Tengo un amigo, madridista para más señas, que celebra cada 24 de junio el cumpleaños de Leo Messi como si fuera alguien de la familia, con alegría. La explicación viene después: «Un año menos que le queda». Cuando lo cuenta no puedo evitar la risa ni que en mi cabeza suene Joan Manuel Serrat y su canción Esos locos bajitos: «Niño, deja ya de joder con la pelota.
«Niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca».
Messi ya no es ningún crío, sino un hombre hecho y derecho de 31 años, que lleva 15 consecutivos marcando en la Liga y es el autor del gol 5.000 y del 6.000 del Barça, en un periodo de nueve temporadas. Con 33 títulos: nueve Ligas, cuatro Champions, ocho Supercopas de España, tres de Europa, seis Copas del Rey y tres Mundiales de club. Es tan bestia que a la frustración de mi amigo el madridista deberíamos sumarnos como víctimas colaterales los periodistas. Porque, admitámoslo, ya no hay manera de poder contarle sin repetirse.
El esfuerzo constante al que nos tiene sometidos el argentino raya en la crueldad. Se nos han acabado los calificativos, las frases grandilocuentes, las comparaciones, las interjecciones: los ¡oh! ¡ay! o ¡buaaah! Los números no alcanzan tampoco pese a su enormidad para comprender lo que es capaz de hacer sobre un terreno de juego. Llega el primer partido de Liga, después de un Mundial espantoso en el que se le vio hundido —y que ha generado que se tome un descanso del peso de llevar a un país sobre sus hombros—, marca dos goles ante el Alavés en un partido pastoso (uno de falta por debajo de la barrera) y estrella dos balones en el palo. Y de nuevo a buscar en los recovecos mentales, en el diccionario, en las palabras que existen, están ahí y sólo tienes que utilizarlas para terminar diciendo: «Lo ha vuelto a hacer, otra vez».
Con la moda de elevarnos para que todo el mundo sepa que estamos muy leídos y esto del fútbol es una cosa muy seria y nosotros más, me imagino a unos cuantos repasando en su cuaderno de citas (porque lo deben tener, si no, no me lo explico) los poemas de Rilke, Baudelaire, de la Generación del 27, los cuentos de Fontanarrosa o las películas de Tarantino, Hitckock o de John Ford y tecleando con las bandas sonoras de John Williams, Morricone o Henry Mancini. Total, para terminar meneando la cabeza como la pata a pilas de los gatos de los chinos y concluir con un simple: «Lo ha vuelto a hacer, otra vez».
Pasan los años y mi amigo el madridista sigue celebrando, descontando, sus cumpleaños. Los culés, en cambio, no quieren ni pensar en el día que se vaya y los amantes del fútbol en general nos preguntamos si nos dará tiempo a volver a a ver algo, a alguien, ya no como él, sino semejante. Porque Messi no deja de joder, de hacer diabluras con la pelota, de traspasar sus límites y los de los que nos empeñamos, como buenamente podemos, en contarle. Yo hace tiempo que me rendí, no me veo capaz de escribir algo que no se haya escrito ya sobre él, seguid vosotros y vosotras, compañeros. Que yo me quedo aquí con mi patica de gata, mientras tecleo y repito: «Pues lo ha vuelto a hacer, otra vez».
Gemma vamos a disfrutarlo como es cuanto más tiempo mejor.
Saludos