No me voy a dedicar a enumerar las razones deportivas por las que me gustaría ver jugar a Neymar en el Real Madrid. Me basta con abrir los ojos. Los viajes a Brasil, los cumpleaños, todos los llaveros con forma humana que le acompañan allá donde vaya y los daños colaterales se los perdonamos. ¿Qué pensabais del cumpleaños de Ronaldo Nazario cuando con un quiebro de cintura dejaba al portero tirado en el suelo pidiendo clemencia? Lo mismo que piensa vuestra abuela cuando os ve soplar las velas: «Ojalá que cumpla muchos más y ojalá que yo lo vea». Pues eso.
Luego están aquellos que se niegan la felicidad por mera voluntad. Que le giran la cara a la alegría como si cometiesen algún pecado abrazándola sin más. Entiendo que, como lo de la barba, hubo una encuesta donde se dijo que ser aburrido y frecuentar el Paseo de los Melancólicos tenía algún tipo de atractivo que yo todavía estoy por descubrir. La barba pincha. La seriedad aburre. Prueben el otro lado de la vida. Y si no, aprendan de Neymar. Me gusta que, de vez en cuando, nos saltemos la dieta, mastiquemos con la boca abierta, pisemos el césped tirando el cartel abajo o fichemos a algún brasileño que saque los pies del tiesto. Mucho más, si sus capacidades hacen que le llegue a la suela de los zapatos a los dos jugadores que han dominado nuestras vidas durante los últimos diez años. Podéis perder el tiempo en buscarle un igual, pero ya os digo yo, que por debajo de Neymar hay una distancia con el cuarto puesto equivalente a la profundidad de la Fosa de las Marianas.
Después de la marcha del que vosotros sabéis y de cuyo nombre no quiero acordarme, el madridismo necesitaba samba. El chico de Mogi das Cruzes es nuestro garoto de Ipanema. Me vale que venga a Madrid para consolidar su personalidad como un bailarín pretencioso que recree el sambódromo de Río de Janeiro en cada campo que pise. Neymar carga sobre sus hombros con una comparación ilegítima con Pelé, a la que el susodicho no hace ni caso. Qué maravilloso descarado. En ese aspecto tampoco quiere parecerse a Messi, no vaya a ser que se le empiecen a doblar los tobillos con Brasil por aquello de la presión atmosférica. Quiero ver a Neymar madurar vestido de blanco. Véase madurar, como peinar canas, contar anécdotas sobre cómo fue ganar la Copa de Europa en el Metropolitano y verle junto a Roberto Carlos en el bando de las leyendas dentro de unos años en cualquier Corazon Classic Match que se tercie. Pensad en ello. Y si no lo hacéis por mi, hacedlo por Luka Modric. ¿Es que nadie va a pensar en Luka Modric?
https://www.youtube.com/watch?v=sD06Cl8cPLs&feature=youtu.be
Un diez. Imposible cobrarlo mejor.
[…] temporada después de ocho revisiones de contrato en 13 años en la primera plantilla azulgrana), Neymar (36,8 millones) o Cristiano Ronaldo (30 millones en su nuevo contrato con la Juventus) acumulen […]