La entrevista transcurrió en el Hotel Eurostars Madrid Tower, una de las cuatro torres que se alzan sobre lo que fue la Ciudad Deportiva del Real Madrid (pronto serán cinco). Vicente del Bosque sugirió el lugar del encuentro, quizá porque tiene querencia a esa tierra y a ese aire, aunque el paisaje haya cambiado. Desde la planta 29 señaló la ubicación de los campos de fútbol y de la pista de hielo, y al hacerlo torció el bigote de esa manera tan particular. Siempre he mantenido que su mostacho es un escondite, seguramente de emociones. La conversación fue larga y pacífica (estábamos cerca del cielo) y si no hay preguntas sobre Lopetegui, Hierro y Màxim Huerta es porque, en estos tiempos, el anteayer te ubica en la prehistoria.
—Lo primero es una cuestión política. ¿Es cierto que le ofrecieron ser Secretario de Estado para el Deporte?
—Bueno, yo creo que estamos en una época de bulos y alguien puede haber pensado eso, pero yo no he tenido nunca ese ofrecimiento. Sí es cierto que tuve una conversación, me parece que fue el día 22 de mayo, unos días antes de la moción de censura. El presidente me llamó y estuvimos hablando bastante rato, y no se si me dijo algo sobre cómo veía la política y estuvimos hablando de todo, pero vamos que no he tenido ninguna oferta formal de nada, ni de nadie.
—De existir esa oferta, ¿la hubiese aceptado?
—No, yo creo que no tengo formación para eso.
—¿Cuál es su relación con Pedro Sánchez?
—Ninguna, ninguna, no le conocía
—¿No le conocía?
—Él me llamó precisamente para conocernos.
—¿Para darle algún tipo de consejo?
—No, no hablamos de todo, de la actualidad…
—Si usted no tiene formación…
—Yo creo que hay tener sentido común, y también un poco de preparación. Pero vamos, no me lo han ofrecido y por tanto yo creo que no debería hablar mucho más de esto.
—¿Y cómo está viendo esa actualidad? Nadal comentó que todo lo que está ocurriendo afecta a la imagen de España en el exterior y que era partidario de que se convocaran elecciones…
—No sé, yo soy profano en algunos asuntos y tampoco me gusta hablar mucho de esto, pero sí es cierto que se han aprovechado de una situación que está en la Constitución, de una moción de censura que han apoyado una mayoría y nada más. No creo que haya sido nada fuera de lo que establezca la Constitución. Me imagino que se tardará dos años, o lo que se tarde, en convocar unas nuevas elecciones y nada más.
—Política y deporte… cuanto más separados, mejor, ¿no cree?
— Sí, pero estamos ya en una tolerancia absoluta para poder opinar y tampoco pasa nada, tampoco nos vamos a rasgar las vestiduras porque uno opine de política y esté jugando al fútbol. Cada uno debe saber escuchar, respetar la opinión de los demás y, desde esa diversidad, yo creo que seremos mejores, nada más.
—No sé si esa tensión política caló alguna vez en la Selección…
—Yo creo que no. No existió, de verdad que no. Por cuestiones políticas nada. Nosotros en eso hemos marcado una línea en momentos de tensión. Aquellos Real Madrid-Barcelona tan señalados y que tanta confrontación provocaron pudieron perjudicar en algún momento la convivencia en la Selección. Pero al final no pasó nada y fue un mal entendimiento de lo que deben ser los choques Real Madrid-Barcelona. El problema fue no entenderlo bien. Debe existir una lucha deportiva, desde luego, pero después el asunto de la Selección es paralelo y no debe influir para nada. De hecho, se dieron cuenta ellos de que algunas imágenes no les beneficiaban. Porque necesitan ser ejemplares, un tío que va a la Selección española yo creo que debe transmitir ejemplaridad.
—Tiene fama de ser un hombre progresista. Supongo que en otra época era más complicado, en aquel Madrid de Bernabéu.
