Antes de decir sus primeras palabras como seleccionador nacional Luis Enrique hizo un gesto: se frotó las manos. Y esa fue justo la sensación que dio durante la hora que compareció ante los medios de comunicación y antes de contestar a 29 preguntas; la de estar disfrutando, ilusionado con su nuevo cargo y sin ningún interés en parecer más simpático «no creo que tenga que serlo, aunque mis amigos dicen que lo soy». Un Luis Enrique en su salsa, vamos.
Hubo un momento en especial, cuando se le cuestionó por segunda vez por Sergio Ramos y el motivo de que no se haya puesto en contacto con él, a la vez que se interpelaba al director deportivo José Francisco Molina sobre el papel de los capitanes, en el que el técnico le hizo un gesto con la mano: «Déjame a mí, ya contesto yo que estoy acostumbrado» para explicar que estaba situándose, que no tiene, que él sepa, ningún problema con ningún jugador y que no pensaba excluir a nadie. Ese ‘déjame, que ya voy yo’ es Luis Enrique en estado puro. Le va la marcha, ya lo confirmó un día cuando era entrenador del Barça y no va a cambiar como dejó claro en su última respuesta sobre sus ideas políticas: «Me resbala lo que digan de mí. No voy a hablar nada sobre política, pero esas frases que se me atribuyen no se ajustan a la realidad. Yo me siento orgulloso de ser lo que soy, asturiano, de vivir en Catalunya y orgulloso de ser español. Sé bien lo que soy, pero debe ser la primera vez que acusan a un gijonés de… En fin, no debe conocer a Pelayo. Yo me considero gijonés, asturiano y español… ¡y también catalán!» Y le faltó acabar con un ‘chimpún’ tras acabar con la barbilla alta, retando, porque quien le busque le va a encontrar.
El nuevo seleccionador negó ser antimadridista y respecto a las críticas sobre su nombramiento afirmó que «no he leído ninguna». Siendo entrenador del Barcelona ya avisó: «Hay gente que tiene capacidad para escuchar y aceptar las críticas. Yo no soy de uno de ellos», pero le llegan porque no vive en ninguna burbuja y sus allegados le avisan de vez en cuando.
En su presentación estaba aparentemente relajado, hizo alguna broma, como cuando le cuestionaron sobre su relación con la Prensa y si se iba a comer a alguien: «¿Comer? Si pagáis vosotros igual voy, pero eso sí, que sea en un buen restaurante» y repitió continuamente una palabra: evolución. «Porque no me gusta hablar de fracasos, sino de decepciones, ni de revolución, sino de evolución». Y ahondó en lo que pretende hacer: «Hay mucho nivel en el equipo, pero hay que mejorar muchas cosas. Hay que ser un equipo agresivo, que pueda hacer daño al rival, debemos mejorar la presión tras pérdida, hay que saber defender y recibir menos goles… Nada que no hayan querido mis predecesores. La fase más difícil del fútbol es la fase de finalización, cuando un equipo está metido atrás y no te deja espacios. Eso es lo que hemos sufrido últimamente y lo que creo que seguiremos sufriendo, y eso es lo que se puede mejorar. ¿El estilo? Que nadie se preocupe que no lo vamos a tocar, vamos a ser protagonistas con el balón, pero ojo, que el rival también juega y hay que saber defender».
«Nos lo pasaremos bien», dijo. Él, desde luego, ya lo está haciendo. Y buscará consenso, sí, pero sólo con los jugadores y a su manera «porque tengo tres hijos y tampoco les trato igual, habrá momentos en que le tenga que decir a un jugador que espabile y a otro al que tendré que darle un besazo y si debo tener mano dura… No tengo ningún problema». Lo que digan, lo que digamos los demás le «resbala».
? OFICIAL | @LUISENRIQUE21, nuevo seleccionador de la @SeFutbol#BienvenidoLuisEnrique pic.twitter.com/DuPcxVPyDI
— Selección Española de Fútbol (@SeFutbol) 9 de julio de 2018
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