barcelona o en el Atlético de Madrid para soltar semejante afirmación sin tener un poco de paciencia. Las comparaciones pueden ser odiosas, pero en este caso, mirar de reojo al de al lado no solo es inteligente, sino satisfactorio. La sangre llegará al río y será en ese momento, cuando el Real Madrid tenga que ir a la yugular. La Liga se gana pedaleando en las pendientes, no yendo cuesta abajo y sin frenos. De momento, el Madrid mantuvo la compostura en uno de los campos más complicados de España y solo echó de menos al Karim de los viejos tiempos, al Benzema que levantó aplausos ante Getafe, Girona o Leganés. Ojo, cualquier pensamiento pretencioso que haya pasado por su mente es cosa suya. Dios me libre.
He leído y unos cuántos comentarios que quieren ser ecuánimes pero no dejan de ser rabiosos, similares al de Irene. Primero esa frase tópica de «en San Mamés siempre llueve», que pretende ser metafórica aunque suena literal. No, no es cierto. En San Mamés llueve sólo a veces. Después ese reproche velado al interés del Athletic por ganarle al Real Madrid, que esconde otro reproche velado: el de no hacer lo mismo con el Barcelona. «Si el juramento se extendiese a lo largo de la temporada, la gabarra no cogería tanto polvo». Como si fuera una falta de respeto plantarle cara al Madrid y el Athletic tuviera algún interés en desfallecer contra el Barcelona, obviando claro, los antecedentes cercanos: el 4-0 de la Supercopa o el 2-1 de la Copa, con dos expulsados en el Athletic, producto del ardor por la victoria. ¿No caerán en la cuenta aquellos que todo lo ven a través de las gafas merengues, que tal vez a un equipo como el Athletic le viene mejor jugar contra un rival como el Real Madrid, por sus características, que contra el juego del Barça? Es, por otra parte, una falta de respeto a los demás clubes de la Liga, menospreciarles de esa forma.