El congreso ordinario de la FIFA, reunido ese miércoles en Moscú en la víspera del Mundial, otorgó la organización de la Copa del Mundo del año 2026 a la candidatura conjunta de México, Canadá y Estados Unidos. La votación se resolvió en la primera ronda con más claridad de la esperada. De las 203 federaciones nacionales con derecho a voto, 134 se decantaron por los norteamericanos mientras que 65 prefirieron la candidatura africana. Hubo también tres abstenciones y un voto en blanco. Una de las abstenciones fue la de la Federación Española de Fútbol. Así pues, los miembros de la FIFA decidieron no hacer experimentos y, a pesar de las luchas políticas y los equilibrios de poder en la gobernanza del fútbol mundial, se impuso la candidatura que mejor nota obtuvo en la evaluación del comité técnico. Ganó también, por supuesto, el proyecto que promete más ingresos comerciales para la FIFA.
No es casualidad que minutos después de la elección el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, cerrase la asamblea anunciando que se presentará a la reelección el año que viene en el congreso que tendrá lugar en París. Como ya comentamos en A la Contra, el futuro de Infantino al frente de la FIFA estaba muy ligado al triunfo de la candidatura norteamericana y sus beneficios económicos. Infantino, en la rueda de prensa posterior al congreso, se mostró “muy feliz” por los resultados y consideró que el proyecto de 2026 es tremendamente ambicioso e ilusionante. Con el futuro económico un poco menos incierto, ahora queda por ver cómo va a resolver Infantino el futuro del Mundial de clubes y de la Copa Confederaciones, las otras dos competiciones estrella de la FIFA.
El Mundial norteamericano será el primero que se dispute con 48 equipos. La primera fase de la competición consistirá en 16 grupos de tres equipos cada. Las dos primeras selecciones nacionales de cada grupo pasarán a dieciseisavos de final. Es decir, la fase eliminatoria del Mundial contará con una ronda más.
Con la ampliación hasta 48 equipos, la división por continente cambiará también. Asia estará representada por ocho selecciones, África por nueve, la CONMEBOL suramericana tendrá seis equipos clasificados, Oceanía tiene una plaza asegurada y Europa un total de 16. Queda por ver cómo se repartirán las seis plazas reservadas para la Confederación de América del norte, Centroamérica y el caribe (CONCACAF), puesto que Canadá, Estados Unidos y México podrían estar clasificados directamente como organizadores. Preguntado por ello tras el congreso, Gianni Infantino explicó que aún no está decidido y que el consejo directivo de la FIFA tendrá que decidir junto con CONCACAF. Si suman, verán que los números llegan a 46. No es un error. Las últimas dos plazas para este Mundial se adjudicarán en un torneo clasificatorio cuyo formato aún no ha sido aclarado por la FIFA.
El Mundial de 2026 será el primero organizado por tres países diferentes y representará también la tercera vez que México acoge partidos de la Copa del Mundo. La candidatura presentó un total de 23 ciudades sede de las que la FIFA elegirá finalmente 16. Se espera que la lista final de sedes esté compuesta por diez ciudades estadounidenses, tres canadienses y tres mexicanas. En el caso de Canadá los partidos se jugarán en Montreal, Toronto y Edmonton, mientras que en México serán Monterrey, Guadalajara y Ciudad de México las ciudades elegidas. Así pues, la verdadera selección se centra en saber qué ciudades estadounidenses pasarán finalmente el corte de la FIFA, puesto que sólo diez de las 17 sedes propuestas por la candidatura serán elegidas. Una de las ventajas del proyecto norteamericano es que todos los estadios e infraestructuras están ya construidos.
México y Canadá acogerán siete partidos de la fase de grupos cada uno, dos partidos en la primera ronda eliminatoria y un encuentro en los octavos de final. El resto de partidos se disputarán en los Estados Unidos, incluyendo todas las eliminatorias desde los cuartos de final. La final se jugará en el MetLife Stadium de Nueva York, según la propuesta de la candidatura. En 1994, cuando los Estados Unidos organizaron el Mundial de fútbol por primera vez, la final se disputó en el Rose Bowl de Los Ángeles. Los organizadores han apostado esta vez por la costa este y, sobre todo, por Nueva York, donde el mercado del fútbol está en pleno crecimiento.
Con esta victoria en la carrera por el Mundial de fútbol, Norteamérica (y en especial los Estados Unidos) se convierte en uno de los principales organizadores de eventos deportivos en la próxima década. A la Copa del Mundo se le unirán los Mundiales de atletismo en Oregón en 2021 y los Juegos Olímpicos de verano de 2028 en Los Ángeles. Esta fiebre norteamericana por organizar grandes torneos deportivos parece similar a la estrategia de China o de los países del Golfo Pérsico (sobre todo Catar), que han decidido a usar el deporte como una herramienta de diplomacia para ampliar su importancia geopolítica. Es cierto que dado el sistema político y deportivo estadounidense no podemos hablar de un plan estratégico dirigido por el gobierno central como el chino o el catarí, pero es muy interesante el revivido interés por las grandes competiciones deportivas en los Estados Unidos. En Europa, mientras tanto, los gobiernos tienen bastantes problemas para justificar ante sus ciudadanos las inversiones que se requieren para organizar un Mundial o unos Juegos Olímpicos, tal y como demuestran los intentos fallidos de Roma, Budapest o Múnich por presentar candidaturas para organizar los Juegos de verano o invierno. Sólo Francia, con el Mundial de rugby en 2023 y los Juegos Olímpicos de París 2024 parece romper esta tendencia en el Viejo Continente.
El Mundial de 2026 inaugurará una nueva era en la máxima competición deportiva del planeta. Ya sabemos que será el más grande de la historia del fútbol y todo hace indicar que también será el más comercializado. Queda por ver si conseguirá también un éxito de público y deportivo, dando un empujón al fútbol en el importante mercado norteamericano que podría ser aprovechado en Europa. De momento lo que está claro es que hay alguien al que le va a facilitar bastante la vida: el presidente de la FIFA, Gianni Infantino.