Después de finalizar últimos de su división en una temporada totalmente engañosa, los Houston Texans parten en este nuevo curso liguero como uno de los favoritos a alargar su campaña hasta la postemporada en la AFC. El motivo es más que obvio: la vuelta de J.J. Watt, DeShaun Watson y Whitney Mercilus, lesionados todos ellos de gravedad en el 2017. No en vano, el conjunto entrenado por Bill O’Brien cuenta con una de las mejores defensas de la competición (o, directamente, la mejor), liderada por el citado Watt, el defensive end salido de la Universidad de Wisconsin y tres veces nombrado mejor jugador defensivo del año en la NFL. Tras dos temporadas en las que apenas ha podido disputar ocho encuentros, Watt regresa de nuevo a su mejor versión, acompañado por Mercilus, que el pasado curso también dijo adiós a la temporada tras lesionarse en la jornada cinco ante los Kansas City Chiefs. Junto a ellos estará Jadeveon Clowney (dos veces consecutivas ya probowler) para poner los cimientos de un front seven (Covington/Heat, Reader, Watt, Mercilus, McKinney, Cunningham y Clowney) sencillamente temible. Y, por si todo lo expuesto fuera poco, la franquicia texana ha mejorado este año todavía más su defensa, especialmente su secundaria, con la llegada en la agencia libre del safety Tyrann Mathieu, procedente de los Arizona Cardinals, y con la elección de Justin Reid, un jugador de tercera ronda en el último draft (número 68 y hermano de Eric, ex de los 49ers) que estaba llamado a ocupar posiciones bastante más altas y que, según aseguran, tiene un futuro bastante más brillante que su posición en el draft. Casi nada.
En cualquier caso, la buena defensa de los Houston Texans es algo que se le presupone de antemano, así que tiene que ser su ataque el que le convierta en legítimo candidato a estar en la postemporada y, en ese apartado, aparecen en mayúsculas las letras que conforman un nombre y un apellido, los del quarterback DeShaun Watson. El número 12 del draft del 2017 confirmó el potencial mostrado en sus tres años en la Universidad de Clemson (un título y un subcampeonato nacionales) y dejó espléndidas sensaciones en los siete partidos que disputó (seis de ellos como titular) en su campaña de debut hasta que se rompió el ligamento anterior cruzado de la rodilla en un entrenamiento a principios de noviembre. El receptor DeAndre Hopkins (1378 yardas, más de 14 yardas por recepción, 13 touchdowns y la palpable sensación de ser uno de los mejores WR de toda la NFL), también salido de la factoría de la prestigiosa Clemson, será el mejor aliado que encuentre Watson en un ataque con bastantes factores a mejorar, especialmente una línea ofensiva que en la temporada 2017 permitió a sus contrincantes realizar 54 sacks a su quarterback (el segundo peor equipo en ese apartado, únicamente superado por los Colts). Prepárate, Watson.
- Entrenador: Bill O’Brien (5ª temporada).
- Jugador estrella: J.J. Watt.
- Otros jugadores determinantes: DeShaun Watson, DeAndre Hopkins, Whitney Mercilus, Jadeveon Clowney, Justin Reid.
- Balance 2017: 4 victorias, 12 derrotas, último de su división.
- Objetivo 2018: Alcanzar la postemporada.
- El pronóstico de Luis Bustos: No alcanza los playoffs.
- El pronóstico de Sergio Alberruche: Eliminado en la Wild Cards Round.
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