Leo Messi se reinventa constantemente. Se actualiza partido tras partido. No deja de sumar recursos a su extenso catálogo. Esta temporada ha optimizado el lanzamiento de faltas. El azulgrana dispone de tres posibilidades reales de localización en cada lanzamiento de falta: a la escuadra de la barrera, por debajo de ella o al palo del portero. Un lance más letal incluso que los penaltis en el Messi 2017-18.
Ante Las Palmas eligió primero el lado de la barrera, pero Chichizola voló evitando el tanto de Messi. El argentino, cosa rara en él, había cometido un error instantes antes en una contra junto a Suárez, al dar un pase al uruguayo en la que condenó por la cercanía del portero.
Pero en la tercera ocasión en la que apareció en ataque, con una nueva falta al borde del área, no perdonó. Chichizola tenía un dilema inquietante: con la barrera atornillada al suelo para no regalar el gol por debajo, debía elegir entre guardar su palo o arriesgar dando un paso para tapar el de la barrera, como en la primera falta. El meta dio un paso al centro y cuando quiso rectificar ya era demasiado tarde. Messi había clavado un obús en su palo. Un disparo que difícilmente habría parado aún eligiendo quedarse en su palo.
Hasta entonces, minuto 20, Las Palmas propuso un partido de ida y vuelta. Y el hombre que debía ser Messi en Las Palmas, Halilovic, dispuso de las mismas ocasiones que Leo. Tropezó dos faltas en la barrera y soltó un latigazo que cruzó el área con más suspense que peligro. Entretenida primera parte que terminó con una mano del portero local fuera del área muy protestada por el banquillo culé.
La segunda parte comenzó convulsa. Mateu indicó un penalti en medio del tumulto en el área del Barcelona, probablemente por una mano inocente de Digne. ¡Un penalti en contra al Barcelona! Algo que no ocurría desde hace el 14 de febrero de 2016. Calleri clavó el lanzamiento en la escuadra casi con la misma facilidad con la que Messi hizo lo propio con la falta. El Barça, que administraba el partido con tranquilidad hasta entonces, tenía 40 minutos por delante con un partido abierto para recuperar el mando ante Las Palmas, que con Paco al mando convive entre el suicidio y la euforia.
Pudo Las Palmas pescar en río revuelto, pero habrían tenido que hacer una transfusión de sangre de Calleri al indolente Halilovic. El croata se alejó del balón en lugar de acercarse en una contra con buenas hechuras. El Barça, con Coutinho y Rakitic en el césped, se topaba una y otra vez con la muralla canaria, en la que destacaba el uruguayo Aguirregaray, áspero y tiempista. La pelota quemaba en los pies de los locales, Paco se desgañitaba en la banda, el Barça percutía una y otra vez… Los de Valverde se dejan dos puntos en Gran Canaria. Las Palmas resucita la Liga. Tanto por arriba como por abajo…