Se decía, hasta ahora, que la final de Wimbledon que disputaron Rafa Nadal y Roger Federer en 2008 pudo ser el mejor partido de la historia del tenis (6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7). Nadie lo consideró una exageración. Lo tuvo todo, además un dramatismo y una simbología especial porque un joven español, entonces de 22 años, amenazaba el orden mundial de un deporte de estricto protocolo. La noche ya invadía la pista central cuando Rafa destronó al rey de la hierba. Sports Illustrated lo declaró el partido del siglo.
Una década después de aquel día inolvidable, Rafael Nadal volvió a dejar otro partido para la memoria, quién sabe si el mejor pero no andará muy lejos. Sucedió poco después de que Federer fuera derrotado por Kevin Anderson tras ganar los dos primeros sets. También eso debe significar algo. Con esa sorpresa todavía humeante, Rafa Nadal doblegó en cuartos al argentino Juan Martín del Potro (4) en otro duelo épico, repleto de alternativas y decidido en el último set cuando la luz ya se batía en retirada. La victoria, culminada con otro marcador que hay escribir en un papiro (7-5, 6-7, 4-6, 6-4 y 6-4), fue de una hermosura agónica, y tan brutalmente apasionante que no hubo espectador, o no se tiene noticia, que abandonara el tenis por el fútbol.
Que el juego coincidiera con la semifinal del Mundial entre Inglaterra y Croacia añade importancia a la hazaña de los tenistas. Los Mundiales se juegan cada cuatro años, pero partidos como el que disputaron Nadal y Del Potro pueden tardar en repetirse todavía más tiempo. La última anécdota es que el golpe ganador de Rafa, después de cuatro horas y 48 minutos, coincidió con el pitido del árbitro que decretó el final del tiempo reglamentario.
Es cierto que todo pudo ser mucho más rápido. Después de imponerse en la primera manga, Nadal dominaba 6-3 en la muerte súbita del segundo set. Tenía el partido en la mano. Sin embargo, se perdió, y cometió una doble falta con 6-5. En ese instante sufrió un apagón del que estuvo cerca de no salir. Del Potro, que había salvado tres puntos de set, se llevó el parcial y se llenó de confianza.
La remontada del número uno fue sensacional, porque partió de su firme negativa a perder, a rendirse o afligirse por el cambio de viento. Así fue arañando la roca hasta encontrar fisuras en su adversario. Y las encontró. A base de dejadas, fue moviendo al gigante y haciéndolo pensar, gruñir, sufrir. Pero nada fue fácil, no imaginen tal cosa. Cada pequeña victoria llegaba tras una gran batalla, y de tal manera se desarrolló el partido hasta el último juego, que fue el último suspiro de Del Potro antes de desplomarse como un roble talado.
Rafa jugará ahora en semifinales contra Djokovic (21), que venció 6-3, 3-6, 6-2 y 6-2 al japonés Nishikori (28); El serbio no alcanzaba unas semifinales de Grand Slam desde el Open USA de 2016. El balance entre ambos es de 26-25 para Novak, que ha perdido los dos últimos partidos contra Rafa (Roma y Madrid).
No es difícil de aventurar que será otro regalo para los ojos. Dos viejos enemigos en el mejor torneo que existe. Que se aparten de su paso. Incluido el Mundial.