Luce el sol en Londres en un lunes caluroso pero esa no es la noticia. Los aplausos arrecian en La Catedral del tenis, la pista central de Wimbledon. Federer se abre paso como Moisés sobre las aguas y entonces los más detallistas reparan en la novedosa vestimenta del suizo. No le ha abandonado la elegancia, pero sí el logo que ha sido una extensión de su revés. Entre los ¡¡Oh!! del público cuando se despoja de la chaqueta aparece un parche poco reconocible. Tras más de 24 años de fidelidad a la marca de Oregón, Roger les ha mandado al pasillo de dobles. A partir de ahora el revés más apreciado del circuito viste de Uniqlo.
La decisión ha venido cargada de cierto misterio y especulación, pero sin reportaje producido por Piqué de por medio. Ya en los días previos se habían disparado los rumores al verle calentar sobre el jardín de Wimbledon con la ropa de la Rod Laver Cup. Ni rastro del logo de Nike. Tampoco en la rueda de prensa previa al torneo. Allí se presentó con un traje y una chapa como miembro del All England Club. Para verle vestido con su antigua marca hay que retroceder hasta el 24 de junio, en la final de Halle. Perdió ante Coric en tres sets, aunque el contrato con Nike había expirado en marzo. Desde entonces apenas un par de apariciones públicas, raqueta en mano, en torneos menores de la ATP (Stuttgart y Halle) ambas con la marca estadounidense.
El factor sorpresa y la magnitud del evento han sido las estrategias publicitarias utilizadas. Más allá de los rumores no había comunicado oficial al respecto, tampoco ni un solo anuncio, teaser o campaña de marketing creada para un cambio de armario de tal magnitud. Desde Uniqlo, algo así como el Zara japonés, se entendió que ninguna imagen superaría a la de Federer sobre la pradera verde de Wimbledon vistiendo su marca. El impacto ha sido tal que las acciones de Nike cayeron al día siguiente un 3%.
Pero detrás de esta ruptura de más de dos décadas que recuerda bastante en tiempo y forma a la de Agassi hace ahora 13 años, hay una montaña de dinero que va más allá de la carrera deportiva de Roger. A punto de cumplir 37 años, el suizo ha firmado un megacontrato de 10 años que no solo lo vestirá mientras siga jugando al tenis. Tras su retirada se convertirá en embajador de la marca y seguirá siendo su imagen principal. Diez años en los que se embolsará alrededor de 260 millones de euros o lo que es lo mismo 26 por temporada. Su antiguo contrato con Nike le reportaba 7 millones de euros por año. Hasta ahora el mayor exponente tenístico con el que contaba la marca era Kei Nishikori, anteriormente y durante cinco años (2012-17) Novak Djokovic también vistió sus prendas.
Tras una relación de tanto tiempo entre Roger y Nike todavía quedan cabos por atar. De hecho, Federer seguirá calzando las zapatillas de la marca estadounidense, ya que los japoneses de Uniqlo no fabrican calzado. «Todavía no he llegado a un acuerdo sobre las zapatillas. Los lazos con Nike no están rotos. Tengo raíces profundas con ellos». Pero la situación podría cambiar debido la custodia de uno de sus hijos, la línea de ropa creada por Nike para Federer, bajo las siglas RF. «El logo se queda de momento con ellos, pero espero que más pronto que tarde pueda volver conmigo. Espero que Nike ayude en el proceso. Son mis iniciales, son mías. A corto plazo las recuperaré». Si no hay consenso serán los tribunales quiénes diriman el régimen de visitas, es decir, quien puede seguir explotando esas siglas.
Mientras tanto el tenis de Federer no se resiente y sigue dando exhibiciones en el jardín de su casa, ya está en tercera ronda en Wimbledon, tras sendas victorias ante Lacko y Lajovic en tres sets. El suizo sigue retándose a si mismo camino de su 9º triunfo en el All England Club, sería el primero de la marca japonesa en el verde inglés, el vigésimo Grand Slam para Roger, un magnifico inicio para sellar este nuevo matrimonio.
[…] André Agassi no se sometió a la tradición y estuvo fuera del torneo por decisión propia entre los años 88 y 90. Y en el año 2002 la rusa Anna Kournikova tuvo que cambiarse de ropa por usar bermudas negras. Los jugadores han de respetar un riguroso blanco, también en su ropa interior, de hecho han sido amonestados en varias ocasiones algunos por llevar camisetas interiores, sujetadores o calzoncillos que resultaban visibles y su tono no era blanco inmaculado. Es el caso de la canadiense Eugenie Bouchard, que en 2015 infringió el código de vestimenta por llevar un sostén negro que le acarreó una amonestación. Se permite dejar, como mucho, un ribete de color de no más de un centímetro, también lo ha de ser su calzado (inclusive la suela), sus muñequeras, calcetines, viseras o pañuelos; también han de seguir ésta norma. Y las deportivas, porque hasta el gentleman Roger Federer tuvo que cambiar sus zapatillas Nike, porque la suela era naranja. Este año el suizo cambia de marca deportiva aunque seguirá calzando Nike, pero esa es otra historia y te la cuenta Emmnanuel Ramiro. […]