Cuando Danny Ainge, mánager general y presidente de Operaciones de Baloncesto de los Boston Celtics, traspasó el número 1 del draft de 2017 a los Philadelphia 76ers a cambio de la tercera elección de ese mismo año y una futura primera ronda, dijo que lo hacía porque estaba seguro de que el jugador que realmente quería para la plantilla de Brad Stevens estaría disponible en esa tercera posición. Un jugador que tenía nombre propio, Jayson Tatum, y que procedía de Duke, la legendaria universidad entrenada desde hace casi cuatro décadas por Mike Krzyzewski y que se ha convertido con el paso de los años en la mejor cantera posible para la NBA: en el último lustro, hasta 14 jugadores del centro universitario situado en Durham (Carolina del Norte) han sido elegidos en el draft de la mejor liga de baloncesto del mundo. Y eso tan solo cuando se echa un vistazo a corto plazo, ya que, desde que Danny Ferry capitaneara al equipo de Coach K a finales de los ochenta o Christian Laettner fuera el gran protagonista de los dos primeros títulos nacionales de Duke (tiene cinco en total, el último en 2015), la lista de Blue Devils que han llegado a la NBA es todavía más extensa: de Grant Hill a Kyrie Irving, de Shane Battier a Jason Williams, pasando por, entre otros, Elton Brand, J.J. Redick, Nolan Smith, Kyle Singler, Austin Rivers, Luol Deng, Mike Dunleavy Jr., Mason y Marshall Plumlee, Seth Curry y Quinn Cook.
En cualquier caso, la cantidad no es lo que convierte a Duke en la mejor cantera de la NBA en la actualidad (de hecho, la Universidad de Kentucky, la del estado del bourbon, el bluegrass, las carreras de caballos y el acento sureño de Jennifer Lawrence cuando bebe alcohol en la CBS con Stephen Colbert, ha aportado más jugadores al draft en el último lustro, 18 en total, entre ellos, Karl-Anthony Towns o Devin Booker), sino la calidad: de esos catorce jugadores, cinco fueron elegidos en el top 3, uno por año. Jabari Parker, número 2 del draft del 2014, elegido por los Milwaukee Bucks, fue el primer eslabón de una lista en la que también aparecen Jahil Okafor (número 3 en el año 2015, elegido por los 76ers), Brandon Ingram (número 2 en el año 2016, elegido por los Lakers), el citado Jayson Tatum (número 3 en el año 2017, elegido por los Celtics) y Marvin Bagley III (número 2 este año, elegido por los Sacramento Kings).
De esos cinco, las lesiones se han cebado con los dos prometedores jugadores oriundos de Chicago: Okafor, que en su época de instituto y universidad tenía un talento descomunal, se ha ido perdiendo por el camino entre molestias físicas y misterios varios pese a promediar más de 17 puntos por partido como parte de El Proceso en su primera temporada NBA, mientras que Jabari Parker, el jugador más galardonado de la historia del baloncesto high school de Illinois (ganó 4 entorchados estatales), se ha desplazado este verano 150 kilómetros al sur por la autopista I-94 para regresar como hijo pródigo a Chicago (ha firmado por 40 millones de dólares y dos años con los Bulls, el segundo con opción de equipo) después de cuatro temporadas en Milwaukee y dos operaciones en su rodilla izquierda.
Por su parte, tras una irregular primera campaña entre los mejores jugadores del mundo, Brandon Ingram progresó exponencialmente el pasado curso (más de 16 puntos por partido) para optar a convertirse en un interesante lugarteniente de LeBron James en los nuevos Lakers. Sin embargo, es Jayson Tatum el top 3 de Duke más destacado: el alero de Saint Louis promedió casi 14 puntos por partido (más de 18 en los partidos de playoffs) en su debut NBA y, con una madurez insultante, lideró (junto a Jaylen Brown, Terry Rozier, Al Horford y Marcus Smart) a unos Celtics sin Irving y Gordon Hayward hasta el séptimo partido de la final de la Conferencia Este, en el que cayeron derrotados ante los antiguos Cavs del propio LeBron. Sin duda, la excelente presentación de Tatum entre las estrellas del baloncesto mundial es la referencia que tiene que coger Bagley III, el jugador con mayor capacidad ofensiva del último lustro en Duke (casi 22 puntos por partido el año pasado y, sobre todo, una facilidad prodigiosa cerca del aro y en la lucha por el rebote ofensivo) y, junto con Luka Doncic, el baloncestista que llega más preparado para aportar desde ya en la NBA (DeAndre Ayton, compañero de Bagley en el high school en Arizona, Jaren Jackson Jr. o Trae Young, por cerrar el top 5 del último draft, son proyectos de estrella tan buenos como el ex de Duke y el ex del Madrid, pero llegan a la mejor competición del mundo con una mayor cantidad de talento a desarrollar, un poco más inmaduros).