—Yo creo que Bernabéu era un hombre liberal. Nosotros tocamos un tema de la AFE, en los inicios de la Asociación de Futbolistas y quisimos participar de esa nueva situación que se daba en España. Nos pusimos al nivel de cualquier otro sector y se dieron unos cuantos avances que chocaban un poco con lo anterior, pero es que estábamos casi obligados a ello. Yo conocía a Don Santiago Bernabéu desde el año 68, cuando yo llego al Madrid, y tengo relación con él hasta el 78, cuando muere en pleno desarrollo del Mundial de Argentina. Estoy diez años bajo el liderazgo moral de Don Santiago Bernabéu, sin ninguna duda. Era un hombre que no era rico, pero tenía la autoridad y el mando que le proporcionaba ser una persona que quería a su club. Fue un guía para nosotros.
—Se cumplen 40 años de su muerte. ¿Qué cree que pensaría del actual Madrid?
—Era inteligente y se daría cuenta de que el fútbol va evolucionando, aunque lo que son las relaciones del vestuario no cambian, al fin y al cabo permanece la esencia de lo que es un vestuario: gente joven, veintitantos chavales que todos quieren jugar y eso no creo que haya cambiado mucho. Ha cambiado todo lo que rodea al fútbol, pero es indudable que tiene que haber una evolución y estoy seguro de que él hubiera sido el primero en adaptarse.
—Se cuenta que lo que verdaderamente le gustaba a Don Santiago era la música y que él se consideraba un agricultor…
—Nos trasladaba a todos una forma de entender lo que era el Real Madrid. Yo le recuerdo siempre con un farias apagado. Nos trataba con mucho cariño, nos preguntaba dónde trabajaban nuestros padres, de dónde eran… La verdad es que yo no he conocido nunca a un jugador que fuera hijo de rico. Después, por ejemplo, tuvimos a Luis Molowny. Era otro personaje dentro de la estructura del Real Madrid que dirigía el fútbol en todas las categorías, desde abajo hasta arriba y que era también un hombre discreto, que ponía por encima de su familia a la propia empresa. Salíamos de viaje por ahí y yo creo que no paraba para no hacer gasto.
—¿Se ha perdido ese sentimiento de club?
—Me imagino que no, quiero creerlo. Como cualquier empleado de una empresa yo me sentía imprescindible, lo que era una tontería porque sabía que luego llegaría otro que lo haría mejor. Pero creo que todo empleado debe sentirse imprescindible… E importante, sí, pero sobre todo imprescindible. Recuerdo que a las nueve y diez el señor Mayordomo apagaba todas las luces de la Ciudad Deportiva y yo no me marchaba hasta las nueve y media, cuando ya se habían ido todos los chavales. Era una simple muestra de lo que es cumplir con tu responsabilidad, nada más. Nuestro intento no sólo era sacar jugadores, que era muy difícil, sino también guiarlos para la vida de la mejor manera posible.
—¿Echa de menos esa época?
—Fue la etapa más bonita de todas. Una vez me retiré en la temporada 83-84, me incorporé enseguida como segundo entrenador del Castilla con Santisteban y me puse a colaborar con Luis Molowny en el trabajo de la cantera. Lo de sacar jugadores no era como ahora. Intentábamos que no se nos escapara nada de Madrid, pero a lo mejor te salía un chaval en Ayamonte o en cualquier parte de España y teníamos que traerlo. Ahora se traen jugadores de todos los países.
—¿Es fácil detectar el talento?
—Siempre con mucho cuidado. Primero te emocionas y luego te vas dando cuenta de que el proceso de formación es muy largo y no es una línea recta, sino que va teniendo altibajos. Hay otros chavales en los que no piensas tanto y luego son los que salen. Recuerdo aquellos informes que hacíamos. Teníamos un entrenador que escribía “en este momento no está para nosotros”. Y nosotros le decíamos que no sólo buscábamos jugadores para “este momento”, sino para el futuro. La verdad es que era apasionante.
—¿Jugaría La Quinta del Buitre en el actual Real Madrid?
—Un pilar de un club de fútbol es la cantera. Y la nuestra también la están aprovechando; tenemos a Lucas Vázquez, Mayoral, Nacho, Carvajal, Casilla… En fin, hay un montón de chavales y otros chicos jóvenes que se han fichado en otras condiciones y que son muy buenos. Entre todos forman una plantilla que es casi una obligación del club.
—Hablemos del Mundial. Usted nunca jugó ninguno…
—En el 78, unos meses antes, tuve una fractura de peroné contra la Real Sociedad, llegué justo y no me llevó Kubala. Pero ha sido uno de los entrenadores que me ha calado. Laszly fue un caballero en todos los sentidos.
