“Y estaba el Messias de pie delante del gobernador; y este le preguntó: ¿Eres tú el Rey del fútbol? Y al ser acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero el Messias no le respondió ni una palabra. Y habiéndose reunido la hinchada, les dijo: ¿A quién queréis que os suelte? ¿A Maradona o a Lionel, que es llamado el Messias?, porque sabía que por envidia le habían entregado. Y ellos dijeron: ¡A Maradona! ¿Qué, pues, haré con Lionel, que es llamado el Messias? Le dijeron todos: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues, ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban más, diciendo: ¡Sea crucificado! Y viendo el gobernador que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo. ¡Allá vosotros!” Evangelio de San Paoli. Capítulo 27.
Pese a ser agnóstico, la caída del único Messias en el que creo, me hace recurrir a las Sagradas Escrituras para encontrar una explicación. “Sin duda, es por amor que quiso sufrir la muerte de la cruz. Lo dijo Él mismo explícitamente: Ut cognoscat mundus quia diligo Patrem, sic facio”. Para quienes no se manejan bien con el latín, he aquí la traducción: “Con el fin de que el mundo sepa que amo a Argentina, realizo su voluntad, que es que me entregue a la muerte”. Así que tanto insistió la hinchada argentina en “ver al Messi del Barcelona” que él decidió complacerlos: jugó en la posición que Guardiola se inventó el día del famoso del 2-6 en el Bernabeu. Nada de bajar al medio del campo. Ni una carrera de más. Trotando. Indiferente. Como si el partido no fuera con él. Pero sabiendo que antes o después sus compañeros le encontrarán. O no. “Tal vez sea el momento de que Argentina sea consciente de en lo que se ha convertido su selección: Hoy, por una vez, les dejaré que jueguen para mí. Y no yo para ellos. Como en el Barcelona”, balbuceaba D10S para sí mismo mientras sonaban los acordes del himno. Y allí saltó al campo, para culminar su sacrificio, aceptando los sufrimientos del Vía Crucis que estaba por llegar, de sufrir una por una esas 14 estaciones que marcan los momentos más importantes de la Pasión del Messias.

Primera estación: Leo es condenado a muerte. A la muerte del fútbol. Homenaje en la primera parte al juego especulativo, sucio y violento. De Mandzukic a Tagliafico pasando por Rebic y terminando en Savio.
Segunda estación: Leo con la cruz a cuestas. Fallar goles cantados en el peor momento. ¡Que cruz! Un fallo como el de Enzo Pérez sólo se lo imaginamos (o recordamos) a Higuaín.
Tercera estación: Leo cae por primera vez. Gol de Croacia. Caballeric, que malo que viniste. No debiste intentar lo que intentaste. Matildo Ubaldo Fillol no lo hizo. Ni Pumpido. Ni Goycoechea. Ni Roa. Llevar porteros suplentes es la corona de espinas.
Cuarta estación: Leo encuentra a su madre. (Di) María. En el banquillo. Su ausencia ni se notó. Rodearte de ex jugadores es el primer clavo de tu cruz.
Quinta estación: Simón el Cirineo ayuda a Leo a llevar la cruz. Dybala. Trata de ayudar en este camino hacia la muerte. Apenas aguanta unos metros. Pero acaso sea tal vez la única esperanza de redención.
Sexta estación: Verónica limpia el rostro de Leo. La camiseta ajustada de San Paoli debía ser usada para eso. No para lucirla de esa manera en la banda.
Séptima estación: Leo cae por segunda vez. Que Croacia fue parte del Imperio Romano se encargó de recordarlo el legionario Modric. A partir de hoy, general de los ejércitos del Norte.
Octava estación: Leo consuela a las mujeres que lloran por él. Las lágrimas de Maradona. Si Messi ganaba un Mundial, Diego perdía su puesto en el Olimpo. ¿Lágrimas de tristeza o lágrimas de alivio?
Novena estación: Leo cae por tercera vez. El tercero de Croacia lo firma Ivan, cuyo nombre significa: “Aquel al que Dios ha dado gracia”. ¿Se puede tener más gracia andaluza sin ser andaluz que Rakitic? Por algo estuvo a la derecha del Padre.
Décima estación: Leo es despojado de sus vestiduras. La prensa afila sus cuchillos. Nadie recuerda que Argentina estuvo casi 20 años sin jugar una final: ni de Mundial ni de Copa América. Que ni siquiera pasaba ni de cuartos de final. Hasta el Advenimiento.
Undécima estación: Leo es clavado en la cruz. El primer clavo lo pone Mascherano. El segundo, Higuaín. El tercero, el Kun. La daga en el corazón, a cargo de San Paoli.
Duodécima, decimotercera y decimocuarta estación: Leo muere en la cruz, es bajado de la misma y sepultado. Fin del partido. Argentina está eliminada. Fin de esta generación.
Y así termina el Vía Crucis. Pero este es el tradicional, que consta de 14 estaciones. A veces, se añade una decimoquinta, dedicada a la resurrección de Cristo. La que ocurrió tres días después…
Grandísimo artículo. Enhorabuena . Y un saludo a todas las madres
Grande Briso. Excelente texto.
Ojalá se cumpla lo del final y muchas bocas queden tapadas para siempre.