Jürgen Klopp es un tipo al que nunca le importó hacer públicas sus ideas más allá del fútbol. En una entrevista de 2007, al diario alemán Die Tageszeitung, dijo ser «más de izquierdas que de centro». «Si hay algo que nunca haría en mi vida es votar a un partido de derechas», completó. Ese compromiso social y forma de entender el mundo también lo predicaba en los terrenos de juego.
Hace dos años, cuando se le preguntó por el fichaje de Paul Pogba por el Manchester United, el ya entrenador del Liverpool dijo que se retiraría «antes de pagar 100 millones por un jugador». ¿Por qué?: «Porque tenía que hacer las cosas de manera diferente, de hecho, quiero hacerlo de manera diferente”.
Dos temporadas después, el portero (Alisson) y el defensa (Van Dijk) más caros de la historia jugarán a las ordenes de Jürgen Klopp. Hasta los ideales del carismático entrenador alemán parecen haber sido arrasados por el huracán de millones en el que se ha convertido el mercado actual. Y es que su Liverpool se ha gastado, en los últimos doce meses, casi 280 millones de libras entre Alisson, Van Dijk, Keïta, Fabinho y Chamberlain.
Unas compras que contrastan notoriamente con la ventana de fichajes del verano de 2016, cuando por 100 millones, 25 más de lo que ha costado el portero brasileño, el Liverpool firmó a Mané, Wijnaldum, Matip, Klavan y Karius. Así comentaba entonces Klopp la política de fichajes del club: «No sabía exactamente la cantidad de dinero que podía gastar, porque nadie me ha dicho hasta ahora ‘no, no, no, no se puede hacer ese fichaje'». Al parecer la respuesta sigue siendo la misma.
El Liverpool se ha propuesto dar un salto de calidad para intentar mejorar la campaña anterior. El rendimiento fue extraordinario en la Champions, una competición explosiva que casa muy bien con el estilo de juego de los equipos de Klopp, mientras que en la Premier los reds terminaron cuartos sobre la bocina y encadenaron un año más sin levantar una liga que no ganan desde la temporada 1989-90. Con el objetivo de crear un grupo más regular, la dirección deportiva del Liverpool no ha escatimado en esfuerzos económicos para reforzar todas las líneas de la plantilla.
En la portería ha aterrizado Alisson, proveniente de la Roma, por 75 millones. Probablemente el puesto donde más necesaria era una inversión de este calibre, después del esperpento protagonizado por Karius en la última final de la Champions. Al centro del campo han llegado Fabinho y Naby Keïta, por 50 y 60 millones respectivamente. Dos centrocampistas para meterle más cemento a una sala de máquinas que es fundamental en la presión que impone el entrenador alemán. Arriba, para complementar al tridente del pánico conformado por Salah, Firmino y Mané, se ha fichado por 15 millones a Xherdan Shaquiri, tras una grandísima Copa del Mundo con Suiza que le ha vuelto a poner en el escaparate futbolístico.
Recientemente le preguntaron a Jürgen Klopp por la incoherencia en la que había caído después de sus críticas al Manchester United y los posteriores fichajes millonarios de su Liverpool. «Cien millones de euros era una cantidad tremenda de dinero. Desde entonces, el mundo ha cambiado completamente y hemos firmado al portero más caro. No nos importa lo que piense el mundo, como al Manchester United no le importó lo que yo dije. Era solo una opinión en ese momento. ¿Cambié mi opinión? Sí. Es verdad. Pero es mejor cambiar tú opinión que nunca tener una». El mundo ha cambiado. También Klopp.
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