—También se vio marcado por dos entrenadores como Miljanic y Boskov…
—Eran absolutamente distintos. Uno era montenegrino, Miljanic, y el otro era serbio, creo. Pero eran dos escuelas diferentes. Había una escuela yugoslava, la de Miljanic, y otro escuela más holandesa, porque allí se había criado Boskov. Miljanic llevaba a cabo un aprendizaje por repeticiones que ahora mismo sería insostenible, sería la leche entrenar como lo hacíamos entonces. Fue el antes y el después del entrenador en España. Hasta entonces había un único entrenador que dirigía todo y que sabía de todo, aunque no fuera así. Con Miljanic vino un equipo de entrenadores, preparadores para la defensa, Antonio Ruiz, Santisteban, Radisic… fueron unos años muy bonitos para todos los que teníamos la intención de ser entrenadores. Nos sirvió de mucho.
—¿Ya tenía claro que sería entrenador?
—Pues sí, pero seguramente porque no sabía hacer otra cosa, yo creo. Me hubiera gustado adaptarme a la vida civil, supongo que lo hubiera podido hacer. Hice primero de magisterio, pero ya tenía lejos los libros, y me veía más capacitado para ser entrenador. Esos entrenadores de los que hablamos nos inculcaron el deseo de querer estar en el banquillo. También le ha pasado a García Hernández, a Portugal, a Camacho, a García Remón, a Juanito. Juanito seguramente hubiera sido entrenador del primer equipo del Real Madrid, por apasionado y por lo que le quería la gente.
—¿En esos tiempos soñaba con conseguir los éxitos que ha logrado?
—Para nada. Yo cuando vine a Madrid con 17 años era un paleto absolutamente, no había salido de Salamanca. No conocí el mar hasta los quince o 16 años, cuando fui a ver un partido de la Unión Deportiva Salamanca a Piedras Blancas, que es la playa de Las Salinas en Avilés. Ahora no encuentras a nadie que no haya conocido el mar por muy de secano que sea… Llegar a Madrid fue una aventura, pero también es cierto que nos encontramos con gente que nos ayudó mucho, y siempre estaré muy agradecido a toda esa sección de fútbol que nos ayudó a ser futbolistas pero también a ser personas.
—Volvamos al Mundial. Generó una cierta decepción el último amistoso contra Túnez.
—En primer lugar estamos ante una fiesta del fútbol, algo impresionante, y es para disfrutarla. Y España está en ese grupo de selecciones que pueden aspirar lícitamente a ganarla. A mí lo que me influye no es el partido de Túnez, sino la fase de clasificación que hemos hecho y otros amistosos. Yo creo que la pinta es muy buena. Seguridad con balón, buenas combinaciones, presión de todo el equipo. Estamos en una buena posición de partida.
—Seguimos sin resolver el problema del nueve. También lo tuvo usted…
—Nosotros no tuvimos problemas con el nueve. Tuvimos a uno como David Villa que en el Mundial nos alivió de todos los males, y también a Fernando Torres, que ha sido uno de nuestros héroes… y luego en esa gestión de equipo llegamos a la conclusión algunas veces de jugar sin ninguno. Unas veces porque echamos a David a una banda, y otras con con Fábregas, Silva, Andrés… la verdad es que no nos fue mal jugando sin delantero centro.
—Con un equipo así parece que no combina demasiado bien un delantero a la antigua usanza como Diego Costa…
—Los tres que se ha llevado Julen son capaces de jugar perfectamente. Son diferentes estilos. Yo creo que Iago y Rodrigo se parecen un poco y es distingo Diego Costa. Tenía otra opción que era Morata, pero que no había jugado con asiduidad en todo el año. Es un chico que tiene unas grandes condiciones pero que todavía no ha dado el rendimiento con regularidad. Los delanteros también tienen que ser regulares.
—¿Qué es lo mejor que tiene la Selección?
—Yo creo que hay una mezcla buena. Los dos centrales, Busquets, Andrés Iniesta, Silva o Jordi Alba forman un cogollo de jugadores que vienen desde el 2010 unos y otros desde 2012… Y luego se han incorporado algunos que representan la correcta renovación de las selecciones nacionales. Hay que tener una cierta continuidad y en eso Julen ha sido muy consecuente.