Porque, precisamente, la clave que ha convertido a Duke (por otro lado, aunque no suele ser lo habitual, también una de las mejores universidades norteamericanas a nivel académico, especialmente en facetas de investigación) en vivero de buenos jugadores de baloncesto es que, como hemos recalcado, la mayoría de ellos llega preparado a la NBA para competir desde el primer momento. Para convertirse desde el primer partido en jugadores de equipo, tal vez secundarios, pero igualmente necesarios. Sobre todo, en la toma de decisiones adecuadas y en la aportación ofensiva, ya que Coach K, tres veces medalla de oro olímpico como entrenador de la selección de Estados Unidos, utiliza una perenne zona 2-3 en defensa que obliga a sus pupilos a reciclarse a la defensa individual cuando aterrizan en la NBA. Rodney Hood (número 23 del draft del 2014, elegido por Utah Jazz), Tyus Jones (número 24 del draft del 2015, elegido por los Cleveland Cavaliers), Justise Winslow (número 10 del draft del 2015, elegido por los Miami Heat) o Luke Kennard (número 12 del draft del 2017, elegido por Detroit Pistons) podrían formar parte de este inventario de nombres al que quizá pronto habrá que unir a Harry Giles (número 20 del draft del 2017, elegido por Portland TrailBlazers), tras debutar con los Kings en la pasada Summer League después de un año en blanco, y a la terna del draft del 2018: Wendell Carter (número 7, Chicago Bulls), Grayson Allen (número 21, Utah Jazz) y Gary Trent Jr. (número 37, Sacramento Kings).
El primero de ellos, Wendell Carter, pese a haber estado a la sombra de Bagley III en su año universitario, puede terminar siendo uno de los grandes robos de este draft, ya que cuenta con todas las habilidades necesarias para destacar como pívot abierto de unos Bulls con LaVine, Markkanen y el citado Jabari Parker como ejecutores en ataque: recursos, disposición, trabajo y (la tan necesaria) madurez. Pero si Carter debería encajar a la orilla del lago Michigan, el que encajará perfectamente en estos correosos Utah Jazz es Grayson Allen, la extensión en la cancha de Mike Krzyzewski durante los últimos años en Duke. Carácter, disciplina, liderazgo, tiro exterior e intensidad para un baloncestista al que odias como rival, pero que siempre querrías tener en tu plantilla. Gary Trent Jr., un excelente tirador de tres (más de 40% de acierto durante la temporada pasada), con manos rápidas en defensa y potencia para penetrar a canasta que ha sido traspasado a los Blazers, es el último ejemplo de esos jugadores que tan bien fabrica el programa deportivo de la prestigiosa universidad de Carolina del Norte para la NBA.
Un Gary Trent Jr. que es el último nombre… o, más bien, el penúltimo, porque el nivel de reclutamiento de la universidad situada en Durham asusta: tras perder a todo el equipo titular (los citados Carter, Bagley III, Trent Jr, Allen, más el base Trevon Duval, que ha firmado un contrato two-way con los Bucks y los Wisconsin Herd de la NBA G League) que logró alcanzar el Elite Eight en el torneo nacional de la NCAA, Coach K y Duke ya son otra vez más uno de los grandes favoritos al título estadounidense la próxima temporada con su nuevo quinteto titular llegado desde el instituto. Sus nombres: el base Tre Jones (considerado mejor jugador del estado de Minnesota), el alero Joey Baker y, aquí viene la bomba, el anotador canadiense R.J. Barrett (ahijado de Steve Nash, además), el atlético Cam Reddish y el explosivo Zion Williamson (busquen sus mates por Internet), los tres mejores jugadores de high school el pasado curso, según la prestigiosa ESPN. Casi nada.
Recuerden sus nombres, reiteramos. En un año la mayoría pasará de jugar bajo los ensordecedores gritos de los aficionados en el Cameron Indoor Stadium a los mastodónticos pabellones de la NBA. Y uno de ellos será top 3 en el draft. Y, seguro, todos ellos estarán más que preparados.
Parte del mérito de dule está en la captación, ya que es una universidad preferente para los prospects que vienen del instituto. Y por lo que veo, tienen opciones para captar a los mejores.
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