Llegas a Moscú para enfrentarte al Lokomotiv, entras en el campo y ves que las líneas del terreno de juego son rojas. Te dirán que hace mucho frío y que es por previsión ante la nieve, pero, visto que los copos no llegaron más que al final, suena más a homenaje que a otra cosa. Honor correspondido con una fiesta del Atlético, una exhibición oscurecida por la imagen de Filipe Luis saliendo en camilla tras una fea, aunque fortuita, patada de Eder.
Honor y respeto por el repaso que el Atlético le dio en la ida a los rusos en el Metropolitano. Aquel 3-0 marcó definitivamente la eliminatoria y permitió a Simeone dejarse por el camino a varios de los fundamentales. Oblak, Griezmann y Diego Costa fuera, también Vrsaljko y Lucas. Paso a la segunda unidad –sin Vitolo, eso sí-, con Torres y Correa arriba arropados en el centro del campo por el cuatrivote, esa idea en la que insiste e insiste el técnico argentino.
El caso es que entre el homenaje de las líneas rojas y el ánimo de los nuevos, el partido arrancó con música conocida y terminó convertido en un nuevo baile del Atlético, iniciado por un gran gol de Ángel Correa al cuarto de hora. Lo impidió, esta vez sí y al menos en la primera parte, el propio Lokomotiv, escarmentado tras el sonrojo del Metropolitano, donde no tiró ni una vez a puerta y apenas pasó del centro del campo.
Temeroso ante un nuevo escarnio, el cuadro de Yuri Siomin, esta vez sí, se fue arriba y hasta sacó provecho de la tranquilidad rojiblanca para manejar el juego. Permitió incluso calibrar a Werner, inédito guardameta en la ida y titular en Moscú. Sacó dos buenas manos el brasileño en los dos primeros disparos, pero claudicó en el tercero, ciego ante un mar de hombres en el disparo lejano de Rybus.
⏱ 92′ | 1-5 | ¡FINAL! ¡El EQUIPO logra el pase a cuartos de la @EuropaLeague!?¡Bravo!?⚪?#LokomotivAtleti #AúpaAtleti #UEL pic.twitter.com/oxJBLv5l4J
— Atlético de Madrid (@Atleti) 15 de marzo de 2018
Establecidos los parámetros para la no agresión, el segundo tiempo fue un dejar pasar la vida. La marcha de Farfán y el bello tanto de Saúl, otro más, nada más reanudarse el partido clarificó aún más la situación. Fue tal la placidez que hasta Griezmann, rescatado para no perder el tono y autor del golazo de la noche con una vaselina descomunal a la escuadra, cedió un penalti para que marcara Fernando Torres, autor de un doblete cinco minutos después. Objetivo cumplido con oficio y belleza. Todo estupendo salvo por el escalofrío que recorrió todo el orbe rojiblanco con la lesión de Filipe Luis.