—¿Los equipos se van cociendo durante los campeonatos? España empezó con derrota en Sudáfrica y el equipo fue creciendo desde entonces.
—Yo creo que seguimos una línea y no dimos ningún tumbo. Después de perder contra Suiza solo hicimos un cambio porque el discurso tenía que ir paralelo con los hechos. Quitamos a David porque teníamos que abrir el campo con Jesús Navas, se había lesionado Iniesta y buscamos un hombre con más profundidad… No cambiamos de rumbo iniciado el trayecto. Es cierto que a los jugadores del banquillo les haces ver que alguno de ellos puede ser decisivo, que los torneos son muy largos…
—¿Se notaba que aquel equipo iba para campeón?
—Los mismos jugadores se habían alejado del fatalismo, de un complejo futbolístico en relación a otras selecciones. Esa salida al extranjero de nuestros futbolistas nos ayudó mucho. Nosotros habíamos sido incapaces de salir. Pongo siempre el ejemplo de Cesc Fábregas, que se fue con catorce años al Arsenal y con 18 o 19 ya era capitán del equipo. Estos jugadores veían con bastante naturalidad poder avanzar para ser campeones.
—¿Hablaba mucho con ellos?
—Yo creo que hablaba lo que se debe hablar. No creo en hablar durante todo el día. Hablamos lo justo, individudal o colectivamente. Las charlas colectivas cuanto más cortas mejor. En cuanto haces un discurso largo, el jugador empieza a moverse en la silla y a toser. Las charlas deben ser cortas, concretas y muy claras. En este sentido, los partidos más complicados para un entrenador son supuestamente los más fáciles. Me imagino que Valderde, que ha hecho un excelente trabajo, cuando fueron a Roma no les dijo a los jugadores que había que contemporizar. Me imagino que les dijo: oye, nosotros somos el Barcelona, tenemos que intentar llevar la iniciativa, tenemos que defender en espacios grandes y atacar a un equipo que se nos va a replegar. Esos son los peores momentos. Pero en una final de un campeonato del mundo cualquiera puede llegar a la fibra del jugador.
—¿Somos favoritos en Rusia?
—Lo digo siempre con cautela, porque huyo de la galantería empalagosa, del somos los mejores. Vamos a intentar ganar porque somos muy buenos y sabemos lo que tenemos que hacer. Al final, solo gana uno. Y lo más normal es que pierdas. Y si hablas mucho luego vienen las leches.
—Los últimos entrenadores que han ganado la Copa de Europa con el Real Madrid tienen un estilo muy definido: Heynckes, Ancelotti, Zidane, usted mismo. Ninguno quiso ser más importante que el equipo y todos supieron tener mano izquierda.
—Posiblemente. Soy un convencido de que la gestión de un vestuario es muy importante. Es verdad que luego tienes que dar herramientas a los jugadores para que sean un equipo. Los contenidos de los entrenamientos no son iguales y cada uno les da la forma que cree. Establecer buenas relaciones en el vestuario no es una gestión fácil. No puede ser que un entrenador esté todo el día dando dogma y tocando las narices, porque eso no tiene mucho recorrido. Pero ojo, no olvidemos que todos esos que has nombrado también son exigentes. Pero hay fórmulas para llegar ahí. Y en eso son esenciales los contenidos de los entrenamientos. Que un jugador vaya con gusto a entrenar y que los entrenamientos tengan un objetivo.
—¿Le sorprendió que se fuera Zidane?
—Ha sido un sorpresa claro que sí. No sé si hay más o hay menos… Ha sido un hombre que ha representado muy bien al Real Madrid, en las ruedas de prensa ha sido impecable y luego, además, ha ganado. Y es que no tenemos más remedio que creer en los entrenadores por mucho que a algunos les cueste. Si tienes un entrenador tienes que creer en él…
—El Madrid es un club un poco impaciente…
—Bueno, yo estuve cuatro años, o tres años y nueve meses…
—Volvamos al Mundial. Portugal, el primer adversario.
—Portugal es la actual campeona de Europa y tiene a Ronaldo, y con eso… Es un equipo bien organizado, con dos buenos laterales, centrales curtidos en mil batallas, un mediocentro estilo Busquets que también es muy buen jugador, con gente delante con talento. En fin, que es un equipo bien hecho y que tiene a Ronaldo… Hay que intentar ganar pero un empate no sería malo…
—Después, Irán y Marruecos.
