Un árbitro rumano aleja a España el Mundial I Rugby I A la Contra

En el rugby no se habla del árbitro. Sus errores son tan asumibles como los de cualquier jugador. Pero hay ocasiones en las que la predisposición arbitral a pitar siempre a favor de un equipo condiciona el juego hasta frustrar al que sufre las sanciones. España había recibido con inquietud la designación del rumano Iordachescu, con Rumanía jugándose con España la plaza mundialista. Y lamentablemente hay que decir que las sospechas eran justificadas.

Bélgica salió a ralentizar el partido, a ensuciar los rucks de cualquier forma legal o ilegal (manos en el ruck, placadores que no salen, jugadores que se tiran…) y a hacer lento el juego de los Leones en un campo estrecho y embarrado. España debía levantar rápido las bolas y meter mucha continuidad para romper la cortina defensiva local en un campo muy pequeño. Y en la primera parte no pudo o no supo. Frustrado por las decisiones arbitrales y metido en batallas sucias con las provocaciones locales, los de Santi Santos se fueron al descanso 12-0. Y lo peor era la sensación que dejaban. No tenían balón ni oportunidades de anotar en la 22 local. Una patada de Linklater al palo fue lo único reseñable. Bélgica se cobró cada visita a la 22 española con un golpe. Hasta llegar al descanso con un 12-0 que retrataba lo que había pasado en los primeros 40 minutos.

En la segunda parte España saltó con más intensidad. Fruto de ella logró la oportunidad de pasar un golpe. Pero de nuevo se le fue a un lado la patada a Linklater. El rumano acentuaba el cariz de su arbitraje y Hart lo agradecía con otro golpe que iba acompañado de a expulsión temporal de Auzqui. España empezaba a frustrarse con el colegiado, el partido y el rival.

Restaban 20 minutos y el marcador era 15-0. Sin embargo daba la sensación de que los Leones estaban a un ensayo de meterse en el choque. Pero pasaban los minutos y no ocurría. El orgullo español y la intensidad de los Leones descosieron a Bélgica en el minuto 69 con un maul que Peluchon pasaba colocando el 15-7 a ocho minutos del final. El pie de Peluchon, en un avant intencionado de amarilla clamorosa que el árbitro no quiso sacar, puso el 10-15 y recibiendo la bola. Pero el árbitro volvió a aparecer señalando otro golpe a favor de los belgas con cuatro minutos por jugarse que puso el 18-10. El partido se esfumaba. Iordachescu finiquitaba los sueños españoles.

España no tiene peso en el panorama internacional. Rumanía es un país más interesante para World Rugby y Rugby Europe. Solo así se entiende que un árbitro rumano haya dirigido este partido con una labor escandalosamente parcial en contra de España, y, por tanto, en favor de los intereses de Rumanía, que ganan el pase directo para el Mundial de Japón, dejando a los Leones en el camino de la repesca con Samoa y Canadá en el trayecto.

España se dejó un Mundial en Bruselas. Pero no fue Bélgica quien le ganó. Un tal Iordachescu ha sido el culpable, con la connivencia de las instituciones que han permitido que arbitrase este esperpento de partido que pasará a la historia negra del rugby español.