A Laura Muir le gustan mucho los animales. Tanto que está a punto de acabar la carrera de veterinaria en la Universidad de Glasgow. A Laura Muir también le encanta correr. Tanto que en los pasados Mundiales de pista cubierta de Birmingham la atleta escocesa consiguió una medalla de plata en los 1.500 metros y otra de bronce en los 3.000 metros lisos. Aunque su amor por los animales a punto estuvo de interponerse en sus aspiraciones atléticas la semana pasada. Laura, que en el año final de su carrera está haciendo prácticas en el Small Animal Hospital de la universidad, acudió el miércoles por la mañana a la consulta, pero tal era el temporal de nieve en Glasgow que tuvo que caminar hasta el trabajo porque los vehículos a duras penas podían circular. Varios de sus pacientes tuvieron que cancelar su cita debido al mal tiempo, así que Laura regresó a casa antes de lo previsto y empezó a prepararse para viajar a Birmingham justo cuando la tormenta de frío y nieve empezaba a arreciar en el sur de Escocia y el norte de Inglaterra.
Muir tenía previsto participar en la final de los 3.000 metros el jueves, día de apertura de los Mundiales de Birmingham. Su programa incluía también disputar los 1.500 metros, cuyas eliminatorias empezaban el viernes. Unos 460 kilómetros separan la ciudad escocesa de Birmingham. En avión se tarda poco menos de 45 minutos. Y por carretera, en condiciones normales, algo menos de cinco horas siempre y cuando no se encuentre atasco en la fatídica autopista M6, una de las más transitadas del país.
Pero para sorpresa y desesperación de Muir, al llegar a casa descubrió que el aeropuerto de Glasgow acababa de ser cerrado debido a la nieve y el mal tiempo. Se quedó sin vuelo para llegar a Birmingham y todo hacía indicar que el aeropuerto iba a permanecer cerrado un tiempo. Por si fuera poco, los trenes dejaron también de circular en la línea que une Glasgow con Birmingham y Londres por el oeste del país. Así las cosas, a Muir, que no viajó a Birmingham antes para no perder horas de prácticas, sólo le quedaba una opción: hacerlo por carretera. No iba a ser fácil. Y mucho menos barato. La historia del épico viaje de Laura Muir a Birmingham tuvo final feliz, pero durante la tarde del miércoles el equipo británico no lo tuvo nada claro: “Hubo momentos en los que pensé que no íbamos a llegar”, declaró Muir explicando su odisea ya con la medalla de bronce de los 3.000 metros colgada del cuello.
Unas ocho horas de travesía entre la nieve y 1.500 libras de taxi después (pagadas por la federación británica de atletismo), Laura Muir consiguió llegar a Birmingham alrededor de la medianoche del miércoles al jueves. Con el tiempo justo para descansar y competir al día siguiente en la final de los 3.000 metros. “Cuando salimos de casa había muchísima nieve en la carretera, unos dos metros a cada lado; el taxi tardó dos horas en llegar hasta donde vivo, así que hubo momentos en los que pensé que ni siquiera iba a aparecer”, comentó la atleta escocesa. Lo peor del viaje fue atravesar el norte de Inglaterra, cerca de Carslile: “¡Pasar Carslile fue una locura!”, explicó Muir entre risas con su acento escocés. “Desde mi asiento no podía ni ver el capot del coche y los limpiaparabrisas se estaban congelando y no podían quitar la nieve que caía”.
Laura es una atleta de élite; es la actual campeona de Europa de 1.500 y 3.000 metros en pista cubierta y ostenta el récord nacional británico de los 1.500 metros al aire libre. A sus 24 años es una de las firmes promesas del medio fondo británico, si bien hasta ahora ha rendido mejor en pista cubierta que al aire libre. Pero Laura Muir tiene muy claro que, además del atletismo, debe asegurar su futuro personal y profesional. Ya con más tranquilidad, tras finalizar su competición en los 1.500 metros de Birmingham, Muir explicó que su decisión no es ni caprichosa ni casual. En una desconcertante pregunta, un reportero de la BBC en la zona mixta de Birmingham le preguntó a Muir si ahora que ya va a finalizar la carrera piensa concentrarse plenamente en el atletismo. A lo que la atleta escocesa contestó con aplomo que sus estudios son tan importantes como su carrera deportiva y que, de hecho, tiene previsto empezar un master para poder seguir formándose. Muir también añadió que para ella la veterinaria es muy importante, pero que nadie debería pensar que los estudios son una barrera para su carrera como atleta, tal y como los resultados demuestran.
