El 12 de julio de 2012, ya vamos camino de los diez años, escribí en Twitter lo que sirve de título a este artículo. Cada vez que Modric hace un buen partido, cuestión bastante frecuente, el servicio de bibliotecarios de Twitter me bombardea con el viejo tuit. Supongo que lo merezco. Y doy por hecho que existe un placer superior, incluso, al de tener razón: quitársela al otro.
Asumo que si algún día me nombran entrenador del Real Madrid, seleccionador de Croacia o embajador en Zagreb el dichoso comentario provocará mi inmediata dimisión, lo que imagino como el orgasmo de los vengadores tuiteros. En aras de su bienestar sexual les recordaré que también escribí que Modric era una “versión ligeramente superior a Granero”, exabrupto que reivindico porque lo noto un poco olvidado. Mi trilogía del horror se completa con un trueque extravagante, en el que planteé la venta de Cristiano a cambio de Agüero, Barry y otro jugador que no recuerdo, quizá fuera Altintop. Si no fui tan fustigado —y lo fui mucho— es porque Barry se vio abrumado por mi voto de confianza. Apenas levantó cabeza desde aquello. Ni qué decir tiene que mi carrera diplomática en Madeira también quedó cercenada desde ese mismo instante.
Pensaba poner contexto a cada una de mis inconveniencias, pero sería un modo de justificarlas y no creo que resulte saludable. Ya lo hice cuando me declararon persona non grata en Talavera de la Reina y sirvió de bien poco; adiós concejalía. Dicho lo cual, si después de escribir 38.000 tuits solo he patinado gravemente en tres o cuatro, debo sentirme bastante orgulloso; mi porcentaje de acierto es superior al de Stephen Curry.
De manera que cada vez que Modric deslumbre, y deslumbra con frecuencia, me resignaré a la enojosa actividad de mi timeline. Son los nuevos tiempos y tal vez no sean tan malos. Cuando yo era pequeño, los curas nos invitaban a copiar en un cuaderno, cien o mil veces, una frase redentora; ahora en Twitter la escriben por ti.
Hola, Juanma! Esos errores en los tuits o comentarios, suelen devenir de la idea que soléis haceros en la prensa sobre el conocimiento del fútbol que tienen en la dirección general y en la presidencia del Real Madrid. Evidentemente, tienen algún error, pero ni son tontos como alguno quiere hacer creer, ni hacen las cosas por capricho o por negocios futuros de la empresa del presidente en diferentes países, como otros arteramente intentan que pensemos.