Pues ya está. Felicidades sobre todo a los cortos de miras porque es un día triste para los amantes de la polémica y los que se ahogan de tanto apretarse la bufanda al cuello: no encontrarán un blanco tan fácil como Gerard Piqué, que ha ratificado este sábado su decisión de no seguir jugando con la selección española. Si no se había hartado antes era porque personalidad y carácter le sobran, que es precisamente lo que les joroba a tantos. 102 partidos después de que debutara con la absoluta en un amistoso contra Inglaterra, ganando una Eurocopa y un Mundial y demostrando siempre su compromiso —jamás de borró de un amistoso—, el catalán ha dicho hasta aquí. Los que se alegren que se lo hagan mirar porque sigue siendo uno de los mejores centrales del mundo y su ausencia se notará.
«Hablé con Luis Enrique hace una semana. Me llamó y le comenté que la decisión ya estaba tomada y meditada hace tiempo. Fue una etapa muy bonita, de la que estoy muy feliz, pero ahora me quiero centrar en el Barça. Me quedan años en el Barça, espero que cuantos más mejor, y quiero disfrutarlos», fueron sus palabras en la rueda de prensa previa al encuentro de la Supercopa de España que se disputa este domingo en Tánger frente al Sevilla. Se acabó. Luis Enrique no ha podido convencerle aunque ya advirtió en su presentación como seleccionador que sí, hablaría con él, pero que cada uno era muy libre de tomar sus decisiones. Piqué ya anunció que el Mundial de Rusia sería su adiós en octubre del 2016, después de un encuentro con Albania en el que se le acusó de haber cortado deliberadamente las mangas de la camiseta para que no apareciera la bandera española. Igual que en la Eurocopa muchos interpretaron que estaba haciendo la peineta mientras sonaba el himno antes del encuentro ante Croacia. Y él venga a dar explicaciones, a justificarse cuando no tenía por qué. Siempre bajo la lupa, el microscopio, la sospecha de no ser lo suficientemente español. Que vaya usted a saber qué es eso.
Y la misma cantinela, una y otra vez. Que si tan catalán es y no quería jugar con España, ¿para qué lo hacía? Un jugador, insisto, que no se ha borrado ni de un amistoso y que ha dejado escrito en su web Theplayerstribune.com, el pasado mes de marzo, que «el momento más feliz de mi vida fue ganar el Mundial con la selección». Un deportista que en la última Eurocopa correteaba por el césped con su hijo mayor, Milan, que llevaba puesta la camiseta de La Roja después de un partido. Daba igual. Lo que hiciera y dijera. Para los obtusos era un independentista radical, un antiespañol peligroso cuando lo único que ha expresado abiertamente es su deseo de que haya un referéndum. Sin especificar qué votaría él al respecto. Jamás.
A los abonados a las tertulias de gritos y a la demagogia barata y chusca se les ha jodido la gallina de los huevos de oro. Porque Piqué, para qué engañarnos, era una mina. Decía lo que le daba la gana y con tal nivel de argumentación, tranquilo, sereno, que les desarmaba. Lo que sospecho que no hacía más que elevar su nivel de inquina y rabia al comprobar que no podían con él. Y que en un tú a tú les ganaría por goleada. Eso pica.
Soy de Madrid, de Alcorcón más bien, y este mes de septiembre cumpliré 15 años viviendo en Barcelona. Ya lo he contado en más de una ocasión, pero volveré a hacerlo. Cuando vuelvo y me preguntan «¿y qué tal con los catalanes?», como si fueran marcianos, hace tiempo que encontré ya una respuesta estándar: «Bien. Mi marido es uno de ellos». Y sonrío. Tema zanjado.
No seamos ingenuos. Si Piqué fuera de Jaén, un suponer, en lugar de catalán, no habría tenido que soportar las cábalas continuas sobre su implicación con la selección española. Y eso tiene un nombre: catalanofobia. Sería deseable que todos maduráramos y comprender que un futbolista, una persona, puede sentirse catalán, hablar en su idioma y en el de sus padres y abuelos, querer a su tierra y sus raíces y no por ello dejar de competir al máximo nivel cuando viste la camiseta de España. Y además declara que el día más feliz de su vida fue cuando ganó el Mundial.
Personalmente, le echaré de menos en la próxima convocatoria de la selección porque me sigue pareciendo un jugador, un central, que con la motivación adecuada es excepcional. Y competitivo como pocos. Que Gerard Piqué decida no jugar más con la selección es una mala noticia. Incluso para los del ruido que andarán «como pollos sin cabeza», que diría Toshack. A ver con qué se entretienen ahora. Miedo me da sólo de pensarlo.
Piqué es tan Catalán y Español como el lo quiera ser. Creo que se ha entregado tanto con el Barça como con la selección al 100% y si ahora decide dar un paso de costado pues nada , a respetarle su decisión y agradecerle siempre haber defendido con garra, espíritu deportivo y pasión a La Roja. Quienes duden de su compromiso es que no saben de fútbol o pretenden que para ser español hay que ser del Madrid, ir a los toros y escuchar flamenco .
Parece un elogio a na persona cicatera, bajo paradigma de un deportista. No parecer hacer sido escrito por Juanma. No sé qué le paso.
Creo que se confunde. A Piqué se le ha silbado en muchos campos de fútbol no por ser catalán, no porque existiera la «catalanofobia», sino por ser independentista, por no querer seguir siendo español. Porque no me negará que resulta paradójico que alguien que no se siente español juegue con la selección de España, opresora y causante (según los independistas) de todos los males que aquejan a Cataluña.
Yo también soy de Madrid, de Chamberí, y he vivido casi 40 años en Cataluña. Mis dos hijos nacieron en Barcelona, estudié ingeniería industrial, desarrollé toda mi vida profesional universitaria en Cataluña, entiendo y hablo el catalán y lamento profundamente lo que está sucediendo allí (estoy jubilado y vivo en México).
Para finalizar. Yo también creo que Piqué es uno de los mejores defensas centrales que ha tenido la selección española. Saludos cordiales.