El caso de Laura Muir recuerda, con muchos años de por medio al de otro atleta británico legendario. Roger Bannister, cuya muerte llora el mundo del atletismo estos días, fue otro caso de atleta que se dedicó con denuedo a sus estudios. Por supuesto que eran otros tiempos. Y que la carrera atlética de Laura Muir es difícil de comparar con la de Bannister. Pero en el fondo, lo que subyace en ambos casos es algo similar. El mismo día que Bannister pasó a la historia del atletismo por bajar de los 4 minutos en la milla, por la mañana había completado su turno de prácticas en un hospital de Londres como estudiante de medicina. Cuando acabó afiló los tacos de sus zapatillas en el mismo hospital, se desplazó a Oxford y entró en la historia en las pistas de ceniza de Iffley Road.
Aquella carrera histórica fue prácticamente la última de Sir Roger Bannister, que dedicó el resto de su vida la medicina y a la neurología. Llegó a ser uno de los más prominentes investigadores de la enfermedad de Parkinson, la que por ironías de la vida acabó causándole la muerte. En Bannister tenemos, quizás, uno de los primeros ejemplos de lo que hoy se llama una carrera dual. Y en Muir, muchos años más tarde, encontramos una atleta que simplemente quiere asegurarse su educación y su futuro.
En el sistema deportivo americano es habitual encontrar deportistas profesionales con educación universitaria. En Europa, sin embargo, es más raro. Sobre todo en los deportes más populares y mejor dotados económicamente. No hay una estructura que, más allá de algunos eslóganes que nunca sabemos si de verdad se cumplen, se preocupe de verdad por la formación académica de los deportistas. Sí se encuentran esfuerzos durante la edad de la educación obligatoria y hasta el bachillerato, pero los estudios universitarios son ya otra cosa.
La pregunta del reportero de la BBC a Laura Muir es ilustrativa. Le interesaba saber si por fin se iba a concentrar en el atletismo. Es una manera de dar a entender que los estudios podían estar interfiriendo en su rendimiento deportivo. Una idea bastante extendida que, sin embargo, no se sustenta en ningún estudio sobre la materia. El entrenador del Arsenal, Arsene Wenger, ha sido siempre un gran defensor de la formación de los deportistas profesionales: “Un futbolista con estudios es un mejor futbolista”, ha repetido en varias ocasiones. Wenger cree firmemente que es necesario facilitar a los deportistas una educación duradera porque la carrera deportiva es corta y porque, además, los hará mejores personas y mejores atletas.
El interés por fomentar las carreras duales de los atletas de élite es una de las prioridades de la política deportiva de la Unión Europea desde 2009. La Comisión Europea ha financiado un número de estudios para averiguar qué facilidades se dan a los atletas de alto nivel en los 28 países de la UE para que compaginen deporte y estudios. El resultado no fue especialmente positivo, si bien se identificaron algunas buenas prácticas. Sobre todo en países escandinavos, en Francia y en los Países Bajos. Aquel estudio financiado por la Comisión fue solo el principio de una serie de acciones encaminadas a financiar programas en los distintos países que faciliten esa carrera dual. Recientemente el consejo de ministros de deporte de la UE aprobó una serie de recomendaciones para que los estados miembros se involucren y faciliten el desarrollo de las carreras duales de sus atletas.
La carrera de un deportista de alto nivel es muy corta. Normalmente, además, no se prepara a los deportistas para el futuro. Ni siquiera para el momento de la retirada. Casos como los del waterpolista Jesús Rollán copan la prensa cuando acaban en tragedia, pero normalmente se presta poca atención a las soluciones. La preparación para la vida futura del deportista empieza cuando aún está en activo. Varios años antes de la retirada. Es necesario facilitar la educación y la preparación deportiva para que esos atletas de alto nivel con los que los políticos se hacen tantas fotos cuando ganan medallas tengan una vida plena una vez que cuelgan las botas o abandonan las pistas. Hay también que ayudar a los deportistas a que empiecen a pensar en su retirada. Los especialistas señalan que no es un momento nada fácil. Que hay muchos riesgos para la salud personal y mental del deportista. En el fragor de la competición, con el cuerpo al máximo de potencial y casi invencible, es difícil para un deportista de élite pensar más allá de la próxima competición. Nos ha pasado a todos, que a los 20 o 25 años nos creíamos invencibles. Pero luego llegan los 30 y el primer lumbago. Para los deportistas de élite es necesario prepararse a conciencia para el día después. Tienen que ir tomando decisiones cuando aún están en activo. Y una puede ser la educación, pero se les debe facilitar el camino.
Laura Muir volvió hoy a su consulta del Small Animals Hospital de la Universidad de Glasgow. Con la nieve ya medio fundida, atendió a sus pacientes con pelos, picos y patas. Porque aunque haya gente que no lo entienda, como el reportero de la BBC, a Laura le gustan los animales. Tanto que ya se está preparando para pasar su vida rodeada de ellos cuando deje las pistas de atletismo.