—Sé poco de ellos, pero son un equipo con el corte de Túnez, por eso fue un acierto enfrentarnos a ellos. No creo que tengan una gran organización. Por lo que conozco de Turquía, las selecciones son emocionales y los jugadores muy patriotas… no hay que subestimarlos…
—Argentina, ¿la ve favorita?
—Si nos atenemos a lo que hemos visto en la fase de clasificación, imposible, porque ha jugado mal. Pero tienen a Messi y si se han organizan bien, quién sabe. Sampaoli hizo un gran trabajo con Chile, pero no sé si estos jugadores argentinos pueden hacer lo que hacían los chilenos. Si logra que sean un equipo con la intensidad que tenía Chile, podrían lograrlo. Y además está Messi…
—¿Con quién se queda: Messi, Cristiano o Neymar?
—Yo creo que Messi es el mejor, me sabe mal decirlo porque no quiero molestar a nadie, pero Messi es un jugador de toda la vida, de los que en el barrio regateaban a todo el mundo, el mejor de todos. Esos futbolistas a los que siempre les dan el balón, no importa quién lo tenga, Sergio o Jordi, siempre es lo mismo, balón a Messi. Cristiano es otro estilo, no le interesa casi el fútbol de mediocampo y el juego de elaboración, le interesa solo la finalización y en eso es tremendo. Neymar es un jugador que tiene algo que está en desuso actualemente, el regate, y es un privilegio tener un jugador de esas condiciones. Es un chico que transmite alegría, algo así le pasó al Barcelona cuando llegó Ronaldinho, que les cambió el ánimo.
—¿Encajaría Neymar en el Madrid?
—Todos los buenos jugadores encajan en el Madrid.
—¿Messi o Maradona?
—Messi. Dentro de que no le conozco de nada me cae mejor… Creo que es mejor ejemplo.
—Hablemos de las favoritas.
—Yo meto este año a Inglaterra. Llevan desde el año 66 sin hacer nada y desde ese punto de vista no habría razones, pero creo que es su momento. Tienen mucha influencia de los extranjeros en su liga, pero cuentan con buenos jugadores, competitivos, gente rápida, muy poderosa. Y con calidad. Tienen un montón de futbolistas buenos. Y lo digo porque podría darse una final España-Inglaterra, ojalá. En alguna porra lo he puesto.
—¿Y los belgas?
—En el año 2010 jugamos un partido contra ellos en A Coruña, ganamos 5-0 y ya me parecía que tenían un buen equipo, pero en todos estos años no han hecho nada. Y otro equipo que me gusta, más allá de los que todos hablan, es Croacia, no sé por qué, yo creo que tiene muy buenos jugadores y son echados para adelante. Ya consiguieron un tercer puesto en Francia…. Y también me gustaría que le fuera bien a Corea del Sur, porque están allí Toni Grande y Javi Miñano… pero va a ser difícil. En fin, he visto que México ha perdido en la preparación, Suecia ha caído con los peruanos… por qué no se puede meter Corea.
—¿Verás todos los partidos?
—Espero verlos todos y que no se ponga nadie por delante de la televisión. Me gusta verlos solo, pero si alguien quiere verlos conmigo no pienso decirle que se vaya… Tengo una tele grande, buena. Antes tomaba notaba notas, y es verdad que me gusta verlos con bolígrafo y papel, últimamente el ipad.
Qué joya, Juanma.
Por cosas como esta, mereció la pena el paso de abrir este medio.
Don Vicente, como siempre, un gusto escucharle y aprender de él.
Gracias y a por la segunda estrella!
[…] se apunta al principio del artículo los casos de Del Bosque y Molowny son diferentes, porque cogieron las riendas del equipo como técnicos interinos. El […]
[…] Vicente del Bosque, entonces director de la cantera del Madrid, conocía su historia. «Me enteré que había robado una moto, pero decidí mantenerle porque, si lo hubiéramos echado, quizá habría sido un delincuente. Ganamos a un gran futbolista y salvamos a una persona maravillosa. La cantera madridista no es solo para los chicos rubios y guapos. Era muy travieso. Le dejé bien claro que el Madrid no es una fábrica de vagos. Como huía de la escuela, le pusimos un profesor particular en la ciudad deportiva». […]