No os voy a decir por dónde tuve que ver el encuentro, pero imagináoslo. Un encuentro donde España entró fría a pesar de que el clima mediterráneo está siendo muy generoso en Chipre. La República Checa entró a sabiendas de que la batalla se disputaba en el centro del campo. Lo intentó en los primeros instantes y a España le costó encontrarse con el balón controlado temiendo, además, la movilidad de las atacantes austríacas. Los nervios duraron lo que dos peces de hielo en un whisky on the rocks, es decir, lo que tardó el equipo nacional en monopolizar la pelota y empezar a construir desde la primera línea. Virginia Torrecilla y Patri Guijarro volvieron al once titular y eso se notó. Si en el primer partido fue la central del Montpellier la encargada de llevar la batuta, esta vez, Patri Guijarro quiso formar un dúo dinámico y de sus botas nacieron algunas de las ocasiones más claras de España en la primera parte. Preocupa, quizá, que el gol vuelva a girarnos la cara, incluso, hasta con dos balones a los palos. Había que esperar, mantener el dominio y plasmar en verticalidad y en profundidad el (a veces) abuso del pase horizontal.
⏳ ¡¡DESCANSO EN EL AEK ARENA!! Las de Jorge Vilda llevan la batuta del juego pero se les resiste el gol | ?? – ?? | 0-0 | 45′ | #JugarLucharYGanar
— Selección Española de Fútbol (@SeFutbol) 5 de marzo de 2018
A España se le atraganta contemporizar. No es un equipo que sea capaz de desaparecer y aparecer, necesita una presencia constante en el partido o sufre sin protagonismo. El equipo de Jorge Vilda tuvo dudas durante toda la segunda parte, porque la falta de puntería distrajo a España de seguir remando. Pero, para los momentos cruciales, han nacido los líderes. Irene Paredes, impecable durante todo el encuentro (cosa que ya es costumbre), puso su cabeza para la causa y mandó un balón al fondo de la red para marcar el camino hacia la final. Así de complejo y así de sencillo es el fútbol. A partir del gol, España pudo gustarse algo más y en el tiempo añadido, Alexia Putellas maquilló el marcador con el 2-0, aunque habrá que aprender antes o después, que la contundencia debe ser una obligación de cara a dar un paso definitivo. De momento, España seguirá creciendo en otra final.